El carbón vegetal, un gran regalo para la humanidad
Hoy, aprovechando que hemos sido como siempre muy malos durante el año, y que sus Majestades los reyes de Oriente no han tenido otro remedio que, como cada año, volver a ensuciarse las manos cuando me trajeron mi regalo he decidido dejar salir a teclear mi yo de fília cientifista y hablar un poco del carbón. Este carbono que nunca será diamante y que sucio, negro y delator nos señala rápidamente a aquellos que le ponen la zarpa encima. Qué poco glamour, ¿no?
Pero conviene no despreciar el carbón y podemos también valorarlo como uno de los símbolos de la capacidad humana de gestión y adaptación al entorno. Siempre al servicio del progreso, Darwin ya nos mostró el camino: quien no es sabio como mínimo tiene que ser listo. Y somos mazo de listos los humanos, por eso hace tantos siglos que del dominio del fuego de leña digievolucionamos hacia el dominio del fuego con brasa de carbón vegetal. No es ninguna tontería. ¿Ha pensado nunca el estimado lector cómo es posible que obtengamos mucha más temperatura del carbón vegetal que de la leña? Podría parecer extraño el fenómeno, dado que el carbón es simplemente leña quemada, ¿verdad? ¡Estamos quemando leña quemada! Y rizando el rizo, ¿qué pasaría si vuelvo a quemar el carbón que ya he quemado?
Repitiendo el ciclo infinitamente, ¿puedo obtener suficiente energía como para fundir el continuum espacio-temporal? ¿Un agujero de gusano de sentido común que una las dos absurdas galaxias culinarias, la tecnoemocional y la neotradicionalista, que algunos se obstinan en dibujar como antagónicas? Las paridas las tendremos que dejar de lado, porque la casa es seria. A pesar de que yo no lo soy mucho, y por lo tanto intentaré disimular. Pido disculpas y vuelvo al camino carbonífero que nos ocupa… Cómo y por qué el carbón vegetal es un combustible de-pu-ta-ma-dre para hacer carne a la brasa:
El carbón es leña quemada, pero es una leña quemada de una manera especial. Ésta es la base que aguanta todo el forjado. Para empezar es una leña que se quema en ausencia de oxígeno (los habitantes de los laboratorios a menudo vestidos con bata blanca lo denominan un proceso anaeróbico). En un alarde de suprema imaginación los orgullosos sapiens sapiens hemos denominado genéricamente este proceso como carbonización:
A) Se coloca la madera aislada de la atmósfera, es decir, aislada del oxígeno. Esto evitará que se pueda quemar de la manera tradicional. Para conseguirlo se apila leña y se tapa la pila con barro y hojas. No hace falta mucho tecnología, ¿verdad? Ésta es una de las virtudes del asunto.
B) Una vez encendida la leña, ésta quema y se carboniza en tres fases:
1- Hasta llegar a los 170 grados: se pierde la humedad y algunos aceites esenciales.
2- Hasta llegar a los 270 grados: se desprende gas CO2 y CO.
3- Hasta llegar a los 600 o 700 grados: éste es propiamente el proceso de carbonización y se desprenden todas las sustancias volátiles de la madera. Lo que queda, el residuo, es el carbón vegetal.
C) El resultado de la carbonización es paradójicamente mucho más potente caloríficamente que la madera original (entre 29.000 a 35.000 kJ/kg contra 12.000 a 21.000 kJ/kg.)
En resumen: lo que estamos haciendo es evaporar todo lo que contiene la madera y que molesta en el momento de obtener calor. Estamos sacando todo lo que, cuando hay fuego, no quema. Sacamos el agua, los gases, los aceites esenciales y lo que queda básicamente arde que te cagas. Mi profe de redacción siempre me dice que todo artículo tiene que tener un objetivo esencial. Una idea-fuerza.
A partir de ahora, cuando se os queme la tostada en vez de mirarla con cara de malos amigos, pensad que en realidad lo que tenéis en las manos es un prodigio energético. Un tipo de metáfora poético-energética. Cuando se vuelva a quemar la tostada, la tiráis, sí. Pero con un cierto respeto. El carbón nos ha acompañado en tantas barbacoas como veces hemos disfrutado de los dibujos de Obélix comiendo un jabalí a la brasa. ¿Alguien ha dicho barbacoa? ¿Con all i oli? ¿Puede ser siempre con all i oli?
Texto de Óscar Gómez, blogger de decuina.net