Harlem Jazz Club, 25 años haciendo historia en Barcelona

Veinticinco años en el barrio Gótico de Barcelona; veinticinco años durante los cuales el barrio se ha hecho grande muy deprisa; veinticinco años que le han permitido ver cómo un barrio empachado de heroína hasta muy entrados los noventa se convertía en uno, ahora, ebrio de cócteles escandinavos. Veinticinco años –y esto es lo que importa– durante los cuales Harlem Jazz Club ha estado muy atento a lo que entraba por el puerto y a lo que salía del Taller de Músicos, a los nuevos instrumentos, a los nuevos barceloneses y a las mezclas urbanas. Cinco lustros programando conciertos de grupos que, tal vez años después, llenarían auditorios. “No ha sido nunca un lugar de vanguardia ni de moda”, nos dice Daniel Negro, programador y una de las almas del local, “pero siempre ha mantenido un punto de transgresión”. Transgresor, sin ir más lejos, por la idea de abrir en la calle Comtessa de Sobradiel cuando el barrio no era el que es hoy. En segundo lugar, por intentar programar jazz hecho en casa y en un formato un poco diferente cuando en Barcelona la hegemonía la tenía la Cova del Drac. Cuando la influencia de La leyenda del tiempo, el revolucionario disco de Camarón de la Isla, empezaba a esparcirse por todas partes, el Harlem acogía algunos de aquellos jóvenes músicos, como Raimundo Amador o Jorge Pardo, que abrían fronteras en el flamenco. Más tarde, con la llegada en los noventa de mano de obra de otros países a Barcelona, el Harlem se llena de nuevos sonidos africanos y latinoamericanos y el jazz se diluye en su escenario en un guirigay de músicas que entonces todavía no tenía la etiqueta hoy embrutecida de fusión. Veinticinco años después puede parecer que quedan pocas vetas por explotar en la mina que el Harlem abrió entonces. Aún así, se esfuerzan semana tras semana de martes a domingo para ofrecer conciertos de calidad a un público que pocas veces llega totalmente despistado. O esto o reducen la actuación al mínimo y la música cede a ciclos de cuentos para adultos, el sábado a las ocho y media, que ya hace quince años que se hacen. En la celebración de su cuarto de siglo, el Harlem se reivindica a él mismo como lugar de encuentro de músicas de todas partes con el jazz como tronco que cohesiona. Todavía ahora. Veinticinco años después y en una ciudad más mestiza que nunca. Texto de Adrià Crespo y foto de Claudio Valdés.