Música, carpas y cenas: una nueva visión del circo
Me resulta difícil hablar del grupo Antònia Font sin caer en clichés sobre su originalidad, creatividad y capacidad absoluta para crear un mundo particular donde los estilos se confunden, un discurso musical que es mucho más que una suma de canciones. Tan difícil me resulta que tras intentarlo tres veces he renunciado a ello. Creo que mi primera frase es a la vez un buen resumen y el reconocimiento público de mi fracaso. No me importa, es justamente ésa la descripción de lo que viví en el concierto de este sábado 20 de Abril bajo la carpa del Circ Cric. Circo + cena bajo la carpa + música en directo es un combo muy difícil de batir. Pocas ofertas pueden llegar a un abanico de público que va desde el padre de familia neo hippie con peinado estilo Jaume Sisa hasta el gafapasta muy moderno con pantalones pitillo. A ambos los he visto en música bajo la carpa. En un circo la memoria emocional funciona dopada: memory on steroids. Un chute para la emoción. En este entorno especial, la música de Antònia Font adquirió un músculo especialmente poderoso en su ejercicio de transportar al público a través de las cuarenta canciones deliciosas y breves que componen su último trabajo (algunas son como un jodido coitus interruptus, tan placenteras y breves). Además, como este año el festival cuenta con las novedades de poder cenar en mesas a dos metros del escenario y con una barra a pie de pista donde reponer existencias de material fungible, la experiencia fue completa. Situado a los pies del Montseny, el Circ Cric ha recuperado la dignidad de un sector que cayó en desgracia: sucedió cuando ver animales paseados en jaulas ridículamente pequeñas para saltar a través de un aro de fuego hostigados por la amenaza de un látigo dejó de parecernos gracioso. Esa etapa quedó atrás y hoy el circo respira aires renovados. A través de una propuesta lúdica y de calidad artística, el Circ Cric fundado por el payaso Tortell Poltrona nos ha devuelto a algunos las ganas de volver a la carpa, a sonreír. Y para que la oferta sea más irresistible que los morritos de Scarlett Johanson, desde hace cuatro ediciones ofrece, además, un festival anual multidisciplinar. Multidisciplinar, podría buscar una palabra menos pretenciosa, pero me seducen las sílabas yuxtapuestas, Heh! La oferta del festival se extiende durante los meses de Abril, Mayo y Junio. Y se cuenta con la posibilidad de acudir a espectáculos de circo tradicional (o no tanto, porque no es muy tradicional el asunto de esas batallas de payasos que emulan las batallas de raperos en busca del verso más faltón y penetrante. En este caso, se batalla por las risas). Pero también música y teatro pueden ser las opciones escogidas. Abundan las razones para acercarse y regalarse ese par de horitas de viaje a la emoción. Algunos extras que incluye cada función son, por ejemplo, tener que llegar hasta la allí, esos fantásticos metros finales de camino sin asfaltar por entre el bosque para, tras la curva, llegar a la explanada de la carpa… a mí personalmente me mariposean levemente el estómago. Peterpanesco que es uno. Y luego está ese gran lujo que es contar con la posibilidad de zampar en el comedor del personal, la carpa ‘Cuinetes’. ¡ATENCIÓN!, siempre si se reserva previamente, se puede compartir menú casero con los artistas. Y cuando digo casero es casero: si los artistas comen macarrones tú comes macarrones, y si los artistas comen pollo con patatas pues tú pollo con patatas. Porque la experiencia es ésa: compartir mesa con la tripulación de la nave y darle un bocado conjunto a ese ratito de realidad. En este detalle se aprecia la "percusión" del grupo Antònia Font: cazos y paellas. Cómo no amar a este grupo… En todo caso, antes, durante y después de las funciones o conciertos, la carpa ofrece diversos platillos y postres a elegir para que el espectador pueda optar incluso a llevarse los platos a pie de pista y cenar disfrutando del show. No hay camareros por supuesto, esto es el circo y no un club de Music-Hall para mafiosos ricachones y decadentes. Llévese usted mismo el plato y disfrute. Participe, ría, coma y cante. Y eso sí, estamos en la montaña, o sea que no olvide su rebequita protectora de sufrido urbanita. Hágame caso y me lo agradecerá. Circo, música y cena, un combo sin igual: WA YEAH!