Un entorno con encanto rodea el Hotel Lotus. Las calles respiran tranquilidad durante el mediodía. Al cruzar la puerta, todo son colores. Las paredes están llenas de cuadros de artistas de Vilanova i la Geltrú. Son un guiño a los orígenes del negocio. “El inicio de nuestra actividad se remonta a otro restaurante de Vilanova i la Geltrú, activo desde hace 15 años. Se llama Lotus. Trabajamos durante una década. Nuestra madre es de Falset y decidimos abrir otro negocio aquí. Aunque el concepto es totalmente distinto, muchos de nuestros platos nacieron en Vilanova”, resume Ivan Lanaspa. Él y sus hermanos Lluís y Anton, junto a Òscar Belmonte, son socios y gestionan el negocio.
Anton –formado como cocinero–, y Òscar acostumbran a estar en la cocina, tienen vocación e inquietudes culinarias. Òscar era farmacéutico y Lluís, profesor de Economía en secundaria. Los días de más actividad hay cerca de seis personas entre cocina y sala. Personas como Bea Serna, por ejemplo, están en sala y recepción.
Carrer de Baix, 33
43730 Falset Tarragona
España
Sacar partido de la historia
La antigüedad del edificio ha sido respetada, en cierto modo. El edificio había estado deshabitado durante 50 años. Fue una panadería y muchas puertas antiguas forman parte del mobiliario del restaurante en la actualidad. Las mesas, por ejemplo. En la planta baja aún se puede ver el horno de pan, que se conserva bastante bien. La dinamización de actividades también forma parte de la agenda. En el Hotel Lotus se han acogido catas de vinos, maridajes, actividades culturales y showcookings, tanto en la terraza como en la sala.
“Pensamos que hotel y restaurante se complementan muy bien. Hemos vivido muchas cosas y aprendido mucho del trato al cliente y a las empresas. Las redes sociales las consideramos muy importantes. Hay una parte de formación autodidacta clave también. Abrimos en 2014, y lo que quizás nos diferencie del resto es que quisimos crear un espacio elegante, pero a la vez informal, con un tique asequible”, continúa. Por persona, de hecho, puede oscilar entre los 15 y los 30 euros, dependiendo de la selección de vinos.
Gestionar un hotel
El aprendizaje de cómo llevar un hotel es continuo y el equipo humano que está detrás ha estado a la altura, siempre pendiente de innovar y atento a las necesidades de turistas autóctonos y extranjeros: tienen un 60% estatal, sobre todo de Cataluña, y un 40% extranjero, “muchos suecos y americanos”, especifica. Cada una de las habitaciones tiene un aire especial, los espacios están muy bien aprovechados, tienen personalidad. Hay cuatro estilos diferenciados repartidos en nueve habitaciones. “Nuestro público comprende los 30 y 50 años. La mayoría viene por el tema del vino. Absorbemos muchos clientes del hotel”, manifiesta.
En este sentido, los horarios van un poco en función de la actividad del hotel. Cierran a mediodía, solo abren por la noche y no hacen menús. La cocina está abierta de las 8 a las 11 horas de la mañana y el restaurante a partir de las 17 horas de la tarde y hasta la 1 de la madrugada.
Ha habido también un buen recibimiento por parte de la gente del pueblo. Tienen un público fiel, atento a las novedades culinarias. “Pensamos en incluir menús en invierno, porque hay demanda”, manifiesta Ivan Lanaspa.
La oferta culinaria
La carta del Hotel Lotus incluye platos sencillos, como por ejemplo, ensaladas –la de chocolate con lechuga queso parmesano y vinagreta balsámica es una sorpresa–, carpaccios y tostadas. También hay un surtido de productos de calidad como quesos y embutidos. Recientemente, han ampliado el abanico de elaboraciones con carnes y pulpo a la parrilla y varios pinchos. El plato fuerte es sin duda el apartado de sugerencias, que va cambiando según la temporada y la inquietud que se respira en la cocina. Tienen un plato llamado ‘Trident’, por ejemplo, que responde a las nuevas tendencias veganas y que está triunfando mucho entre los comensales.
“También está la Tostada Gegant, que no aparece en la carta, con pollo rebozado, berenjena escalivada, mostaza, miel, champiñones y cebolla. Es un plato único”, describe. Y cómo este hay muchísimos más. El cordero de kilómetro cero con acompañamiento de patata, escalivada y judías es ideal para cualquier estación. En la sección de ensaladas tampoco se puede obviar aquella que lleva el nombre del hotel. “Es clásica, pero el queso de cabra enamora”, apunta.
Los carpaccios, tanto salados como dulces también son de lo más recurrentes en la oferta culinaria de Hotel Lotus. Son muy populares el de atún y el de bacalao. En cuanto a la carta de vinos, es de lo más amplia y dinámica. Las referencias son de la D.O. Montsant y D.O.Q. Priorat. “Conocemos muy bien las bodegas y trabajamos mucho con ellos. De hecho, recomendamos hacer visitas a muchos de nuestros huéspedes”, aporta Ivan Lanaspa.
Y, ¡llega el punto dulce! Los postres en el Hotel Lotus son caseros y gustan mucho. Unas opciones exitosas son el pastel de zanahoria, el de queso y el de chocolate. Para aquellos que prefieren algo más ligero, el carpaccio de piña con helado de coco o el yogur artesano de cabra con frutos secos y miel, de Colldejou, son también alternativas para anotar.
El momento de la prueba
El apartado de sugerencias del Hotel Lotus tenía que analizarse con ejemplos. Por eso, empezamos nuestra cata con un par de platos obligatorios: el ‘Trident’ y la ensalada de higos, como plato de temporada. La primera opción es de lo más saludable: con hummus (crema de puré de garbanzos), baba ganoush (pasta de puré de berenjena) y tapenade (pasta de olivas con alcaparras, anchoas y aceite de oliva), acompañado con crudités y pan de pita. Sin duda, abre el apetito y ofrece muchas posibilidades con la mezcla entre la selección de panes y salsas de lo más ligeras.
Ambos platos combinan bien. Hay que hablar de la ensalada: Resultado de una mezcla de lechugas, higos, crujientes de jamón, queso Feta, vinagreta balsámica y frutos secos. Es un homenaje a los productos de la tierra. Las avellanas son de la Cooperativa del municipio, como también las nueces y la almendra. “La vinagreta, el limón, el aceite y los frutos secos aportan cierto contraste al paladar. El crujiente de jamón es el encargado de darle el punto fresco a la ensalada”, indica.
No podía faltar a la selección una buena tostada de escalivada con carpaccio de bacalao y olivada en pan de cristal. Hace tres años que la elaboración está incluida en la carta, es lo más parecido a una escalivada clásica catalana. “En vez de anchoa, ponemos el carpaccio de bacalao. Nos parece que combina bien y cambia el estilo más clásico de la tostada”, describe.
Para cerrar el círculo, cerramos la comida con un entrecot de becerra de 350 gramos a la parrilla con guarnición. Un tomate de la zona, patatas de Prades y judías con ajo y perejil acompañan un ejemplar de becerra de proximidad, lo compran en la carnicería de la misma calle, en la Xarcuteria Llorens. Una apuesta segura.
Queremos acabar por la vía más ligera y digestiva. Por eso, optamos por el carpaccio de piña con helado de coco. Elegante y fácil de comer.
Fotos: Xavi Jurio