Viaje gastronómico a la Barcelona medieval

29 Julio, 2013
Gastronosfera
¿Quieres conocer las raíces medievales de la actual ciudad de Barcelona y degustar algunos de los platos típicos de esa época? No te pierdas "Nits d'Història i Llegenda" todos los fines de semana de verano.

Imagen eliminada. En la actualidad, no es la primera vez que Barcelona, y Cataluña por extensión, es una referencia culinaria. Ya durante el medievo gozaba de una afamada reputación por sus técnicas, recetas y formas en la mesa. El Llibre del Sent Soví o El Llibre del Coch son algunos de los recetarios que más viajaron por Europa y que a día de hoy sirven para entender las costumbres de antaño. La típica imagen de la Edad Media que todos tenemos en la cabeza de bruscas formas y poca imaginación en los pucheros se desvanece cuando descubres la cantidad de salsas, ingredientes y especias que se combinaban dando platos de una sofisticación elevada y gusto atrevido. La pequeña ciudad amurallada de Barcelona se erguía entre gremios y cofradías de los cuales quedan todavía algunas huellas por el barrio Gótico, como sucede con la nomenclatura de sus calles. Por toda la urbe se encontraban plazas dedicadas a la venta e intercambio de productos alimenticios, campesinos que intentaban colocar su género y revendedores que exprimían toda posibilidad. La actual plaza de l’Àngel se denominaba Plaça del Blat (trigo) y bien cerca se ubicaban otras como la Plaza del Aceite y la de las Coles. En Portaferrisa se situaban aquellos que distribuían uvas y por ello se llamaba Plaça de la Verema (de la vendimia), siendo curioso que ya por entonces se utilizara un sistema similar al de las denominaciones de origen al obligar a los vendedores a emplazarse según las zonas geográficas provenientes y de esta manera no confundir al comprador. Los barceloneses disfrutaban de amplio abanico de ingredientes, aunque no siempre era posible su disfrute debido a las épocas de más carestía o aquellos días ligados al ayuno religioso. Se vendían y consumían todo tipo de carnes, incluida la casquería, la caza y la volatería, así como productos elaborados que nosotros seguimos apreciando como butifarras y longanizas. La ciudad no vivía de espaldas al mar, sino que dependía de su puerto para establecer intercambios comerciales que incluían especias y otros productos que abastecían los estómagos de Barcelona, y de sus aguas, de donde provenían las merluzas, sardinas y otros pescados que mitigaban las cuaresmas. La fruta, vegetales y legumbres no faltaban nunca en la mesa de las clases más altas, proclives a poder disfrutar de platos inspirados en los recetarios ya mencionados. Imagen eliminada. Una de las mejores formas para conocer y saborear esta Barcelona medieval a la que le queda todavía mucho por descubrir se acaba de poner en marcha este verano. La empresa Sternàlia (que muchos conocerán por algunas de sus ya consagradas actividades como los “Sopars a l'Observatori Fabra”) proponen una cena repleta de humanismo en un enclave único. Bajo el sugerente título de 'Noches de Historia y Leyenda' programan una velada de tres horas de duración que combina ruta, cena y charla en el barrio Gótico tomando el majestuoso Palau de Requesens como epicentro. Durante el itinerario se descubren historias de la cotidianidad medieval que se entienden mucho mejor cuando el sol cae y la esplendorosa arquitectura ejerce como protagonista. La oscuridad y las calles laberínticas nos ayudarán a ponernos en la piel de los barceloneses anónimos que vivían y sobrevivían en una ciudad repleta de secretos. En lo referente al menú, el primer plato es un milhojas de berenjena y pollo a la salsa de miel, un plato con clara referencia al primer recetario de cocina catalana, el Llibre de totes maneres de potatges de menjar (1324). El segundo plato consiste en un jarrete de ternera con manzana dulce, canela y naranja y nos permite entender la importancia de las especias en nuestro pasado, siempre envueltas en un halo exótico y utilizadas en cocina como base de muchísimas salsas y platos, así como el uso de frutas como la granada, la manzana o el jugo de las naranjas. El postre endulzará la noche gracias al pastel borracho con sopa de almendras servido no casualmente, puesto que tanto el fruto seco como su leche son imprescindibles en la cocina catalana medieval, aunque también eran muy valorados como remedio para diferentes dolencias, tal y como dejó constancia en el s. XIV el “médico de Reyes y Papas” Arnau de Vilanova. Participar en alguna de estas veladas tiene un coste de 68,5€ e incluye copa de bienvenida, ruta, cena (bebidas incluídas) y charla posterior. Se llevarán a cabo todos los sábados de verano a partir de las 19.45h.

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