Los orígenes de este emblemático restaurante nos trasladan al puerto de Ciutadella de los años 70, cuando el Cafè Balear era un bar o taberna regentado por la familia Caules, que acogía a la gente del mar a primeras horas de la mañana, antes de salir a trabajar. Con el paso del tiempo y, cómo no!, con la cada vez mayor afluencia de turistas y viajeros, el bar se fue convirtiendo en un punto de encuentro casi obligado, donde residentes y veraneantes disfrutaban de todo tipo de tapas, pescados y mariscos recién capturados, en su terraza.
En los años 90 se trasladaron a otro local, en el mismo puerto, y hace poco han reformado, convirtiéndolo en un restaurante moderno, amplio y acogedor, y aprovechando también para iniciar el relevo generacional. Josep i Francesc, la tercera generación de la familia Caules, están cogiendo el timón de este barco que navega con rumbo firme de manos de sus padres, Bep y Manola, que protagonizaron el gran salto cualitativo, y lo están haciendo muy bien.
Según Josep Caules, “El producto es la base de la cocina del Café Balear. Desde la barca propia, y de otros proveedores de confianza, nos llega el pescado fresco y, a partir de aquí, lo podemos hacer a la espalda, frito con ajos, a la plancha, al horno a la menorquina... al gusto del cliente. Y lo mismo ocurre con el marisco, que también admite diversas elaboraciones”.
En su carta hay alguna concesión a las carnes, porque hay que satisfacer a todo el mundo, pero está impregnada de cocina marinera, de sabor a mar, de pescados y mariscos frescos que dan lugar a una gran variedad de platos. Las distintas formas de preparar el pescado (mero, pargo, dentón, rape, lubina, dorada…) a que hemos hecho referencia, pero además, cuenta con una gran variedad de tapas y entrantes, como la sepia a la plancha troceada, croquetas de rape y gambas, zamburiñas, navajas, almejas, ortigas de mar; excelentes arroces y calderetas, parrilladas de pescado y marisco, y la langosta, la reina de la casa, que merece mención aparte.
A pesar de que la fama a la hora de cocinar y comer langosta se la ha llevado el pueblo de pescadores de Fornells y sus restaurantes, este icono de la gastronomía menorquina también se hace, y muy bien, en otros sitios. Uno de ellos, el Café Balear, y desde hace muchos años. La clásica caldereta, la bordan, pero también es casi mítica la langosta con cebolla del Balear, guisada en una cazuela de barro, excelente, ya que la cebolla coge el sabor del crustáceo y el conjunto es una exquisitez. Y últimamente se ha puesto de moda presentarla frita con huevos y patatas, una moda que está pegando muy fuerte, y no es de extrañar, porque mezclar todos los ingredientes en la bandeja donde te la sirven es un espectáculo, y cada bocado, una delicia. Hasta tal punto está gustando este plato que, según palabras de Josep Caules, durante el verano pasado “vendieron” lo mismo de calderetas que de langosta con huevos y patatas.
La receta es muy fácil. Coger una langosta (si puede ser hembra, mucho mejor), cortarla en trozos (la cabeza partida por la mitad y el cuerpo en anillas), y enharinar ligeramente. Freír en abundante aceite muy caliente, durante muy poco tiempo. Reservar. En el mismo aceite, hacer las patatas fritas y después los huevos fritos. Disponer los trozos de langosta en una bandeja y poner encima las patatas y los huevos. En la mesa, invitar a los comensales a que lo mezclen todo.
Passeig es Pla de Sant Joan, 15
07760 Ciutadella Balears
España