Guillaume Long, gastronomía en viñetas de sonrisa inteligente
No desvelo ninguna gran novedad cuando asevero que lo mejor del 2.0 son las personas. Me impongo el título de maestro de la obviedad, pero no me canso de decirlo. De hecho siempre, lo mejor, son las personas. Tirar del hilo digital hasta llegar a la persona es el mejor de los no-deportes a los que me he dedicado desde el no-gimnasio del teclado. Ha sido gracias a Cristina, una de esas amigas que lo fueron antes digitales que analógicas, que he llegado hasta el blog y el libro del autor Guillaume Long. Ella me regaló este descubrimiento en formato libro y yo humildemente quiero acercárselo a ustedes. Este autor nacido en Ginebra en 1977 publica un maravilloso blog en la plataforma del periódico Le Monde: ‘A boire et à manger’ (en francés). Deliciosas viñetas de contenido gastronómico, cocineril, o alimentario. No nos discutiremos por las etiquetas. O si lo prefieren, no nos discutiremos hoy y dejaremos el debate de lo que es y no es gastronómico para más adelante. Su aventura nació –como él mismo ha contado– aprovechando la estela de otro de los cómics gastronómicos que han marcado los últimos años: El gourmet solitario. Le Monde buscaba un autor para su sección gastronómica, con intención de realizar un trabajo en la línea de este cómic que alcanzó el cielo de la consideración del sector. Guillaume se presentó asegurando conocerlo a fondo –mentira–, y luego el resultado final ha terminado siendo muy diferente. No importa, el ecosistema de la gastronomía dibujada ha terminado ganando diversidad y sabor. Simplemente paseen unos minutos por la página y gozarán de buen yantar en sus retinas con una aproximación al mundo del fogón y el mascamiento más fresca que la más lozana de las lechugas, en ocasiones también ácida como una buena lima y siempre sabrosa como un buen cocido madrileño. ¡Tengo pruebas, señoría! Sirvan como ejemplo algunas pinceladas de su reciente dibureportaje sobre su visita a Madrid. Anécdotas, amigos, restaurantes, tascas, recetas y platos que a mi entender configuran una de las guías más amenas e interesantes que he podido echarme a la mirada durante los últimos años. Sonriamos por ejemplo con su explicación sobre el cocido madrileño y de esta manera conozcamos un poco más su estilo y actitud descarada. Momentazo que retrata con sorna cómo el público local se escandaliza por la mezcla del caldo del cocido con las verduras y las carnes. El amigo les suelta un ‘no estamos en el circo, cabrón’ que suena casi a excomunión de la Villa y corte. Si existen los genios, este tipo es un genio. Claro que en ocasiones este listillo suizo está a punto de cruzar algunas líneas rojas y se permite explicar a sus convecinos –rotulador mediante y como si de un acto de generosa antropología se tratara– el arte ‘de tirar la caña’. Y no me refiero al no-deporte de la pesca de la gamba nórdica, practicado en nuestras playas desde la época del Landismo. Me refiero al noble ejercicio de la caña de cerveza bien tirada y su posterior degustación. Donde el muy centroeuropeo además se regocija en su capacidad superior a la del celtíbero medio para beber la cañita a sorbos pequeños, mira si es mala persona. No importa si tiene razón, nadie nos tiene que enseñar como empujarnos nuestras cañas, por muy genio que sea. Tengamos finalmente un momento Umbral y hablemos del libro de Guillaume. Además, es una forma perfecta de conocerle para aquellos que no sepan francés y quieran aprovechar la publicación en castellano de la versión libro de su blog. Porque puede ser un jodido genio, pero también es humano. Y la gran mayoría de humanos tiene el deseo de trascender, siendo la publicación en formato celulósico una de las maneras de trascender que gozan de mayor pedigrí y reconocimiento. Admito que al no conocerle personalmente, no puedo asegurar si ese ha sido el motivo de plasmar el espíritu y contenido de su creación digital en un libro corpóreo y analógico. Pero no me podía callar la frase sobre el afán trascendente. No importa en este caso la voluntad concreta del autor, yo creo que su obra sí merece esa trascendencia y desde luego también el destacado lugar que ocupa en mi humilde estantería. En el libro encontraremos dibujadas con maestría sus preferencias respecto a la cocina: cocina familiar, tradicional y sencilla. Con ingredientes y procedimientos claros y al alcance de cualquiera con un ápice de interés. Una cocina muy mediterránea, que es su preferida, y sin cantidades ni tiempos precisos en las recetas. Fantástica aproximación, ya hablé de ello en una anterior ocasión: la cocina de ‘lo que admita’. Y no se lleven a engaño: por mucho que sea un libro con dibujos no estamos ante un libro de mirada infantil sobre la gastronomía. No es un libro para que el estimado lector se lo regale a sus hijos, aunque desde luego puede hacerlo si le apetece. Ellos se lo agradecerán. A comer y a beber es un libro adulto con una mirada inteligente que nos permite acceder a una cocina casera sin complejos y con una gran sonrisa incorporada. Tampoco es un libro de recetas al uso aunque las hay. Es un libro para transmitir pasión por la cocina, y amor por los fogones. Con humor, que a menudo es sinónimo de inteligencia, y sobre todo con pasión. Mucha pasión.