¡Estos amigurumis están para comérselos a bocados!
¡Estos amigurumis están para comérselos a bocados!
Los amigurumis (muñequitos creados con croché y rellenos de espuma) están de moda. Y los foodies también quieren los suyos: de comida.

El ganchillo freestyle, lejos de ser una nueva tendencia, es ya una opción de ocio extendida entre gente de todas las edades. Una de las formas que adopta es la de los amigurumis, es decir, muñequitos creados con la técnica del croché y rellenos de espuma. Estas pequeñas figuras, parecidas a los peluches, son una parte fundamental de la cultura japonesa kawaii, que significa “mono” o “adorable” y cuyo máximo exponente es Hello Kitty.

pastel grande

Según el kawaii, los amigurumis deberían enternecernos. Cada muñeco está hecho a mano y con cariño, y por lo tanto debería provocar una emoción única. Esto no se limita a los muñecos con forma de osito o bebé, sino que también se aplica a los amigurumis con forma de comida, que en la cultura japonesa toman el aspecto sobre todo del sushi. Ahora bien, con la popularización de esta técnica en otros países, hay multitud de platos occidentales que ya han encontrado su versión en ganchillo. Algunos ejemplos son las bolitas crujientes de queso, el sándwich (Waldorf Mama propone que lleve lechuga y bacon), el queso gourmet (Eternal Sunshine ha tejido roquefort y queso de cabra, entre otros) y el clásico alioli.

Amigurumi

Merecen una mención aparte el plato de pescado de Cardigan y la gran variedad de carnes que se pueden encontrar en The Wool Butchery. Estos alimentos de lana están tan bien conseguidos que hay que mirar la fotografía dos veces antes de darse cuenta de que no se trata de comida real:

Amigurumi

Todas estas imágenes y muchas más han aparecido ya en la sección Saturday’s Crochet Market del blog Las Teje y Maneje. Detrás de él está Ingrid Valls, diseñadora gráfica y community manager de Barcelona que descubrió el amigurumi hace siete años mientras curioseaba en una librería japonesa de Sydney.

Ahora imparte varios talleres para enseñar a hacerlos. A veces, cuando ha terminado varias sesiones con el mismo grupo de personas, los termina con comida: “Muchas veces el último día yo misma preparo una merendola con bizcocho o madalenas caseras, pero algún día, si el taller ha sido por la mañana, lo he terminado con un vermut o con unas cañas”. Sus tíos son los responsables de un negocio centenario que antes habían regentado sus abuelos y sus bisabuelos: una parada de fruta y verdura del barcelonés mercado de La Boqueria a la que ella rindió homenaje con este amigurumi:

Amigurumi

Muchos amigurumis de comida tienen forma de postres o chucherías porque, según la cultura kawaii, deberían transmitir dulzura. Cupcakes, rosquillas y galletas son algunos de los más habituales. Lucía Sánchez, del blog Lanukas, es la creadora de este pastel (y el del montaje inicial). Y por lo que respecta a las galletas con forma de botón, son fruto de un intercambio que realizó con el blog Cupcake Creativo.

Amigurumi

A Lucía, que forma parte de una familia de manitas, le hace feliz ver cómo en los últimos años “nos hemos cansado de ir todos iguales y se ha puesto de moda el movimiento házlo tú mismo”. Para ella, existe un nexo entre la cocina y el croché que son “las ganas de crear algo con tus propias manos”. A sus talleres de mercería moderna a domicilio, se llevaría un bizcocho casero que acompañaría con té. Los mismo opina Rosa de Lima sobre la comida, aunque ella prefiere una infusión de menta o melisa.

Rosa es la responsable del blog Delimalimon Craft (que es también el nombre de su marca de ganchillo creativo) e imparte talleres de croché y ocio saludable. Todo esto, sólo cinco años después de empezar a tejer, un hábito que adquirió durante la baja de maternidad de su primer hijo. Algunos de los amigurumis que ha hecho son estos dos de setas y cupcakes:

Amigurumi

En la ciudad de Rosa, L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), hay un movimiento de urban knitting llamado Teixim el Barri (“tejamos el barrio”, en catalán), que sigue el ejemplo de otras ciudades como Madrid, Bilbao, Valencia o Zaragoza.

Texto de Alba Serrano