El coco: para qué es bueno y de dónde sale
El coco es una fruta muy versátil. De ella se utiliza todo, el agua, el aceite, la pulpa, la cáscara… Los productos derivados de la fruta del cocotero incluyen alimentos, bebidas, fibra, combustible, muebles, utensilios, madera, decoración e instrumentos musicales, entre otros. Todos sabemos, gracias a los Monty Phyton, que un par de mitades vacías de cocos pueden servir para simular el ruido de caballos (desde luego no es su uso más fundamental).
¿Para qué es bueno el coco? Los foodies responden que es porque aúna salud, sabor, aroma y versatilidad. Es probablemente la fruta más utilizada en cosmética, pero cada vez gana más presencia en el mundo gastronómico hasta convertirse en un elemento clave de la dieta de muchos famosos. Ha seguido de cerca al aguacate y ha llegado al pódium de los súperalimentos más deseados.
Últimamente el aceite de coco no ha gozado de muy buena fama para cocinar por su alto contenido en grasas saturadas pero los científicos siguen recomendando su uso si se trata de aceite virgen (obtenido por presión en frío de cocos recién cosechados sin refinar, decolorar ni desodorizar, y envasado en vidrio, puesto que el coco reacciona al metal).
En muchos países de Asia se alimentan de coco diariamente y no es de extrañar, ya que el coco es una fruta mediana con 400 g de pulpa comestible y unos 30-150 ml de agua puede proporcionar casi todos los minerales esenciales diarios, vitaminas y energía de un individuo de tamaño medio.
Origen e historia del hijo del cocotero
De dónde sale el coco tiene su origen perdido en los albores del tiempo. Los científicos creen que proviene del Pacífico Sur, del área de Papúa Nueva Guinea. Otros expertos sostienen que la evidencia apunta al archipiélago indio como su lugar de origen, y algunos insisten en que vinieron del nuevo mundo. Sus usos documentados como alimento y medicina datan de 3.900 años. La medicina ayurvédica acreditó los beneficios curativos del coco en sánscrito ya en el 1.500 AC.
Existen más de 1.300 tipos de coco, algunos tan peculiares como el coco de mar (Lodoicea maldivica), originario de las Seychelles y de Maldivas, conocido también como coco fesse (en francés) por su forma de trasero humano. El nombre botánico de la palma de coco es Cocus Nucifera, una de las diez plantas más importantes de nuestro planeta que por lo general puede vivir hasta 80 años o más. Comercialmente, el mayor valor del coco se encuentra en su aceite, que se ha extraído con mortero en Asia desde la antigüedad, tal y como lo atestiguan documentos indios de hace más de dos mil años.
La Real Academia de la Lengua Española establece que la fruta tropical del cocotero recibió el nombre de “coco” (cara de mono) porque la cáscara del fruto con sus tres agujeros semeja una cabeza con ojos y boca, como la de aquel fantasma infantil. Al parecer fueron los marineros portugueses y españoles del siglo XVI los primeros en denominarlo así.
Si bien muchos piensan que es un fruto seco, o incluso dudan entre si el coco es fruta o verdura, en realidad es una drupa, fruto de mesocarpio carnoso y endocarpio leñoso y una sola semilla como el melocotón y la ciruela. Los cocos jóvenes y verdes, entre cinco y siete meses son los que aportan un mayor volumen de agua (hasta medio litro) y una pulpa tierna y gelatinosa.
Propiedades del coco
El agua de coco es tan rica en nutrientes que se utilizó en la Segunda Guerra Mundial como alternativa al suero salino en las transfusiones porque no había suficiente plasma sanguíneo disponible.
Es normal que esté ganando popularidad como bebida deportiva, ya que contiene buenos niveles de azúcares, fibra dietética, proteínas, antioxidantes, vitaminas y minerales.
El aceite de coco también es conocido por sus propiedades anti-virales y anti-bacterianas. En la medicina tradicional el coco se utiliza para tratar una amplia variedad de problemas de salud: abscesos, asma, calvicie, bronquitis, moretones, quemaduras, resfriados, constipación, tos, hidropesía, disentería, dolor de oído, fiebre, gripe, gingivitis, gonorrea, menstruación irregular o dolorosa, ictericia, cálculos renales, piojos, malnutrición, náusea, sarpullido, sarna, escorbuto, infecciones de la piel, dolor de garganta, hinchazón, sífilis, dolor de muelas, tuberculosis, debilidad y heridas. Su alto contenido en fibra le confiere un suave efecto laxante (que puede no ser tan suave si se abusa de su consumo, moderación ante todo).
Cien gramos contienen 354 calorías. Asimismo, es una excelente fuente de minerales como cobre, calcio, hierro, manganeso, magnesio y zinc. Del mismo modo es una gran fuente de vitaminas del complejo B, tales como folatos, riboflavina, niacina, tiamina y piridoxina.
La pulpa de coco y el agua contienen una buena cantidad de potasio. Cien gramos de carne fresca contienen 356 mg o 7,5% de los niveles diarios requeridos de potasio.
Los productos del coco son ideales para gente con intolerancia al gluten o a la lactosa. La harina de coco se ha convertido en un elemento fundamental de la dieta paleolítica que ya tratamos en su día.
Por lo demás, el aceite es ideal para hidratar el pelo y la piel (sirve como desmaquillador, e hidratante sustituto de costosas cremas antiarrugas nocturnas) y como enjuague bucal para prevenir infecciones. Como detalle curioso, se ha observado que la quema de la cáscara funciona muy bien como repelente de mosquitos.
Cuánto pesa un coco varía, pero una fruta mediana puede pesar alrededor de 1.5 kg.
¿Cómo seleccionarlo y conservarlo?
Cuando escogemos un coco debemos agitarlo y escuchar líquido dentro. Si no oímos nada, el coco estará demasiado seco (maduro) y no será apto para el consumo. Un coco joven se debe comer en el plazo de 2-3 días. El coco maduro durará un par de meses. Los trozos de coco recién empaquetados deben mantenerse refrigerados.
Se puede encontrar el fruto ya descascarillado y procesado en paquetes, seco (copra) en paquetes al vacío, en leche de coco, crema, polvo seco (desecado), etc., en tiendas asiáticas. Se puede tomar el agua de cocos frescos y jóvenes listos para beber, y se encuentra disponible también en latas.
El coco en recetas dulces y saladas
El coco aporta un toque exótico y original a muchas de nuestras recetas saladas y dulces. Esta fruta madura o no madura, cruda o cocida, es un alimento básico en los trópicos. La leche de coco se elabora rallando la carne, sumergida en agua caliente, y a continuación se extrae el rico y denso líquido blanco, que se usa a menudo en curry y sopas. Asimismo se utiliza para condimentar bebidas y postres. Se puede rallar la pulpa o tostarla como guarnición o en ensaladas, entera a los postres, troceada en sopas y guisados.
Estos son algunos consejos para servirlo o sugerencias para experimentar con esta fruta en la cocina:
Se puede tomar como aperitivo (chips de coco al horno con un toque de azúcar moreno y pimienta) o en postres como cheesecake de piña colada, islas flotantes de mango y coco, panna cotta de lima, coco y mango, macarons, churros tropicales con masa de sabor a coco y salsa de mango, entre otros. También en ensaladas frías de verano, como coliflor con coco tostado y lentejas rojas.
El chutney de coco es una pasta gruesa que se elabora al moler junto al coco rallado, cacahuetes tostados, chiles verdes o rojos, semillas de mostaza, hojas de curry, ajo y sal y se usa como condimento del arroz.
El polvo de coco desecado se encuentra especialmente en platos dulces deliciosos como burfi, barras de granola, pasteles, galletas, chocolate, crema, etc., en casi toda Asia meridional y oriental. El polvo se utiliza también en la preparación de una variedad de platos como arroz basmati con coco, cardamomo y un toque de canela, samosas de coco e hinojo, gambas rebozadas con coco y salsa de naranja, mostaza y rábano picante o filetes de pescado blanco suave empanados de coco crujiente.
Con la harina de coco no solo podemos elaborar todo tipo de repostería sin gluten, también tortillas para unas deliciosas fajitas con guacamole.
La leche de coco, cremosa y perfumada, se añade a una variedad de preparaciones alimenticias. En muchas partes de Indonesia, Filipinas, India (Kerala), Malasia y Sri Lanka se cuecen verduras, pescados y mariscos en esta leche. Algunos ejemplos de preparaciones culinarias son los mejillones en curry con leche de coco, la sopa de coco con pollo, champiñones y cilantro, sopa de zanahoria y coco, quiche de puerros y leche de coco, ceviche con coco, salchichas de cerdo en salsa de coco, chile y lichis florales… O platos indonesios como el rendang, curry de ternera caramelizado cocinado en leche de coco.
El agua fresca de coco se puede disfrutar añadiendo un pequeño toque como limón, hojas de menta, cáscara de naranja.
Mi amor por el coco es tan grande y duradero como el tiempo que tardo en abrir un coco natural: toda una vida. A pesar de disponer de herramientas para ello me siento identificada con Tom Hanks en Náufrago lanzando cocos contra la pared para lograr disfrutar de ese suave jugo y de la tierna y lujuriosa pulpa. Siempre me fascina que la mujer asiática de la tienda de la esquina consiga abrirlos en dos minutos. Afortunadamente hoy encontramos cocos en múltiples presentaciones en pequeñas tiendas y grandes superficies e internet está lleno de tutoriales con trucos para abrir estos frutos tan resistentes. El esfuerzo bien vale la recompensa.