De la cazoleta al posgrado
Fui a un restaurante que acaba de abrir junto al antiguo Mercado del Born de Barcelona (parece que trabajan de verdad; cuando la remodelación esté acabada, el paseo será una delicia). Llamber (c/ de la Fusina, 5) es una palabra asturleonesa, porque la tasca es hermana de otra del mismo nombre y mucho de éxito que hay en Avilés. Fran Heras y Eva Arbonès comparten allá y aquí el proyecto de hacer, como ellos mismos explican, buena comida para todos los públicos, sostenible y a precios sostenidos. Después de saborear aperitivos como las ostras de la Eo, navajas del Delta, berberechos gallegos, gamba de nuestra costa con piedra comestible, alga dulse y alioli, o unos cortes de puding/paté de pescado de roca con hojas de pan de aceite y tártara; tapas como la fondue de parmesano con espárragos verdes y langostinos empanados, un carpaccio de salmón ilustrado, el foie gras mi-cuit con declinación de maíz; un platillo de setas con sepiones, y (snif!) antes del festival de quesos asturianos, me tuve que ir para participar en el Posgrado de Comunicación Gastronómica y Enológica de la Universidad Abat Oliba. Mientras hablaba con un grupo de alumnos –inteligente, experto y entusiasta, ¡qué gozo!– de cómo cada tradición culinaria interpreta de manera diferente los productos y sus combinaciones, recordaba el plato estrella del Llamber, la cazoleta de patata y pulpo gratinada con queso ahumado de Villaviciosa. Fotografía de www.llamber.com