Sueño de una noche de verano #Gastromusical
Cuando sales de la gran ciudad el cielo parece más infinito y podemos percibir las estrellas en constelaciones. En el Empordà fuimos testigos de una unión estelar: la gastronomía de Paco Pérez, el arte de Amparo Sánchez y el enclave mágico del Molí de l’Escala. Una de las constelaciones sensoriales que cada miércoles de agosto se vislumbran en el ya consolidado Gastromusical. Paco Pérez y Amparo Sánchez comparten mucho más que pasión por el trabajo y por la creatividad. Son dos autores incansables que han logrado formar parte de la historia de la cocina y de la música de este país desde la discreción y la constancia. Paco Pérez Sánchez y Amparo Sánchez Pérez, dos hormiguitas de apellidos comunes y casi capicúas que sin haber estado expuestas en exceso a los medios y a los titulares logran arrastrar a fieles incondicionales a sus conciertos y restaurantes. El chef que se mueve entre Berlín, Barcelona y Llançà también sabe de constelaciones puesto que tiene en su haber cuatro estrellas Michelin. Hace tan solo dos semanas presentó su nuevo establecimiento, L’Eggs, el cual reseñaremos en breve en Gastronosfera. Son ya seis locales los que llevan su firma y en todos se manifiesta el mismo espíritu de amor por el terruño, atrevimiento y sabiduría trabajada, tres ingredientes que no faltaron en su propuesta. Comenzamos la velada con un veraniego tártar de tomate y buey de mar que incluía explosión de miel de flores que en boca casaba la ligereza del champiñón y tomate con el refrescante y salino crustáceo. Seguimos con el canelón de cochinillo y langosta, del cual se intuía el guiño a nuestra tradicional cocina de mar y montaña. El tercer plato lo protagonizó una merluza que llevaba el calificativo (o hashtag) de “mediterráneamente” en el nombre, lo cual ya anticipaba el mar en el paladar y a la vez daba sentido a la sorpresa adjunta en forma de esferificación de olivada. Nos debimos portar muy bien los comensales presentes, pues el chef decidió obsequiarnos con dos postres. El corneto de leche merengada y cacao lo comimos como una golosina, de una vez y con una gran sonrisa. El festín se cerró con lo que en apariencia parecía un sencillo helado de flores que me transportó inmediatamente a la infancia, a un sabor que tenía olvidado, el de los caramelos de violetas que me traían de Madrid y que según se cuenta gustaban tanto a Alfonso XIII que era un presente constante a sus amantes. Los primeros compases de Amparo Sánchez lograron maridar a la perfección. Versos que también se mastican y se saborean debido a la hondura y a la belleza de sus palabras en una voz de tesitura profunda que arrancó aplausos, sonrisas y algún baile. El público se dividía entre los neófitos que sintieron el flechazo inmediato y la parroquia que llevamos casi dos décadas endulzándonos con sus ritmos. El que vivimos fue un recital íntimo que expuso la calidad y calidez de su carrera en solitario pero que también incluyó guiños de su pasada formación como Amparanoia. Estamos en el ecuador de la programación del Gastromusical, así que todavía quedan dos grandes constelaciones por trazar. El próximo miércoles la cocina eco-radical del rebelde con causa Isma Prados bailará al son del inclasificable y genial Quimi Portet, mientras que la última de las citas de este año presentará a la jovencísima Núria Graham de voz madura con alguien que ya no es revelación sino realidad, el chef Artur Martínez del restaurant Capritx de Terrassa. Propuestas que permiten que algunas constelaciones estén a nuestro alcance en noches de verano en las que soñamos despiertos. Para más información: www.molidelescala.com Texto de Carmen Alcaraz del Blanco