Alimentación consciente o cómo entender lo que comemos
La comida puede convertirse en nuestra mejor aliada o en nuestra peor enemiga. Es posible que nos sintamos más vitales si cambiamos la bollería del desayuno por fruta o que se nos hinche dolorosamente la barriga si tomamos una taza de café de más. También puede que queramos adelgazar pero que no lo consigamos porque sentimos el impulso de darnos atracones a menudo.
El placer de comer puede sacar lo mejor o lo peor de nuestro cuerpo, y eso dependerá –como todo en la vida– de nuestra capacidad de detectar lo que nos ocurre y de ser capaces de modificarlo según nuestras necesidades y posibilidades personales. En eso consiste laalimentación consciente que, como explica una de las gurús de esta tendencia, Suzane Powell, se puede resumir en “saber lo que comes, cómo lo comes y cuándo lo comes”.
Powell, irlandesa especializada en nutrición y residente en Barcelona, da las claves para encontrar el estilo de alimentación que mejor se adapta a cada persona en su libroAlimentación consciente (Editorial Sirio, 2013). También hay múltiples vídeos en internet donde explica –en un español excelente, por cierto– qué hábitos pueden estar perjudicando nuestro cuerpo sin que nos demos cuenta.
“Lo que comemos hoy se convierte en nuestras células de mañana”, dice en el siguiente vídeo que empieza haciendo referencia a las comilonas navideñas pero que es aplicable a nuestros hábitos de todo el año.
De estar viendo el vídeo, Roger March seguramente asentiría varias veces con la cabeza. Este joven de Barcelona decidió cambiar su alimentación hace unos seis meses. Su cuerpo empezó a no responder bien a la ingesta de varios alimentos, así que acabó por visitar a un especialista en nutrición que le ayudó cambiar su forma de percibir la alimentación.
“La sociedad en la que vivimos nos hace entrar en ciertas inercias que nos distraen y nos impiden pensar qué es lo que realmente puede beneficiar a nuestro cuerpo. Y ahí está la clave: en escucharse a uno mismo. Que todo el mundo tome zumo por la mañana no significa que sea lo mejor para ti, pues cada cuerpo es dinámico, complejo y diferente”, explica Roger, que añade: “Hay que tener una actitud más activa frente a las anomalías de nuestro cuerpo; no todo se resuelve con un ibuprofeno”.
Él está encantado con el cambio. Con la nueva dieta ha notado que sus digestiones son más fluidas, se siente con más energía e incluso asegura haber ganado agilidad en la toma de decisiones. “Con mejoras de este tipo ganas en libertad y rendimiento en tu proyecto de vida”, dice.
La alimentación consciente no solo ha cambiado el estado de ánimo de Roger; también sus hábitos son distintos. Ahora compra en nuevos establecimientos, su despensa se ha llenado de nuevos aceites, condimentos y cereales ecológicos, y cuando abre la nevera hay nuevos alimentos como el seitán, el tempeh o el tofu. Además, sus rutinas en la cocina ahora son distintas: “El cambio no es fácil y no se hace de un día para el otro. Cocinar ciertos alimentos como el mijo, la quinoa o la avena conlleva su tiempo y requiere paciencia”.
De las recetas que él ha descubierto con el cambio recomienda especialmente el seitán a la plancha con chucrut (col fermentada) y la crema que prepara para desayunar, en su versión dulce, con mijo y avena. Roger lanza su receta exprés: “Pongo a hervir agua con un poco de sal, alga kombu o ciruela umeboshi para restar la acidificación de la avena; cuezo durante veinte minutos una taza de mijo y luego durante otros veinte una de aventa; condimento el plato con pipas de girasol y calabaza tostadas, pasas sultanas, orejones y el muesli que me apetezca”.
Otra defensora de la alimentación consciente es María Pilar Casanova, que hace ocho años consiguió adelgazar 23 kilos con este método hasta colocarse en los 60 kilos. “Me he mantenido en mi nuevo peso porque hice un cambio de chip”; explica María Pilar, que ahora se dedica, junto a Enrique Escauriaza, a hacer sesiones de coaching en Alimentación Consciente.
En Alimentación Consciente no hablan de temas de nutrición, como sí hace Suzanne Powell, sino que se centran en “conectar con las sensaciones físicas para conseguir comer solo cuando tenemos hambre y dejar de hacerlo cuando estamos saciados”. Casanova sostiene que muchas personas comen de más cuando sienten tristeza, estrés, ansiedad o enfado, es decir, que son conscientes de sus emociones y no de sus sensaciones, y eso les impide disfrutar de tener un cuerpo saludable.
Además de las sesiones de coaching, Alimentación Consciente organiza cursos para adelgazar, que duran ocho semanas y se hacen en Barcelona y Madrid. La mayoría de asistentes son mujeres, desde adolescentes hasta mujeres de 70 años. “El objetivo es que tengan una relación sana con ellas mismas y con su cuerpo, que dejen de luchar con la comida, y hacia la mitad del programa las asistentes se dan cuenta de que se sienten liberadas”, explica María Pilar.
Ella se siente agradecida por haber podido “reconectar con el placer de comer, de saborear la comida y notar que está rica. Si te empachas, lo que te gusta es drogarte, no comer”, asegura. Por eso en su dieta entra la posibilidad de comer pasteles de vez en cuando. “Las personas delgadas los comen porque, en cuanto quitas la prohibición, desaparece la ansiedad y, por lo tanto, las ganas de comer más de la cuenta”.
Texto de Alba Serrano