Foodies, pasión por la gastronomía y por crear opinión
Foodie es un término inglés informal que define a una clase particular de individuos, los aficionados a la comida que dedican la mayor parte de su tiempo libre a conocer todo lo relacionado con ella. La palabra fue creada en 1984 por Paul Levy, Ann Barr y Mat Sloan para su libro, The Official Foodie Handbook (El manual oficial para los foodies).
No se debe confundir a un foodie con un gourmet. Mientras que éste es una persona de gusto refinado y paladar muy entrenado, que conoce los platos de cocina más sofisticados y en ocasiones es un profesional de la industria alimentaria, un foodie es un amateur que tiene un interés ardiente e incisivo y una curiosidad sin límites por todo lo relacionado con la comida. El número de foodies en todo el mundo no ha hecho más que aumentar en los últimos años, de modo que hoy en día se puede hablar sin caer en exageraciones de “movimiento foodie”.
Sus intereses van desde la industria y distribución de alimentos a la cata de vinos; los análisis de restaurantes ya sean de alto nivel, rurales o de comida callejera; la nutrición o los mercados. Pero a estos ingredientes les falta un componente último, la necesidad perentoria de los foodies de volcar lo antes posible sus opiniones y fotos en las redes sociales y blogs con el objetivo de captar seguidores que avalen sus opiniones. Un foodie sin seguidores no cuenta en este mundo, en cambio, el que los tiene es un influenciador, un auténtico agente de opinión.
Existen publicaciones especializadas en este movimiento, como Apicius, que para muchos es “la biblia del foodie” o Kinfolk Magazine; programas de televisión, como Foodie PLANET, que en España puede verse, por ejemplo, a través de Canal Cocina y, como tendencia cada vez más en auge, el “turismo foodie”. Se trata de planificar los viajes de vacaciones no por los aspectos lúdicos, culturales o de relax que motivan al resto de los mortales, sino para conocer la comida y todo lo relacionado con la misma de una región o país en concreto.
Tickets, de Albert Adrià, cita imprescindible para cualquier foodie.
Numerosas agencias de viajes ya tienen secciones dedicadas a este turismo orientado al mundo de la comida e incluso hay alguna, en Barcelona por ejemplo, totalmente dedicada al mismo. Las actividades que ofrecen abarcan vacaciones culinarias en regiones como el Priorat o el Penedés, incluyendo visitas a restaurantes y bodegas acompañados por un chef especializado. También catas de vinos, de quesos, recorridos de fin de semana por pastelerías con degustación de sus productos, asistencia a cursos de cocina local, etc.
El foodie que viaja por su cuenta planifica la visita a una ciudad para conocer tabernas, tiendas de caramelos, restaurantes de cocina de autor, de tapas, tiendas de bocadillos, pasteles, tiendas gourmet y de delicatessen, libros sobre gastronomía, etc. Luego, rellena el resto de su tiempo recorriendo la ciudad y sus museos y monumentos.
El Celler de Can Roca.
Este fenómeno que no para de crecer debería ser tenido en consideración por cuantos se mueven en el terreno de la gastronomía, ya que está generando más y más grupos de opinión. La mayoría de usuarios de internet se están decantando cada vez más por las opiniones que se ofrecen sobre los múltiples temas que descubren en las páginas foodies, evaluación de restaurantes, calificación de vinos, indicaciones sobre productos ecológicos orgánicos o consejos sobre salud en nutrición, ofrecidas por gente “como ellos”, antes que seguir lo que los “mismos de siempre” cuentan o recomiendan.