El hecho de que en los últimos años las sagas familiares hayan sido protagonistas de varias series de televisión puede hacernos pensar que se trata de un recurso de los guionistas para captar audiencia. Nada más lejos de la realidad. Las sagas existen. Un ejemplo perfecto es, en el mundo de la gastronomía, la de los Esteve.
Desde el lejano 1898 en que se inauguró Ca L’Esteve como bar de carretera en el que se paraban los ciclistas a restaurar fuerzas con los platos de la tatarabuela Mercè y se hacían meriendas y cenas al aire libre hasta hoy, la historia y la evolución de este restaurante ha estado siempre ligada a la de la propia familia.
Los más de cien años transcurridos lo han convertido en un restaurante actual, acogedor, con amplios salones y una cocina moderna y elaborada. A estas alturas, la misma familia sigue al frente del establecimiento. El abuelo Esteve todavía cultiva el huerto. “Los hijos se encargan del negocio. Esteve es el jefe de sala y sommelier, Montse hace los postres y Maria, mi mujer, es quien recibe al cliente y lo atiende además de ocuparse de la administración”, nos explica Xesco Bueno, jefe de cocina de Ca L’Esteve, formado en la escuela de Mey Hofmann, donde también ha ejercido de profesor.
Además, desde hace tres años “soy profesor en el Taller de Cocina Sabores (c/Sant Lluís 58, Barcelona) y, con Ca L’Esteve, formamos parte del colectivo Cuina Vallès y yo personalmente también colaboro en el programa Dos en la cocina de Onda Cero”, añade.
La situación privilegiada del restaurante, en medio del campo y con unas vistas espléndidas sobre Montserrat, les permitió disponer desde hace muchos años de un huerto propio. Y no se trata de uno de esos huertos pequeños y para aparentar que a algunos restaurantes les permiten presumir de cultivar sus verduras.
Aquí sólo hay que cruzar la carretera que pasa por delante del establecimiento para encontrarnos en un huerto con todo el significado de la palabra, que permite abastecer la cocina del restaurante durante prácticamente todo el año de gran número de verduras y hortalizas, reflejando la estacionalidad de la naturaleza en los platos de la carta. “Ahora encontramos alcachofas, calçots, lechugas, brécol, espinacas, ajos tiernos y un largo etcétera de productos que han sido cultivados con todo el cariño que se pone en aquello que pertenece a casa”. Además de esta cosecha propia que va directamente a la cocina, llegan a diario productos de artesanos del entorno más inmediato.
“A pesar de no formar parte del colectivo oficial km.0 practicamos esta filosofía comprando muchos de los productos a agricultores y productores locales de Terrassa, Martorell y otras localidades cercanas”. Calidad, proximidad y fidelidad a la tradición culinaria del país son los pilares de una cocina que pivota sobre la brasa, los arroces y otras propuestas que son el resultado de una suma de tendencias.
En cuanto a la carta, la oferta gastronómica es amplia y variada. Cómo no, con el huerto tan cerca, las ensaladas son excelentes, igual que los salteados y cocidos de verdura o, ahora que llega la época, los calçots. Son también muy buenos los arroces “a la cazuela, a la paella o caldosos e ideados con originalidad”, como nos narra Xesco.
“Indispensable el de pies de cerdo con rabassoles, habas y garbanzos pequeños; el de boletus y calamares o el que hacemos con la carne del cocido” añade. En estos platos se nota una vez más el cuidado a la hora de seleccionar las materias primas, puesto que el arroz es “Isla de Riu”, producto de primera calidad de una empresa familiar del Delta del Ebro.
También encontramos una selección de platos “de siempre”, canelones de asado gratinados con bechamel y queso de la Seu d'Urgell o las judías del ganxet con trocitos de tocino; carnes a la brasa, como la careta, pies o secreto de cerdo, costillas de cordero o cabrito y también platos de pescado, como el rodaballo a la brasa con salteado de verduras y romesco o el lomo de bacalao, ya sea con salsa de boletus o con sanfaina.
También cuentan con variedad de platos diarios. “El cliente opta más por los platos del día, que siguen la temporalidad del producto, antes que por la carta. Ahora estamos haciendo platos de caza, aprovechando también la época de las alcachofas y empezamos con la escudella i carn d’olla. La carta está, pero el punto fuerte es el plato del día”, explica Xesco.
Cuando llega el momento de los postres, Esteve y Montse narran con detalle las diferentes golosinas que se pueden paladear. Son postres basados en la tradición y la calidad, preparados en el propio restaurante.
Además, Ca L’Esteve ofrece otros espacios en los que pasar momentos muy agradables como el parque infantil, la terraza ajardinada perfecta para las cenas de verano o el atractivo de las pistas de tenis. Un lugar ideal y con numerosas posibilidades para comer muy bien y disfrutar de buenos ratos de ocio.