¿Cómo sientan las inocentadas culinarias?
Ayer fue el día de los Inocentes y pensé... Inocentada: broma o chasco que se da a alguien en el día de los Santos Inocentes, especialmente colgarle un monigote de papel en la espalda. Y esto, pensaréis y con razón, ¿cómo se come? Quizás cambiando la pimienta roja dulce por picante o el pimiento por guindilla (los pimientos de Padrón son un tipo de ruleta rusa incruenta). ¿Dejar la sal en vez del azúcar? (cuidado, que podemos arruinar cualquier comida, y no están los tiempos para tirar nada…). ¿Dar gato por liebre? ¿Incluir en las cazuelas elementos inesperados? También es cierto que sustituciones o mezclas que supondríamos imposibles –inocentadas– funcionan perfectamente. Incluso algunas son combinaciones típicas en nuestra o en otras culturas alimentarias. Cómo des niu, el platillo ampurdanés más surrealista de todos, que mezcla aves de caza con bacalao y otras especies. Pensemos, por ejemplo, en qué no mezclaríamos nunca… Va, el chocolate… ¿con carne?, ¿con pescado?, ¿con legumbres? Pues el Corpus de la cocina tradicional catalana recoge recetas con conejo, pulpitos, langosta, caracoles, habas. Esto sin adentrarnos en la cocina creativa: uno de los platos más celebrados de Ferran Adrià son las sardinas con frambuesas y Carme Ruscalleda nos enseñó ya hace tiempos a mojar el pan… con fresas!