3 recetas dulces de Semana Santa para lamerse los dedos
Los amantes del dulce están de enhorabuena, ya que la Semana Santa es sinónimo de repostería. Los escaparates de pastelerías y panaderías se llenan de exquisitos dulces a los que pocos pueden resistirse. Además de comprarlos, otra opción interesante y entretenida es elaborarlos en casa. Meter las manos en la masa es la mejor manera de pasar un rato divertido y disfrutar después de unos postres tradicionales -y también calóricos- que no pueden faltar en nuestra sobremesa, como las torrijas, los buñuelos de viento, la leche frita y los pestiños.
Empecemos por las torrijas, el dulce por excelencia de esta época de fervor religioso. Este postre humilde, cuya base es el pan, se ha convertido en un manjar imprescindible que ha ampliado su estacionalidad y no solo se disfruta en Pascua, sino durante todo el año y muchos restaurantes las tienen en carta de enero a diciembre. Incluso existe un Concurso Nacional de Torrijas, que desde hace 7 años se celebraba en León y Astorga (la octava edición se ha pospuesto por el coronavirus).
Torrijas: el sabor de lo tradicional
En su versión clásica, estas rebanadas de pan se empapan en leche, aunque hoy en día existen muchas variedades, desde las bañadas en almíbar o en vino tinto hasta las opciones vegetarianas, que sustituyen la leche de vaca por la de soja y los huevos por harinas de garbanzo o soja. Dentro del amplio abanico de posibilidades, te proponemos elaborar torrijas tradicionales, una receta rápida y sencilla que seguro nos recuerda a las que hacían nuestras abuelas.
Ingredientes (8-10 torrijas):
1 barra de pan de un día o dos antes, 750 ml de leche (entera, semi o desnatada), 3 huevos, 150 g de azúcar (blanco o moreno), 1 trozo de piel de limón, 1 ramita de canela, media vaina de vainilla y aceite de oliva virgen extra.
Preparación:
Ponemos la leche en un cazo y añadimos el azúcar, la piel de limón, la canela y la vainilla. Lo calentamos y, cuando rompa a hervir, apagamos el fuego, tapamos el cazo y dejamos infusionar los ingredientes aromáticos. Reservamos la leche hasta que se enfríe, la colamos y la ponemos en un recipiente amplio.
A continuación, cortamos la barra de pan en rebanadas de unos 2 centímetros de grosor y las reservamos en un plato.
Después, batimos los huevos hasta que espumen un poco, añadimos dos o tres cucharadas de leche infusionada, y volvemos a batir. Bañamos por ambos lados las rebanadas de pan en la leche, las pasamos por un huevo batido y las colocamos en una sartén con abundante aceite de oliva.
Freímos las torrijas por ambos lados hasta que estén doraditas, las retiramos, y las colocamos sobre una bandeja cubierta con papel de cocina para que empape bien el exceso de aceite.
Para acabar, espolvoreamos por encima de las torrijas azúcar mezclado con canela en polvo y dejamos que se enfríen antes de saborearlas.
Buñuelos de viento, esponjosos y apetecibles
Los buñuelos de viento son otro de los reclamos tradicionales en estas fechas -y durante el resto del año, también-. Aunque al ser de viento deberían ir vacíos, hay quienes optan por rellenarlos de nata, mermelada o crema pastelera.
Ingredientes (unas 40 unidades):
170 g de harina de repostería, 4 huevos, 3 g de levadura, 50 g de mantequilla, una corteza de limón, un vaso de agua, una cucharada de azúcar, aceite de oliva, una pizca de sal y azúcar para rebozar.
Preparación:
Mezclamos la harina con la levadura. Vertemos en un cazo el vaso de agua, la mantequilla, una cáscara de limón y la sal.
Cuando hierva, retiramos la piel de limón, añadimos la harina y removemos hasta que quede una masa espesa. Dejamos que repose unos cinco minutos, añadimos un huevo y batimos con unas varillas eléctricas – o con una espátula- hasta que vuelva a espesar. Añadimos el segundo huevo, seguimos batiendo e incorporamos el tercero cuando el anterior ya esté bien disuelto en la masa, que ha de quedar lisa y homogénea. Dejamos que repose durante media hora.
Una vez reposada, con la ayuda de cucharitas, vamos formando bolitas que freiremos a fuego medio en una sartén con abundante aceite. Cuando los buñuelos estén bien dorados, los colocamos sobre una bandeja cubierta con papel de cocina para que absorban el aceite sobrante y, sin que se enfríen, los pasamos por azúcar y los colocamos en otro plato. ¡Ya podemos hincarles el diente!
Leche frita: cuando menos es más
Cremosa y muy apetecible, la tradicional leche frita es otra de las propuestas típicas de Semana Santa. Su elaboración requiere de cierto tiempo, pero vale la pena invertirlo para degustar después estas suculentas porciones.
Ingredientes (4 personas):
Para la leche frita: 400 ml de leche entera, 35 g de maicena, 80 g de azúcar, la cáscara de un limón, 1/2 vaina de vainilla, un palito de canela, aceite de oliva virgen extra.
Para el rebozado: un huevo, azúcar y canela en polvo y aceite de oliva virgen extra.
Preparación:
Ponemos en un cazo la leche, añadimos la ramita de canela, la piel de limón y la vaina de vainilla y lo calentamos a fuego medio hasta que hierva. Después, retiramos el cazo del fuego, los tapamos y dejamos que infusione unos veinte minutos.
Colamos la leche y la ponemos de nuevo en el cazo. Disolvemos la maizena en el resto de leche y la incorporamos al cazo. Lo ponemos de nuevo en el fuego, añadimos el azúcar y cocemos a fuego medio, sin dejar de remover, hasta que la leche espese.
A continuación, volcamos la crema en un recipiente rectangular o en una bandeja de pyrex y la cubrimos bien con un film de cocina. La metemos en la nevera y dejamos que repose hasta mañana.
Al día siguiente, sacamos la crema de la nevera, la cortamos en ocho porciones rectangulares, las rebozamos en maicena y después por huevo y las freímos en una sartén con aceite caliente. Cuando estén doradas, las escurrimos en papel absorbente y las espolvoreamos con azúcar y canela por ambos lados. La leche frita puedes tomarla caliente, templada o fría.