Glosario gastronómico de postureo III
Por aclamación popular y porque no hay dos sin tres (tampoco sin uno), llega una nueva entrega del glosario gastronómico más innecesario jamás escrito con cinco nuevos conceptos que te pueden hacer parecer más entendido en gastronomía. Esta tercera entrega, probablemente la más desquiciada, incluye sexo, coreanos zumbados, proteínas despechadas y también alguna cosa útil. Ya sabes, Gastronosfera presenta los palabros y tú los combinas con gracia. Si lo haces bien, serás el centro de cualquier gastroconversación. Para bien o para mal.
Kale: Es un vegetal del género de las brassicas, al que también pertenecen la col, el brócoli, la coliflor, el colinabo y otras muchas plantas herbáceas. El caso es que la col Kale, más conocida en estos lares como col rizada, se ha puesto de moda en Estados Unidos por sus múltiples virtudes nutricionales: contiene grandes cantidades de antioxidantes, hierro, calcio, vitamina C, vitamina K y vitamina A. Además, se le atribuyen efectos beneficiosos para el hígado y el sistema cardiovascular. Es un súper alimento, vaya, sobre todo si lo consumes con sentido común y no como manda la tradición en la Baja Sajonia, donde la la gente se reúne en un campo nevado para jugar a bolos y emponzoñarse de aguardiente para, después, acudir a una taberna a ingerir dosis masivas de kale, salchichas ahumadas y cerveza.
Sexetarianismo: No sé yo si los redactores de Strambotic nos están intentando colar un gol pero, a veces, la ficción parece más real que la realidad. Éste es uno de esos casos. Los sexetarianos son un grupo de veganos extremos que no mantienen relaciones sexuales con personas que coman carne. Sostienen su particular celibato carnívoro en motivos de salud, "a través de los fluidos corporales se transmiten todos esos subproductos de los animales que repudiamos", y proselitistas, "si comes carne no vas a probar mi carne". Lo dicho, no sé si será cierto o no, pero me encanta creer que hay gente así de iluminada.
Kimchi: No se trata de un grito de guerra japonés pero casi, ya que sustituye a nuestro “Luiiis” cuando un grupo de coreanos quiere hacerse una foto. Y es que el Kimchi –verduras fermentadas en una mezcla de ajo, sal, vinagre, guindillas y otras especias– es la comida más popular de Corea, donde se estima un consumo anual de 18 kilos por persona. Lo comen desde el desayuno a la cena, servido como acompañamiento en el contexto de una comida compuesta por diversos platos o bien como ingrediente de una receta en particular. Su sabor –salado y picante– no admite medias tintas: o lo odias o te engancha. Yo, particularmente, soy un yonki del kimchi, y mejor para mí: son varias las publicaciones que lo consideran una de las comidas más saludables del mundo.
Meokbang: No nos movemos de Corea para explicar algo que no acabo de entender, pero que me fascina, y de lo que me entero a través de Decuina.net. Meokbang es la contracción del verbo “meokda” –comer, en Coreano– y “bangsong” –que en el mismo idioma significa “en vivo”–. Así, el meokbang es un fenómeno muy popular en Corea que consiste en mirar a gente comiendo por televisión o en streaming. El responsable del canal gastronómico coreano Olive, Seo Won-yea, declaró al periódico The Korea Herald que el meokbang es popular porque "muchos espectadores se sienten identificados y es un contenido muy relajante". Me parece más creíble la explicación que ofrece la publicación online Dailian, también coreana, que apunta a que este tipo de vídeos se miran para paliar la tristeza que se siente al comer sin compañía.
El meokbang no es el invento de algún productor majareta sino que nace de los espectadores y se populariza en Afreeka.tv, una especie de YouTube coreano en el que los usuarios que generan contenidos cobran por las visualizaciones. Sí, sí… mirar a gente comer, lo has entendido bien.
Gluten: Te suena, ¿verdad? Como muy bien cuenta mi venerado Comidista en su post La paranoia anti gluten, esta proteína presente de forma natural en muchos cereales (trigo, centeno, cebada y avena) está siendo injustamente vapuleada y sólo la deberían evitar las personas celíacas.
El gluten, entre otras cosas, sirve para que el pan que comemos sea firme y esponjoso, porque durante el amasado desarrolla una red invisible que mantiene la estructura de la masa y contiene los gases de la fermentación que se producen durante los reposos previos al horneado y que se traducen en una miga alveolada. El gluten permite también que la pasta se pueda estirar sin romperla, es decir, permite el espagueti. El gluten es bello, es felicidad y es, probablemente, la proteína más despreciada a día de hoy. A no ser que te lo diga tu médico, no dejes el gluten: él nunca lo haría.