Salsas de bote que debemos tener sí o sí en la despensa
Un tomate aliñado con un chorrito de aceite bueno, o unas legumbres recién salidas de la olla, una buena carne o un pescado a la plancha... cuando el producto es bueno, no necesitan muchos acompañamientos ni disfraces, pero para no aburrirse, existe un complemento indispensable que da variedad y alegría a los platos: las salsas.
Ya hemos hablado en Gastronosfera de las salsas imprescindibles en la cocina, de las mejores salsas para aliñar la pasta e incluso de salsas exóticas que están de moda, con las recetas para prepararlas en casa.
Pero no siempre tenemos el tiempo o los ingredientes necesarios, o no vale la pena si somos pocos a la mesa, por eso la industria alimentaria nos ofrece una extensísima oferta de salsas para todos los gustos y con una calidad cada vez más notable.
Pero ya que en la despensa no podemos tener 20 o 30 botes de salsa diferentes, lo mejor es elegir unas cuantas que podamos utilizar solas o combinadas entre ellas y que podamos tunear con facilidad para enriquecerlas con nuevos sabores y, con poco esfuerzo, incrementar la variedad de nuestras recetas.
Solo debemos procurar, como siempre que vamos a comprar, que sean de la máxima calidad posible, con los ingredientes justos y sin aditivos innecesarios.
Mayonesa, mostaza, ketchup y picante
La mayoría de salsas de bote las podríamos preparar nosotros en casa, algunas son fáciles pero otras son más complicadas y es más práctico comprarlas hechas.
Mostaza: es una de esas salsas imprescindibles que poca gente prepara en casa y que tanto podemos utilizar sola para acompañar una carne o untar el pan de la hamburguesa, como nos ayudará a enriquecer una vinagreta o dará más fuerza a una mayonesa.
Kétchup: también se puede preparar en casa y aquí tienes la receta, pero está claro que la mayoría también prefiere comprarla hecha. Al ser un chutney, una salsa agridulce, no solo nos servirá para las patatas fritas de los niños o para una hamburguesa, sino también para preparar otras salsas, desde la clásica rosa, mezclada con mayonesa, hasta una salsa chimichurri o una barbacoa.
Mayonesa: es de las más imprescindibles, y la más fácil de preparar en casa, pero también debemos tenerla siempre en la nevera para cuando necesitamos poca cantidad o queramos estar seguros de que no tendremos problemas de salmonelosis a causa del calor, etc.
Con una buena mayonesa de bote podemos aliñar una ensaladilla rusa, acompañar unas patatas fritas o un pescado, pero también es una base inmejorable para preparar otras salsas:
- Mayonesa para ensaladilla: enriquecemos la mayonesa con un chorrito del jugo de los pepinillos en vinagre y un poco de aceite del atún y las anchoas.
- Mayonesa de especias: con comino, curry y cúrcuma en polvo.
- De eneldo: con mostaza y eneldo picado, ideal para acompañar el salmón ahumado.
- De hierbas: con tomillo, romero y/o albahaca, frescas o secas
- De gambas: añadimos a la mayonesa el zumo exprimido de las cabezas de las gambas pasadas por la sartén con un poco de aceite.
- De cítricos: con zumo de naranja, de lima y/o de lima.
- De anchoas: añadimos a la mayonesa unos filetes de anchoas y trituramos. Ideal para untar en tostadas.
- De sriracha: muy de moda, obtenida mezclando en nuestra mayonesa salsa sriracha, una salsa picante de origen tailandés.
- Alioli: en el vaso de la batidora, añadimos a la mayonesa uno o dos dientes de ajo y trituramos.
- Salsa tártara: añadimos a la mayonesa alcaparras, pepinillos, cebolleta y perejil, todo bien picado, y mostaza.
- Salsa rosa: añadimos salsa de tomate o kétchup, brandy, zumo de naranja o limón y Tabasco.
Picante: En nuestra despensa o nevera no puede faltar una salsa picante, desde el clásico Tabasco norteamericano a la salsa Valentina, de origen mexicano, que se ha puesto muy de moda, al igual que la salsa oriental sriracha. Con cualquiera de estas salsas podemos dar el toque picante necesario tanto a unos callos como a unos tacos, potenciar una mayonesa con más punch, o convertir una salsa de tomate casero o de bote en una salsa brava para servir sobre unas patatas, o para preparar pasta all'arrabbiatta, y por lo general nos acompañará multitud de platos si nos gusta el toque picante.
Perrins: La salsa inglesa Worcestershire Lea&Perrins, que es el nombre completo de esta salsa, quizás no es muy conocida, pero nunca falta en ningún restaurante ni coctelería, ya que tanto da vida a platos cocinados como a cócteles. El bistec tártaro, la ensalada César o el cóctel Bloody Mary son recetas internacionales en las que es imprescindible la salsa Perrins, pero es una salsa multiuso que con unas gotas tanto nos potencia el sabor de la carne de una hamburguesa, de un bocadillo, un tartar de pescado o marisco, una sopa, una vinagreta o una marinada.
Soja. ¿Alguien había oído hablar de la salsa de soja hace veinte o treinta años? Ahora, este condimento oriental se ha convertido en un imprescindible en nuestras cocinas, tanto para acompañar platos con los que comparte el origen oriental, como un sushi o unos fideos salteados al wok, como para aportar umami a una ensalada, una pasta, un arroz o en un filete de atún o de salmón simplemente marcados en la sartén con un chorro de soja en el último momento.
Salsas de tomate
Hemos dejado para el final LAS salsas de tomate, porque no hay solo una, y en todas sus variantes son la base tanto de muchos de nuestros platos de toda la vida (arroces, fideos, suquets...) como de otros venidas de fuera que ya tenemos plenamente integrados, como la pasta o la pizza.
Si tenemos tiempo y ganas, no hay nada como una buena salsa de tomate hecha en casa a fuego lento y con paciencia, pero si no se da el caso, hoy se encuentran en el mercado productos de muy buena calidad. Para elegirlos, tengamos en cuenta que en sus ingredientes solo debe haber tomate, aceite de oliva y sal, un poco de azúcar si el tomate es ácido, y en su caso, ajo, cebolla, pimientos o otras verduras.
Tomate frito: solo lleva tomate triturado, aceite y sal.
Sofrito de tomate: tomate, cebolla, aceite y sal.
Salsa de tomate: tomate, cebolla, ajo, zanahoria, pimiento, aceite y sal.
También encontramos estas salsas con hierbas añadidas (albahaca, orégano), pero es mejor comprarlas sin y añadirlas nosotros según el uso que le queramos dar.
La salsa de tomate nos servirá para aliñar directamente una pasta, pero también como base para unos fideos o un arroz, al igual que el sofrito, pero también podemos modificar su sabor añadiendo, por ejemplo, guindillas o salsa picante para convertirlas en una salsa brava de verdad para nuestras patatas.
Capítulo aparte merece la passata di pomodoro, una salsa básica de la cocina italiana que no es más que un concentrado de tomate obtenido a base de cocer tomates a fuego lento para sacarles el agua, y después pasarlos por un colador (de ahí el nombre) para eliminar pieles y semillas. A diferencia de nuestra salsa de tomate, no lleva aceite, solo tomate, y a veces un poco de sal y azúcar.
Al estar ya sometida a una cocción, es ideal para utilizarla como base de las pizzas, o para terminar una salsa para pasta con una cocción corta y añadiendo los complementos necesarios (por ejemplo, berenjena frita para unos espaguetis a la norma, o ajo, guindilla y hierbas, si queremos una salsa all'arrabbiata).