Temporada de castañas: cómo disfrutar del fruto otoñal
Gastronómicamente, el otoño es sinónimo de productos de temporada tan identitarios como las setas y los boniatos, y también de las castañas, que tienen una estacionalidad que se alarga hasta finales de enero. Y es que, desde que los romanos lo introdujeron en la península ibérica, el particular fruto seco se ha convertido en uno de los alimentos otoñales más típicos de los países que viven en la Mediterránea.
Propiedades y creencias
Las castañas son una gran fuente de energía. Contienen vitaminas, muchos más hidratos de carbono que los frutos secos tradicionales (y por eso tienen importantes efectos saciantes), calcio, magnesio, fósforo y son bajas en grasas (nos pueden ayudar a adelgazar). Nos protegen del frío y nos aportan el calor necesario para esta época, cerca del invierno.
Aunque pueden mejorar nuestro tránsito intestinal, se tiene que tener en cuenta que las personas con un sistema digestivo débil no deben abusar del ingrediente. Además, siempre hace falta controlar su (a veces, difícil) cocción, ya que si las castañas no están bien hechas pueden provocar flatulencias y distintos problemas gástricos.
Además de las propiedades que los especialistas en nutrición han atribuido a la castaña, el fruto seco cuenta con un gran repertorio de creencias que lo rodean con mucho misterio. De esta manera, según la medicina tradicional japonesa, las castañas son favorables para los riñones, y son también indicadas para las personas que padecen retención de líquidos y dolores lumbares. En España, por ejemplo, también hay una creencia popular que dice que llevar una castaña en el bolsillo cura la migraña y el dolor de cabeza.
¿Cómo cocerlas en casa?
En esta época del año, las calles se impregnan de un inconfundible aroma que demuestra que nos encontramos en otoño. Es el olor de castaña que proviene de muchas paradas que se instalan en las principales vías de nuestros pueblos y ciudades. Si preferís cocinarlas vosotros mismos, lo podéis hacer de muchas maneras distintas: a la brasa, a la paella, e incluso al horno. En todos los casos tenéis que tener presente que como la cáscara de la castaña es bastante dura, es indispensable aseguraros que tenga una óptima cocción para así evitar cualquier posibilidad de indigestión.
Una de las mejores maneras de tostar las castañas es cocerlas a la brasa, con leña o carbón. Aún así, también lo podéis hacer con una paella de agujeros, ya que estas permiten que el fuego traspase la paella y que las castañas se cocinen a la perfección. Para conseguirlo, seguid estos sencillos pasos:
- Hacer pequeños cortes en la parte superior de la castaña para que no explote.
- Dejarlas en fuego lento durante unos 20 minutos e ir removiéndolas.
- Preparar un vaso con agua y, de vez en cuando, mojar las castañas. De esta manera no quedarán tan secas y se ralentizará el tostado exterior. ¡No se nos quemarán y quedarán bien cocidas de dentro!
- La cáscara se irá tostando progresivamente. Cuando esté de una tonalidad casi negra, las sacaremos y las pondremos en cornetes de periódico. ¡Y a disfrutar!
También se pueden hacer al horno:
- Después de limpiarlas y secarlas bien, podéis hacer los respectivos cortes.
- Mientras, precalentar el horno a unos 200 grados. Cuando esté listo pondremos las castañas encima de la bandeja y las introduciremos durante unos 30 minutos a la misma temperatura.
- Será solo cuestión de observar cómo va evolucionando la cocción. Cuando lleven la mitad de tiempo dentro del horno les podéis dar la vuelta para que se hagan bien por ambos lados.
Creaciones de todo tipo
El otoño no sería lo mismo sin las castañas. Un alimento que, además de ser suficientemente sabroso como para comerse solo cocido, también es un ingrediente que hoy en día se usa para una gran amalgama de recetas, desde sopas y cremas hasta postres como flanes y pasteles, infusiones, helados y licores. ¡Incluso existen cervezas en las cuales es la estrella indiscutible!