Harlem Jazz Club, toda una experiencia musical
“El Harlem Jazz Club es un espacio de libertad, de creatividad y de transgresión artística”, defiende Daniel Negro, quien abrió esta sala en 1987 en el barrio Gótico de Barcelona, y ha programado conciertos de música en vivo de manera ininterrumpida –con el paréntesis obligado de los meses de confinamiento– durante más de tres décadas. Una sala dedicada al jazz, pero también a otras músicas afines como el soul, el blues o el swing, y a los sonidos cubanos, latinos y africanos. “En el Harlem no hay limitaciones de estilo, eso lo inventaron las discográficas”, defiende su fundador.
Cuna y trampolín de artistas
Con esta filosofía, a día de hoy, en el Harlem Jazz Club se han hecho unos ocho mil conciertos, que han reunido cerca de dos millones de aficionados a la música. “No hay grandes equipos de sonido ni de luz, todo depende del contacto directo y de la complicidad que se establezca entre el músico y su público”, expone Negro, y hace referencia al ambiente íntimo que caracteriza el Harlem, una sala de aforo mediano, con mucha cercanía entre el escenario y la audiencia.
Aquí han dado los primeros pasos algunos de los principales músicos y bandas de Barcelona, y muchos otros artistas internacionales y del resto del estado. Y esto se ha convertido en otro de los grandes valores de la sala: “La experiencia nos dice que muchos de los artistas que empiezan aquí luego consiguen un gran reconocimiento y les contratan los grandes festivales. El mérito es del artista, obviamente, pero si no hubiera sido por lugares como el Harlem quizás no hubieran tenido la oportunidad”, afirma Negro.
Entre la infinidad de ejemplos encontramos nombres como la banda de fusión Ojos de Brujo; el músico y productor cubano Descember Bueno, que, entre otros méritos, atesora algunos Grammy Latinos por su colaboración con Enrique Iglesias; o el pianista jazz Brad Mehldau, uno de los más importantes del panorama internacional que, según Negro, “cuando venía a Barcelona, y todavía no lo conocía nadie, actuaba en nuestra sala”.
Una programación que no para
El Harlem, que fue el primer Voll Damm Jazz Club del estado, prepara conciertos de jueves a sábado. Los jueves recuperan las Blues Jam Sessions, que por las restricciones sanitarias y las limitaciones de aforo se habían visto paradas, pero lo hacen con un formato algo más reducido y con un número específico de músicos y artistas invitados que subirán al escenario. El resto de días, se mantiene la programación habitual que contará con conciertos como los de Martha & The Stewards, Leite & Orquesta Resiliente, The Blue Hot Jellies, Virgina & The Woolfs, Mata Duquela Swing Band y Nika Mills & The Band, entre otros.
También conviene estar atentos a las programaciones de festivales como BarnaSants, Simfònic y el Festival Internacional de Jazz, ya que el Harlem suele acoger algunos de sus conciertos. Además, desde la misma sala organizan festivales propios como el Fem.musica, que quiere dar visibilidad a la música de mujeres artistas, y el Festival Inauditus, con propuestas musicales poco habituales en espacios insólitos como una limusina o una sala de masajes , entre otros. “Organizamos uno en un comedor social. Es nuestra manera de hacer conciertos solidarios, pero no buscamos conseguir dinero, lo que queremos es que esas personas con necesidades sean las que disfruten de la música”, apunta Negro.
Abierto a todo el mundo
Adaptado a todas las medidas de seguridad que se van estableciendo en función de la evolución de la pandemia, el Harlem Jazz Club nos espera durante estos meses veraniegos para seguir sorprendiéndonos con su magia y su encanto especial. “Aquí puedes encontrarte con un famoso actuando de manera inesperada, disfrutar de la música de manera informal mientras tomas una cerveza o escuchar artistas que tiempo después serán reconocidos”, recalca Negro, y recuerda que, en el Harlem Jazz Club, todo el mundo se siente cómodo. “No importa la edad que tenga o como venga vestido, aquí lo que verdaderamente cuenta es la música”, concluye.
FOTOS: Flaminia Pelazzi