Bretzels o pretzels: historia de los lazos de pan alemanes
Llaman la atención por su forma y sorprenden al primer bocado. Los bretzels o pretzels son unos nudos o lazos de pan horneados, típicos de la cocina alemana, aunque se han extendido por el mundo, y pueden encontrarse en supermercados y otros establecimientos.
De corteza exterior crujiente e interior esponjoso y suave, los bretzels se elaboran con harina, agua, levadura y sal. Suelen ser salados, aunque también existen variedades dulces, que pueden incluir chocolate, crema, azúcar o canela.
Símbolo de tradición y sabor, los pretzels pueden degustarse en muchas panaderías alemanas, aunque también es habitual encontrarlos en puestos callejeros.
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Historia de los bretzels
Como ocurre con muchos alimentos típicos, el origen de los bretzels no es exacto. Muchos lo sitúan en la antigua Roma, como un pan que representaba la figura de un niño rezando y se daba a los menores como recompensa por aprender sus primeras oraciones.
Un origen religioso que dista de cómo los conocemos hoy. En este caso, su origen se sitúa en la Edad Media, concretamente, en las regiones de Alemania y Francia. Al parecer, en esa época, los monjes elaboraban un pan con forma de brazos cruzados en señal de oración, que representaba la Trinidad (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo).
Así, el bretzel se convirtió en un símbolo cristiano asociado con la cruz y la fe, que empezó a extenderse por Europa. En la Edad Media, este genuino pan llegó a ser considerado un alimento festivo e incluso se le otorgó el poder de la buena suerte. De ahí que, en algunos lugares, se colgaba un bretzel en las puertas de las casas como un amuleto.
Con la inmigración alemana a América se introdujeron los bretzels que, como hemos explicado, se pueden encontrar en casi todo el mundo, donde se disfrutan en su versión original (y salada) o en la dulce.
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Curiosidades sobre los pretzels
Son muchas las singularidades de estos panes de forma retorcida, empezando por el nombre. Bretzel deriva del latín bracellus, que significa brazo pequeño.
El bretzel puede ser de pan blando o galleta. Lo hay de distintos tamaños, siendo grande el original, aunque los hay pequeños, la mayoría empaquetados como snacks.
Aunque mucha gente asocia su consumo con la Oktoberfest (la mayor fiesta de la cerveza del mundo, que se celebra entre septiembre y octubre en Alemania), estos panes forman parte del día a día de los germanos, que los toman en el desayuno, la merienda o como acompañamiento de distintos platos.
Otra curiosidad es que los alemanes tienen su Gran Pretzel de Año Nuevo, que se elabora haciendo una trenza con tres hebras de masa, entre las que se esconden monedas. En lugar de uvas, toman este enorme bretzel a las 12 de la noche del 31 de diciembre al 1 de enero. Una tradición que trae buena suerte, sobre todo, a quien encuentra una moneda.
Si te preguntas por qué los bretzels tienen un aspecto dorado, su apariencia brillante se debe a que, para elaborarlos, se sumergen en una solución alcalina que le aporta su característico sabor y un aspecto apetecible.
Todas estas curiosidades convierten a este pan alemán en una pieza muy especial, hasta el punto en que existe una propuesta para incluir al bretzel como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, donde compartiría reconocimiento con la sidra asturiana o las tamboradas.
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Receta de pretzels
Conocida la historia y singularidades de estos emblemáticos panes alemanes, es hora de aprender a elaborarlos. Un proceso que lleva su tiempo, aunque puede resultar muy entretenido para los más pequeños.
Ingredientes:
- 250 g de harina de trigo
5 g de levadura fresca
12 g de mantequilla
1 huevo
Bicarbonato sódico
Agua
Sal
Sal gorda (para decorar)
Elaboración:
En un recipiente hondo, desmenuzamos la levadura con los dedos y la mezclamos con la harina, el agua, la mantequilla (a temperatura ambiente) y la sal.
Mezclamos bien con una cuchara y, cuando ya no podamos seguir, amasamos con las manos sobre una superficie limpia, hasta que quede lisa.
A continuación, devolvemos la masa al recipiente, cubrimos con un trapo y dejamos que repose una hora.
Después, apretamos la masa con el puño y volvemos a amasarla suavemente.
Ahora toca dar forma a los bretzels. Para ello, dividimos la masa en seis porciones, lo más parecidas posibles.
Estiramos cada porción y hacemos cilindros alargados y finos, con los que daremos forma a los bretzels.
A continuación, los colocamos en una bandeja de horno con papel, los tapamos de nuevo y dejamos que fermenten.
Mientras, ponemos agua y bicarbonato en una olla hasta que hierva. Entonces, metemos los bretzels y los mantenemos unos 20 segundos por cada lado.
Los retiramos y los colocamos en una bandeja de horno. Batimos un huevo y pincelamos cada bretzel. Añadimos un poco de sal gruesa (o semillas de sésamo y chía) por encima y los metemos en el horno, a 240 grados, unos 15 minutos. Los sacamos y dejamos que se enfríen.
Si los queremos dulces, podemos bañarlos en chocolate, y servirlos.
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