Membrillo: ¿fruta o dulce? 2 recetas muy fáciles con membrillo
Que el membrillo es una fruta está fuera de duda. Se obtiene del membrillero, un árbol que todavía se encuentra en muchos jardines del sur de la península por sus propiedades decorativas, ya que produce muchas flores y es muy aromático. Pero el membrillo nunca, o casi nunca, se consume crudo, como fruta, ya que su sabor es muy amargo. Por ello hay que cocerlo u hornearlo y claro, ya puestos, la costumbre impone endulzarlo abundantemente por lo que, con los siglos, se ha convertido en un dulce para desayunos, meriendas o postres.
De Persia a Nostradamus
El membrillo es originario de la antigua Persia. Ya se recolectaba en el periodo mesopotámico y parece ser que su cultivo en aquellas tierras es anterior, incluso, al de la manzana. De las guerras con los persas, además de muchas otras cosas, los griegos se llevaron de vuelta a sus ciudades los membrillos. Allí empezaron a cultivarlos y alcanzaron gran popularidad, tanta que el membrillero estaba consagrado a Afrodita, diosa del amor y la fecundidad. El historiador y ensayista Plutarco, que vivió en la Antigua Grecia entre los años 46 y 120 de nuestra era, indica en alguno de sus escritos que las novias griegas de la época mordían un membrillo antes de entrar en la cámara nupcial para ofrecer a sus esposos un beso perfumado.
En cualquier caso, los membrillos cultivados en Creta alcanzaron gran fama, especialmente los producidos en la ciudad de Cydon. De ahí que el nombre científico del membrillo sea Cydonia oblonga. Las transacciones comerciales entre griegos y romanos llevaron el membrillo hasta Roma. Y como los romanos no podían ser menos que los griegos en temas de divinidades, la diosa Venus aparece frecuentemente representada con un membrillo en su mano derecha. Fue en Roma, allá por el siglo cuarto, donde se empezaron a cocer tiras de membrillo en miel para obtener una pasta que comían untándola en pan. Unos tres siglos más tarde se encuentran referencias a jaleas preparadas con zumo de membrillo y miel.
Durante la Edad Media los dulces a base de membrillo ocupaban un lugar destacado en los banquetes de la nobleza. Carlomagno ordenó plantar árboles de membrillo en todos los jardines de la corte. Nostradamus, por su parte, entre profecía y profecía, encontró tiempo para escribir recetas de compota de membrillo. En ellas criticaba a los cocineros de la época que pelaban la fruta antes de cocerla afirmando que, con ello, perdían gran parte del aroma que la piel proporcionaba al producto final.
Desde entonces, el membrillo se ha cultivado de forma continuada en las zonas rurales por su buena conservación, su alto poder energético y la facilidad para cocinarlo en forma de dulce.
Propiedades del membrillo
Cuando adquirimos membrillos, debemos comprobar que estén maduros, pero sin que cedan a la presión de los dedos y también que no tengan golpes. Las pequeñas manchas marrones que acostumbran a tener, como sucede con los plátanos, son naturales y no deben importarnos. Podremos mantenerlos en el frigorífico un par de semanas, pero es importante que los envolvamos en papel de cocina y los coloquemos de modo que no se toquen unos con otros.
El membrillo aporta vitaminas A, B1, B2, B3 y C, además de minerales como sodio, potasio, magnesio, fósforo, calcio y hierro. Su consumo ayuda a mantener buena salud cardiovascular y tiene propiedades astringentes, antisépticas y cicatrizantes.
2 recetas, saladas y dulces, con membrillo
Aunque el membrillo acostumbra a consumirse en dulces, tartas o gelatinas, también resulta muy sabroso como ingrediente de platos salados o como acompañante de carnes y asados. Con la primera de las dos recetas siguientes podemos preparar dulce de membrillo que constituirá un postre de lo más apetecible. Pero, además, podremos utilizarlo como ingrediente de una original y sabrosa ensalada con peras, nueces y queso de cabra.
DULCE DE MEMBRILLO
La siguiente receta para preparar dulce de membrillo es típica de muchas zonas de La Mancha. Dada su buena conservación durante un mes, más o menos, se acostumbra a preparar en cantidades que permitan ir consumiéndolo durante ese tiempo. En esa zona de España se consume en bocadillo a la hora de la merienda o como postre, acompañado de un trozo de buen queso manchego curado.
Ingredientes (para preparar el dulce en cantidad que permita guardarlo e ir consumiéndolo):
- - 2 quilos de membrillos
- - Azúcar blanco (según el peso del puré de membrillo)
- - Mantequilla (sólo para engrasar la fuente en la que depositaremos el dulce)
Preparación:
- Pelamos los membrillos y les quitamos las semillas. A continuación picamos las pulpas en trozos pequeños.
- Echamos la pulpa de los membrillos en una olla con algo menos de un cuarto de litro de agua y la llevamos a hervor. Cuando empiece a hervir, bajamos el fuego, tapamos la olla y mantenemos la cocción unos treinta minutos.
- Pasada la media hora, sacamos el puré resultante del fuego, esperamos a que se enfríe un poco y lo pasamos por un colador para eliminar los grumos.
- Pesamos el puré obtenido. Volvemos a echarlo en la misma olla de la cocción y le incorporamos 250 gramos de azúcar por cada medio quilo de pulpa de membrillo. Removemos bien y cocinamos la mezcla a fuego lento durante 45 minutos sin tapar y removiendo ocasionalmente para que no se pegue.
- Mientras se va cociendo la mezcla, engrasamos una fuente de las que usamos habitualmente para hornear con un poco de mantequilla, sólo para que no se pegue el dulce de membrillo.
- Al acabar la cocción, vertemos la mezcla en la fuente y la distribuimos de manera uniforme. Lo ideal es que el tamaño de la fuente permita que la mezcla alcance una altura de 2,5 a 3 centímetros.
- Dejamos enfriar el dulce de membrillo y, cuando ya esté frío, lo cortamos en cuadrados. Podemos envolverlos en papel anti-grasa o guardarlos en una lata de cierre hermético y se conservarán sin problemas durante un mes, aproximadamente.
ENSALADA DE PERA, MEMBRILLO, NUECES Y QUESO DE CABRA
Se trata de una ensalada ligera que aprovecha las frutas invernales y en la que contrasta el sabor dulce del membrillo con la textura de la pera y la cremosidad del queso de cabra caliente.
Ingredientes (para 2 personas):
- - 300 gramos de lechugas variadas
- - 100 gramos de dulce de membrillo
- - 2 peras
- - 50 gramos de nueces
- - 150 gramos de queso de cabra tipo “rulo”
- - Aceite de oliva
- - Vinagre balsámico
- - Sal
- - Pimienta
Preparación:
- Esta ensalada resulta más apetitosa con diferentes tipos de lechugas y verduras del tiempo, como escarola, hojas de espinaca, col lombarda, hoja de roble, rúcula, etc.. que lavaremos bien y escurriremos con una centrifugadora de ensaladas o con papel de cocina para que no queden húmedas. También puede utilizarse algún paquete de ensalada variada de buena calidad, ya cortada y lavada, de las que están disponibles en los mercados.
- Según el gusto, picamos las nueces con ayuda de una batidora o las rompemos a mano para que los trozos resultantes sean mayores. Reservamos.
- Cortamos el dulce de membrillo en cubos pequeños.
- Lavamos bien las peras y, sin quitarles la piel, las cortamos en rodajas no muy gruesas de las que, una vez cortadas, eliminamos el corazón.
- Repartimos las hojas de lechuga formando una capa sobre un plato ancho para cada comensal. Esparcimos por encima los trozos de nueces, las rodajas de pera y los cubos de dulce de membrillo. Aliñamos al gusto con aceite de oliva virgen, sal y pimienta.
- Mientras preparamos la ensalada, cortamos el queso de cabra en rodajas y las calentamos en una plancha, dándoles la vuelta rápidamente para que se calienten sin llegar a derretirse.
- Colocamos las rodajas de queso caliente sobre el lecho de ensalada, las aliñamos con unas gotas de vinagre balsámico y ya está lista para comer.