Olvídate del fast food, del olor a frito, de las hordas de guiris y de los ingredientes congelados. Junto a la plaza Real de Barcelona, uno de los puntos más bellos y turísticos de la ciudad, hay por fin un restaurante donde se recupera el buen hacer en la cocina, con productos de calidad, un trato cercano y un ambiente acogedor.
Viana abrió sus puertas en agosto de la mano de los hermanos Rubén y Miguel Bermúdez, Carlos García y Solomon Tabisaura. Les avala el buen hacer demostrado en Cera 23 y Arume. En poco tiempo, sus pulpadas electrónicas, fiestas amenizadas con dj’s en las que el pulpo es el rey, van ganando adeptos.
El secreto, insisten, es el buen producto y el trato amable y cercano. Algo que cuando llegaron de su Galicia natal no encontraron en muchos de los restaurantes de Barcelona, explican. Precisamente, el nombre con el que han bautizado el local es un pequeño homenaje a Viana do Bolo, el pueblo de Ourense en el que nació uno de los creadores del restaurante.
Cuando uno traspasa la puerta de Viana, en una de las callejuelas que desembocan en la plaza Real, entra en un pequeño establecimiento en el que una docena de mesas y una confortable barra le invitan a parar un momento y a dejar las prisas de la ciudad en la acera. De la decoración, se ha encargado Antonio Iglesias, conocido escaparatista de Vinçon o de Gratacós.
Se ha optado por ornamentar las paredes con fotografías tomadas en la plaza Real y en su entorno, con los clásicos balcones con contraventanas de madera, las farolas del siglo pasado o la ropa tendida del barrio Gótico. Lámparas de diseño y rejillas de ventilación de todas las formas y tamaños acaban de configurar un espacio único.
Viana propone en su carta un recorrido breve pero de lo más variado por la cocina internacional, pasando por el ceviche de marisco y pescado, tan de moda actualmente; siguiendo con unos daditos de atún marinados en soja con manzana y aguacate, o una burrata con tomates del Sorrento, guacamole y vinagreta de frutos secos que te teletransporta a Italia.
Pero las raíces gallegas del local se notan, y de qué manera, con una de sus especialidades: el pulpo gallego con tempura y espuma de patata y alga. Con este plato se resume la filosofía de Viana: un toque innovador y una presentación genial en base a un plato tradicional y suculento.
En la carta no pueden faltar clásicos como el jamón ibérico de bellota o las patatas bravas con su toque especial, además del cochinillo de Soria con crujiente de pera, una de las joyas de Viana.
De hecho, todos sus platos tienen algo que les diferencia de cualquier local de la ciudad: la acurada presentación a cargo del chef Solomon Tabisaura. Con una amplia experiencia a sus espaldas en restaurantes como Noti o Sweet Pacha, en su cocina imprime el carácter del plato hecho con cariño, sin prisas y con producto de la máxima calidad. Para dar su toque final, echa mano de la menta fresca, del eneldo o la salvia que él mismo cultiva en la azotea de este pequeño restaurante.
Como colofón, unos postres a la altura: desde un must como el cheesecake, reversionado, hasta la “torrija (muy) especial de la casa con helado de vainilla”. Y además de una cerveza bien fresca, también encontramos vinos que intentan conciliar lo mejor de cada región. Para los más nocturnos, Viana tiene también una carta de cocktails de elaboración propia.
Si queréis huir de las propuestas enfocadas al turisteo y recuperar el sabor de lo auténtico, Viana es una muy buena opción para revisitar el centro de Barcelona y degustar la cocina hecha como antes: con mimo y sin prisas.
Carrer Vidre, 7
08002 Barcelona Barcelona
España