/ Fritos

Con su corteza dorada y crujiente, el pollo frito es probablemente uno de los placeres más jugosos y adictivos que conocemos. Algunas cadenas de comida rápida estadounidenses le han dado fama mundial pero lo cierto es que este plato está presente en el recetario tradicional de muchos países desde hace décadas. Sin miedo al exceso de calorías, estas seis recetas nos invitan a pringarnos las manos y a saborear el pollo frito de maneras bien diferentes.

La tempura es la técnica de rebozado de moda, y me parece que no será una moda pasajera porque ofrece grandes ventajas respecto a otras formas de cubrir, tapar o envolver los alimentos. Nos ha llegado a través de la proliferación de restaurantes japoneses, pero es una técnica originaria de China que lleva un nombre de origen latino porque al Japón la llevaron misioneros jesuitas.

La línea que separa a un frito etéreo y crujiente de una fritanga aceitosa es muy fina, y, aunque a todos nos gustaría que nos quedaran los buñuelos o los rebozados como si fueran nubes comestibles, a menudo el resultado se parece más a un zapato mojado que a otra cosa. Freír no es fácil, y conviene aprender a diferenciar aceites, temperaturas y métodos si se quiere hacer correctamente.

Albert Marimon, chef de los restaurantes La Cava (Tàrrega), El Fogó y El Xiringuito Aigua, ambos en Barcelona, explica para Gastronosfera cómo preparar un atún marinado con setas confitadas y cremoso de patata 'ratte'. Una receta original con la que sorprender a familiares y amigos y, además, sin grandes complicaciones para su elaboración.

Definida por la Wikipedia como el “proceso de cocción de alimentos por inmersión en un aceite o grasa comestible que está a una temperatura superior al punto de ebullición del agua, por lo general 150 a 200 ° C”, la fritura es una técnica que, cuando está bien elaborada, nos ofrece un resultado maravilloso en el que los alimentos quedan crujientes y dorados por fuera, jugosos por dentro, y la “magia” de no haber absorbido prácticamente nada de aceite.