Entrecopes

Porque no toda cocina de estilo mediterráneo amplia sus horizontes a Francia, Italia, Portugal ... y fusiona sus productos con otros procedentes de fronteras más lejanas.

En lo alto de la Imperial Tarraco encontramos, entre muchas cosas a hacer y a visitar, un pequeño restaurante con encanto. Se trata del Entrecopes, dirigido por Jordi Vilaplana y el chef David González, los cuales aportan su saber a los fogones en un espacio que, durante el día, con la luz del sol filtrada por el azul de los vidrios, acontece cálido y acogedor. Por la noche, el juego de luces con el contraste de las paredes y manteles hace el aposento agradable y íntimo. De pared de obra vista  y diferentes mesitas, es ideal para sentir el espíritu romano y medieval tarraconense mientras nuestro paladar goza de cocina mediterránea, pero “no sólo la de la comarca tarraconense o, si ampliamos, la catalana, sino que queremos también abarcar otras zonas de nuestro mar”, nos explica Jordi Vilaplana, el encargado del Entrecopes.

Es así como encontramos platos avecinados con Francia, como la ensalada de mix de lechugas, hojas y flores con tomate cherry confitado con vinagreta de chartreuse verde, un licor francés que se fabricaba aquí en Tarragona y ahora se importa del país galo. Asimismo, también encontramos un estofado de sepia con patata francesa y aromas de Pernod, un anís también francés. No os perdéis tampoco su coulant de chocolate con helado de vainilla o la coca de almendras, bañado en 3 leches y aroma de cognac.

La Italia, la encontramos en el risotto Brunt, hecho de setas variadas con aromas de tomillo fresco reforzado con salsa de soja y queso parmesano; la pasta negra con salsa de pesto de rúcula y almendra decorado con virutas de parmesano y albahaca fresca; o la pasta larga en salsa amatriciana con tocino ibérico, chile rojo y tomate frito decorado con germinados de ajo.

“También tocamos cocinas de otros países”, añade Jordi Vilaplana. Así, en la carta encontramos el tartar de ciervo condimentado con sal negra, mostaza Dijon, romero fresco, pimienta roja, salsa de soja aceite virgen, canónigos y tostaditas a las finas hierbas; el atún tataki salpicado de sésamo negro, germinados de cebolla, pétalos de margarita y una suave salsa de mango; y la merluza de palangre en salsa de curry y coco azul acompañado de mini papas arrugas, típicas de Canarias. Para los amantes de la carne, no os podéis perder el filete de ternera con parmentier de frutos tropicales y chips de boniato.

De postres, nada como la coca de almendras, bañada en 3 leches y aroma de cognac o la combinación de bombones con 7 tipo de chocolate, arroz hinchado y cereales.

Un menú de mediodía y otro al atardecer

A los mediodías preparan un nuevo menú, que cambia cada dos semanas, donde, entre otros platos, podemos saborear primeros como ensalada de ventresca de atún, pimientos y lollo rosso, arroz cremoso espolvoreado con romesco o pasta rellena de feta y espinacas en salsa de remolacha y según platos como el entrecot a la plancha con patata al rescoldo y escalibada, lubina con manzana y vainilla o pollo al horno con higos y cebollitas. Como postres, coulant de chocolate con helado de vainilla, nieve de limón y jengibre o panna cotta con naranja deshidratada.

A los anocheceres, cuando la atmósfera del local se vuelve todavía más acogedora, hay disponible otro menú que, como lo del mediodía, también gira cada 15 días, con primeros como el risotto negro con ajo y aceite de leche, verduras en tempura o pasta al pesto de rúcula y según como el bacalao glaseado con ajo y aceite de azafrán gratinado, el filete de cerdo con salsa de higos o el tataki de caballa marinado sobre cebolla caramelizada, redondeados por unos canelones de manzana, un brownie de chocolate o un pastel red velvet como postres.

En definitiva, creatividad de aquí y de allá en platos para lamerse los dedos.