Origen y curiosidades de los macarrones con queso
¿A quién no le gusta un buen plato de macarrones con queso? Es un plato sencillo y muy rico que triunfa entre todos, niños y mayores. Son muchos países que reclaman su autoría aunque parece ser que su origen está en el continente europeo. La primera de las versiones, se remonta a la Antigua Grecia. En concreto, a una colonia fundada en Nápoles donde se cocinaba pasta de harina en agua hirviendo, se untaba en mantequilla y finalmente se coronaba con queso molido. Otros, sin embargo, aseguran que su nacimiento está en Zermatt, en los Alpes Suizos. De hecho, en este lugar se sigue preparando la receta con el nombre de Älplermagronen o “macarrones de los Alpes”. Estos deben su nombre a los pastores que vivían en la montaña y tenían que llevarse su propia comida. La pasta seca no pesaba mucho y el queso lo hacía el mismo pastor. En la actualidad a esta receta básica le incluyen jugo de manzana, tocino y cebolla caramelizada.
Pero, sin duda, el país que se lleva el gato al agua es Estados Unidos, siendo uno de sus platos clásicos por excelencia. Tanto es así que el 14 de julio se instauró como el día “Mac&Cheese”. Y es que a pesar de que en EEUU se han comido desde siempre, no fue hasta 1937 cuando la empresa alimenticia Kraft Foods lanzó al mercado una receta instantánea de los macarrones con queso Velveeta (un tipo de queso procesado). Cena de caja azul con la que muchos estadounidenses crecieron y que se hizo mucho más popular durante la II Guerra Mundial por su bajo precio. Tal es la popularidad de esta creación que son muchos los que nunca los han probado cocinados con queso real.
Eso sí, hay que tener en cuenta que lo que conocemos en España como macarrones difiere de la forma real que tiene en el resto de países. En éstos la pasta tiene forma de tubo redondeado, más coro y grueso.
Trucos para hacer unos buenos macarrones con queso
- Es importante que queden al dente o incluso un poco crudos. Para eso, cuécelos unos dos minutos menos de lo que se indique en el paquete.
- Compra un trozo de queso cheddar en cuña y rállalo tú. Esto garantiza que tenga la humedad adecuada para un buen fundido del producto.
- Combina un queso cheddar, el más típico en esta receta, con otro más fundente como uno tipo gruyère, gouda o emmental.
- Elabora una salsa con bechamel ligera. Para lograr su sabor más característico parte de la bechamel y luego añádele los quesos.
- Si quieres que tengan más sabor, échale a la bechamel una cucharada de mostaza en polvo y pimienta molida.
- Espolvoréalos con alguna hierba aromática. El tomillo y el orégano les va como anillo al dedo.
- Gratínalos con pan rallado. Unos 10 minutos a unos 180º.