Los cinéfilos y asiduos a la Filmoteca de Catalunya seguro que conocen bien La Monroe, un bar restaurante abierto hace ya siete años, justo al lado de este templo de la cultura cinematográfica, que ha conseguido arraigarse y hacerse fuerte en el barrio del Raval. Un local todoterreno que, desde sus inicios, ha tenido la voluntad de cubrir nuestras necesidades alimentarias ofreciéndonos opciones gastronómicas para todos los momentos del día: desayuno, vermut, comida, merienda y cena.
Plaça de Salvador Seguí, 1-9
Barcelona Barcelona
España
Carta en transformación
La pandemia, como no, también irrumpió aquí, obligándoles a reducir su carta para adaptarse a las restricciones, pero también para intentar que su propia cesta de la compra fuera lo más sostenible posible, tal y como nos explica Berta, una de las tres socias de La Monroe y responsable de la dirección. Actualmente, si les visitamos, encontraremos una carta reducida que incluye algunos de sus platos clásicos, aclamados por la clientela habitual. El mejor ejemplo son los “supernachos del barrio”, que acompañan con judía pinta, queso cheddar, guacamole y un sinfín de estímulos gustativos.
Además de las bravas, las croquetas de la abuela –atención a las de calabaza con gorgonzola- o la ensaladilla Monroe, también preparan buenos tapeos a base de bastones de berenjena con salmorejo, tostas de sardina ahumada, que sirven con confitura de tomate y el humus que el chef haya preparado aquel del día, y delicias de pollo para dipear con chili dulce y mostaza a la miel. Tampoco fallan sus hamburguesas, de vacuno o vegetal; ni su trikini, al que añaden espinacas y bacon, ingredientes sencillos pero que marcan la diferencia.
Como la restauración ya se ha activado y las restricciones han desaparecido, están preparando nuevos platos para ampliar esta oferta actual, que se podrán ir degustando a partir de las próximas semanas. Berta explica que rescataran algunas recetas que ya elaboraban antes de la pandemia, y que añadirán sugerencias del día y nuevas propuestas con las que han estado experimentando y que tienen bien reservadas en la retaguardia. Muchas sorpresas por llegar, que, como siempre sucede en La Monroe, se elaborarán de manera casera y con producto fresco procedente del vecino mercado de La Boqueria.
Menú de mediodía, el más apetecible
Lo que no es nuevo, pero que sigue funcionando a la perfección en este restaurante, es su menú de mediodía. Completísimo y variado, contempla siempre alternativas para veganos, vegetarianos, celíacos, etc. El menú cambia a diario y se inspira en la cocina mediterránea, pero también en otras cocinas del mundo. Berta comenta que el restaurante cuenta con tres chefs, que se van rotando por semanas, y que cada uno tiene sus especialidades: uno los guisos de la abuela, otro la cocina oriental, etc. Así, el menú se nutre y se enriquece con lo mejor de cada uno de ellos.
El día que les visitamos pudimos degustar, entre los primeros, una ensalada de calabaza con granada y frutos secos, que hacía homenaje al producto de temporada, y un buen trinxat de la Cerdanya, al que no le faltaba de nada. Entre los segundos, elegimos una generosísima lasaña de espinacas y setas, completa y contundente; y unos sabrosos jamoncitos de pollo, muy bien guisados. Platos que no escatiman en cantidad ni en calidad, que completamos con uvas y alguna delicia dulce. Ensaladas, pastas, ceviches, carpaccios vegetales, arroces o pescados son otras de las muchas alternativas que van configurando este menú a diario. La fórmula: tres primeros, tres segundos y tres postres a elegir, por 12 euros. Mejor, imposible.
Vermuteo y fidelidad
Otro momento álgido son los fines de semana, primero con los desayunos tempranos y sus conocidos “huevos de oro”, perfectos para un brunch. Y después con los vermuts y esas quedadas con amigos que, a veces, se alargan. Proponen distintos combinados integrados por vermut casero, que les traen directamente desde una bodega de las Terres de l’Ebre, y sus clásicos acompañantes: chips, olivas, queso en aceite, etc. También se puede optar por la cerveza, que conservan en unos inmensos tanques, garantizando así que esta se sirva siempre fresca y en su punto óptimo.
Como decíamos al principio, es por todo esto que el local se ha ganado su puesto en el Raval y mantiene un público fiel y variado, que va mucho más allá del turista que visita el centro de Barcelona: familias con niños, abonados de la Filmoteca, vecinos y trabajadores del barrio, gente joven, etc. Todos ellos saben, como nosotros, que La Monroe es uno de esos lugares que siempre, en cualquier momento del día, te dará los resultados esperados.
Fotos: Flaminia Pelazzi.