60 pinchos gratis, si te atreves a comértelos todos
Tras la barra del bar La Tapa (Blas de Otero, 32) en Bilbao, Fran Domínguez lanza a diario un desafío: aquel que se coma un ejemplar de cuantos pinchos hay en la barra –la media ronda los sesenta distintos...–podrá marcharse sin pagar. Desde que hizo público su “¡abran boca, señores!”, ha saltado a la primera página de los libros de apuestas, tan corrientes en el País Vasco. La gente, ahora, mira la barra con otros ojos. Es una mirada de tanteo, de cálculo de probabilidades. Fran admite que se escucha el murmullo, esa suma mental del “ahora el sandwich, ahora el saquito de boletus y un poco más tarde, el pan de maíz...”. Sin embargo, el hostelero asume que son pocos los que puedan con la hazaña: “Yo también hice mis cuentas, y aunque sea de buen comer, conozco mis límites: no lo intentaría jamás”. Son ya 18 los años que Fran lleva con el reto a cuestas y confiesa que “hace poco vino un gallo, un tipo que estaba dispuesto a dejar una fianza de 40 euros para hacer efectivo el desafío. Acabó pidiendo un tiempo para pensárselo pero creo que sí, que va a atreverse en el intento... ¡Es un valiente!”, exclama Fran. El hostelero recuerda que “hace apenas dos días vino un gallego amigo, acompañado por un fanfarrón de aúpa. Miró la barra de arriba a abajo, como si fuese un objeto de deseo, y lanzó la frase: esto me lo como yo de una sentada”. Entre bromas y veras dejó la duda en el aire, pero Fran asume que “será difícil que se lance. Esto ya lo he escuchado otras veces pero nunca vuelven: una vez vista de cerca, la barra es como una montaña rusa descomunal: marea”. El bar se ha convertido en una atracción. La clientela entra, mira, se come dos o tres pinchos y comenta, entre ellos, un “es imposible” que dibuja una sonrisa en el rostro del tabernero. Sin embargo, Fran Domínguez sabe que no es así. Recuerda al piloto de Iberia que aceptó el desafío –aquel día había 30 pinchos distintos en la barra, el mínimo exigible para concursar...– y el hombre dio cuenta de 27, rechazando dos por no ser de su gusto y otro más “porque el picante le sentaba mal. Se bebió cuatro copas de cava y otras tantas jarras de cerveza Keller para pasarlo y al enterarme –eran las cuatro de la tarde– que venía de comerse un chuletón de dos kilos, di por bueno el desafío”. La barra es una piedra imán que atrae las miradas. Todo cuanto asoma por el mostrador lleva tatuado en sus lomos la etiqueta de calidad. No en vano, en 2012 el local se impuso en el II Concurso de Pintxos de Deusto, como la mejor barra de la zona. “No hacía falta que lo coronasen”, comentaba una mujer a las puertas del local. “Los vecinos sabemos, desde hace años, que ésta es la mejor barra de todo Bilbao. Y tanto hablar de San Sebastián, pero yo tampoco he visto allí nada igual”. Los comentarios se multiplican desde que se hizo público el reto. Bajo los focos, Fran comenta que ha venido ETB a grabar la barra “y mucha gente de fuera. La noticia ha tenido repercusión. Acabo de atender a un grupo de Miranda que venían siguiendo el rastro por Facebook. Me ha dejado con la curiosidad al descubierto ese vecino, el de los 40 euros de fianza. Viéndole, estoy convencido de que va a jugársela”. ¿Y si lo logra? “Ojalá. Para mí no hay placer más grande que ver al cliente disfrutando con lo que hago”. Texto de Jon Mujika y foto de David de Haro