Disfrutar de los placeres de la vida... sin prisa
Debe ser porque, ya lo decía Pla, tenemos demasiada prisa. Parece que no tengamos tiempo para considerar, ponderar o balancear las cosas, y pedimos simplificacio´n, certezas, afirmaciones categóricas. Cosas seguras, sencillas, fáciles; queremos amoldar la informacio´n a los códigos binarios de las tecnologías comunicativas. ¿Esto es bueno o malo? ¿Es sano o envenena? ¿Engorda o adelgaza? ¿Este restaurante es el número uno del mundo?... Tiene estrellas Michelin?... Pero la realidad es rica, diversa. No podemos reducirla a cero o uno, pasa o no pasa, si´ o no, absolutamente o en absoluto. Sin comer calorías ni tener colesterol nos moriríamos, lo que es bueno para el hígado es malo para el bazo, hay pequeños chiringuitos más oportunos para hacer una comida que los salones de gran lujo, hemos compartido paellas nefastas con mujeres divinas y, sentados en la arena para disfrutar de una puesta de sol maravillosa... las piedras se nos clavan en el culo. Los regalos que nos ofrece la vida piden una mínima atencio´n para vivir los matices, pero tambie´n es verdad que demasiada complejidad desorienta, genera incomprensio´n o sencillamente da pereza. El mundo del vino a menudo ha sufrido la tendencia a ser misterioso, impermeable a los no iniciados. Por eso es tan recomendable un libro como Los vinos de tu vida de Meritxell Falgueras. Es fácil de leer, práctico, simpático, interesante, ágil, bastante experto y bastante ligero, para ti y para mí, para los días de cada día y los señalados.