El brindis no entiende de fronteras ni de tiempo
En el primer acto de La Traviatta el protagonista recitaba: “Bebamos porque el vino avivará los besos del amor”. Aquel entusiasta fragmento era un brindis en lo musical (brindisi) y en lo narrativo, pues incitaba al resto de personajes a beber, disfrutar y compartir. Un momento de alegría y comunión que no conoce fronteras ni tiempo, dado que el brindis es uno de los lazos culturales más arraigados en toda tradición. Por ello creemos necesario analizar desde el punto de vista histórico-cultural un ritual que sin duda es un curioso patrimonio inmaterial de la humanidad.
El origen del brindis es difuso pero su presencia en prácticamente todas las culturas invita a la ceremonia, al júbilo y la hermandad. Varias teorías apuntan su arranque a las libaciones de la Antigüedad, aquellas muestras de veneración a los dioses o a los muertos donde se arrojaba sangre o alguna bebida, alcohólica o no, sobre un altar o piedra para mostrar el respeto y rogar protección.
Otras teorías señalan el hecho de chocar las copas hasta hacer mezclar o salpicar sus contenidos como motivo de prevención y confianza frente a la malsana costumbre de envenenar al enemigo diluyendo un veneno en su recipiente. Las diversas opiniones sólo se ponen de acuerdo en afirmar que, etimológicamente al menos, hablamos de brindis desde la época de Carlos V, cuando sus soldados al finalizar el cruento saqueo de Roma gritaron “Bring dir’s” (¡yo te lo traigo!), nada que ver con un ritual de mesa como podéis observar.
Sin embargo, cabe destacar algo mucho más básico y previo como el hecho de que compartir bebida es algo innato en la mayoría de culturas. Basta conocer que tempranos hallazgos arqueológicos alrededor de la cerveza revelan que era compartida en grandes vasijas donde flotaban restos de grano y broza, por lo que los comensales debían absorber el líquido por medio de cañitas de junco (¡los antiguos ya iban de cañas!). Más tarde, tanto sumerios como egipcios prologaron esta tradición aun siendo ya prolíficos con el filtrado y en la cerámica. Con esto se demuestra que la vinculación social entre bebida y hombre se da desde las primeras civilizaciones pues como dice el investigador Tom Standage: “compartir una bebida con alguien es símbolo universal de hospitalidad y amistad”.
Posteriormente podríamos afirmar que todo brindis se rige por una serie de normas comunes independientemente de la geografía. Históricamente es el anfitrión o la persona de más rango la encargada de levantar la copa y desarrollar un pequeño discurso donde se muestre respeto y agradecimiento. Lo siguiente, como ya sabemos, es la respuesta coral, la cual, haciendo un pequeño análisis de las palabras utilizadas en los diferentes idiomas, responde a tres de las siguientes opciones: una exaltación a la salud (“be ?a?tak” en árabe, "Iechyd Dda" en galés, "Na zdravie" en eslovaco…), al disfrute del momento (“cheers” en inglés, "Prieka" en letón, "Gëzuar" en albanés…) o bien a terminar todo el vaso (“Tram ph?n tram" en vietnamita, "Skål" en los países escandinavos, “ganbei” en chino mandarín, “mod-kaew” en thai…). Esta última es sorprendente porque precisamente el protocolo occidental actual rige que lo educado no es dar más de un sorbo, aunque también condena el choque de copas en pro de simplemente un alzamiento de éstas y no es precisamente lo que se estila. También es curioso matizar que nuestro chinchín, xin xin (catalán) o cin cin (italiano) tienen según la RAE una derivación cantonesa aunque existe también la teoría que provenga del "L'Chayyim" hebreo. Existirían muchas anécdotas y consideraciones alrededor del brindis.
Cabe destacar que la Marina Real británica dedica a tal ceremonial una frase diferente según el día: los lunes brindan por sus flotas, los martes por sus hombres, los miércoles por ellos mismos, los jueves por las sangrientas guerras, los viernes por el dinero que ganarán, los sábados por sus mujeres y los domingos por los amigos ausentes.
Otra cosa a tener en cuenta es que en Hungría nunca deberemos brindar con cerveza pues, según nos explican los amigos de Paprika Gourmet, recuerda a la celebración austríaca tras derrotar a los magiares hace ciento cincuenta años. También señalar que en la mesa china siempre deberemos sostener los vasos por debajo de nuestro anfitrión en señal de respeto, un valor que siempre prevalecerá en la etiqueta asiática. Y si bien hemos comenzado este artículo de una forma muy musical recordando al magistral Verdi, queremos cerrarlo con otro artista que nos enseñó que por mal que nos vaya el día siempre hay un motivo para brindar.
Así que como cantaba Andrés Calamaro en Los Rodríguez: “Brindo por el momento que tú y yo nos conocimos / y por los corazones que se han roto en el camino /Brindo por el recuerdo y también por el olvido / Brindo porque esta noche un amigo paga el vino…” ¡Salud!
Texto de Carmen Alcaraz del Blanco, blogger de Cultura Gastro