Entre las bambalinas del Lliure de Gràcia
Independencia y calidad son la seña de identidad de la programación del Teatre Lliure desde sus inicios en 1976, con el estreno de Camí de nit, con texto y dirección de Lluís Pasqual. Empezaba entonces su trayectoria en Barcelona una nueva sala que presentaba un teatro catalán "como hecho normal". Fundado como una cooperativa teatral, con una quincena de personas procedentes del teatro independiente, y bajo el liderazgo indiscutible de Fabià Puigserver, el teatro imponía además un nuevo modelo en el que los artistas se convertían en responsables de todo el proceso de creación escénica, desde el diseño del programa hasta la disposición del público de la sala. La Fundación, pero, tenía una asignatura pendiente: el proyecto de rehabilitación del Lliure de Gràcia, que fue cerrado por razones de seguridad en el inicio de la dirección de Àlex Rigola.En septiembre de 2010 abría de nuevos sus puertas, haciendo gala de una profunda remodelación y adecuación técnica, a cargo del arquitecto Francesc Guàrdia. Con un espacio de 2.152 metros cuadrados, la sala del Lliure de Gràcia substituye el Espai Lliure del recinto de Montjuïc. La emblemática escalera ha sido decorada por Frederic Amat, patrón del Lliure, que ha diseñado una ‘Pluja de sang’: centenares de gotas rojas que tanto podrían ser una “celebración dionisíaca” como el telón del teatro que se diluye por las paredes. Con el clásico de Tenessee Williams ‘Gata sobre teulada de zinc calenta’, en versión “libre” (lliure en castellano) de Rigola, el Lliure volvía a su cuna: Gràcia, el barri de efervescencia artística. El bar del Lliure de Gràcia se ha erigido en pocos meses en un punto de encuentro del barrio. Hacer una cerveza, picar algo y conversar, no sólo en las noches de función. Cada noche se oyen conversaciones pirotécnicas sobre arte por parte de diferentes generaciones. Opiniones únicas, voluntad cívica. Transgresión artística. El espíritu del Lliure. Como cantaba Jaume Sisa, cualquier noche puede salir el sol.