Higos: saludables, nutritivos y un delicioso comodín en la cocina
La higuera es uno de los árboles más antiguos del mundo, de hoja caduca que pertenece a la familia de las moráceas, aunque no son exactamente frutos lo que produce, sino infrutescencias, es decir, el conjunto de la flor y el fruto.
Nativo de Medio Oriente y el Mediterráneo, el higo ha formado parte de la dieta habitual de diferentes culturas desde tiempos muy remotos. En Egipto, concretamente en la pirámide de Gizeh (año 4.000- 5.000 a.C.) se han encontrado dibujos representativos de su recolección. Siempre fueron un alimento esencial para los griegos: las higueras se consagraban a Dionisios, el dios de la renovación. Cuando se fundaba una ciudad, se plantaba una higuera entre el ágora y el foro para señalar el lugar donde se reunirían los ancianos.
Fue el manjar predilecto de Platón, de hecho se le conoce como la "fruta de los filósofos". Galeno recomendaba su consumo a los atletas que participaban en los Juegos olímpicos y eran tan apreciados que alguna vez crearon leyes para evitar su exportación. Con un rol prominente en la Bibilia, en el libro del Éxodo también forman parte de los frutos que los exploradores de Canaán presentaron a Moisés.
España, Italia, Grecia, Turquía, Israel, Francia, Estados Unidos y Brasil, son los principales países productores. Dentro del territorio español destaca su cultivo en Huesca (Fraga), Lérida, Ávila y Cáceres (Sierra de Gredos), Murcia y Alicante.
Estos frutos se pueden clasificar en tres grupos dependiendo del color de su piel. Las variedades blancas, de color blanquecino, amarillento o verde cuando están maduros; las coloreadas, incluyen los frutos de color azulado más o menos claro; y las variedades negras, de color rojo oscuro o negro.
Los higos tienen un sabor dulce y único, una textura suave y gomosa, y están llenos de semillas crujientes y comestibles. Cuando están frescos son delicados y perecederos, por lo que a menudo se secan para preservarlos. Así se produce un fruto seco dulce y nutritivo que se puede disfrutar en cualquier momento del año. Por su dulzura natural, antes de que hubiera azúcares refinados, se usaban para endulzar.
Cómo elegirlos y conservarlos
A diferencia de otras frutas, las arrugas y aberturas que presenta la piel de los higos y brevas, revelan el momento ideal de consumo porque son una evidencia de que el fruto ha llegado a su punto de sazón.
Deben tener un color agradable, buena consistencia, textura relativamente suave y cuando están maduros, ceden a la leve presión con los dedos. Incluso guardados en el frigorífico, se conservan tan sólo unos 3 días, lo que dificulta su comercialización.
Cómo disfrutarlos
Como los higos son tan delicados y se dañan rápido, es mejor comérselos durante los dos primeros días después de comprarlos. Hay que escoger los que estén regordetes y tiernos, con un color intenso y profundo, y que no estén magullados.
Cuando los llevemos a casa, no hay que lavarlos hasta que los vayamos a comer, y guardarlos en la nevera hasta entonces, si no están maduros es mejor mantenerlos a temperatura ambiente. Pueden comerse pelados o sin pelar, dependiendo del grosor de la cáscara así como de las preferencias personales.
Una de las mejores formas de consumir los higos son frescos, ya que si están maduros se puede apreciar su exquisito sabor y dulzor. En países como España, Italia o Francia, se acompañan con jamón o se sirven como postre. Resultan un delicioso complemento, cuando se añaden en acompañamientos para platos de caza o de aves.
Lo cierto es que dan mucho juego en la cocina: se utilizan mucho en repostería, en forma de puré, para hacer rellenos y adornos y para confeccionar mermeladas o tartas. Ensaladas con mezcla de lechugas, salsa de higos con cebolla caramelizada o canapés de higos con queso, vinagreta balsámica de higos –ideal para aderezar carnes blancas o rojas aportando un toque dulzón–, pluma ibérica con higos y patatas o unos gnocchis de espinacas con salsa de higos, son sólo algunas sugerencias para disfrutar de este producto de temporada.
Conservados en alcohol son otra alternativa derivada de los frescos; se elaboran utilizando higos pequeños, consistentes, de piel oscura, que no hayan madurado completamente y se conservan en recipientes mezclados con alcohol, azúcar y canela. Se usan incluso para la obtención de una especie de vino.
En Andalucía se elabora un dulce tradicional que es el pan de higo, realizado con higos desecados y almendras. Los panes de higo más famosos y populares en nuestro país son los que se elaboran en la villa almeriense de Cuevas y consisten en una torta redondeada y plana, elaborada con higos secos picados finamente junto con diversos frutos secos y condimentos o especias: almendras, anís, canela, clavo, pimienta, cáscara de naranja y aguardiente de anisado, todo ello mezclado con agua de hinojo. El resultado es un alimento energético y tonificante. También, los higos tostados y molidos dan lugar a un polvo que se emplea en la industria como sucedáneo del café, por lo general, combinado con otros ingredientes (malta, cebada, achicoria...).
Y se consumen, y mucho, los higos secos, que se obtienen mediante un proceso de desecado industrial o doméstico. Los bocaditos de higos combinados con nueces, almendras, avellanas o bellotas son el ingrediente principal del tradicional postre llamado “turrón de pobre”.
Propiedades nutricionales
Los higos están compuestos de agua en una proporción que oscila entre el 70 y el 80% aproximadamente, y tienen entre un 12 y un 19% de hidratos de carbono, concretamente sacarosa, fructosa y glucosa. Es muy significativo su aporte energético, por lo que pueden resultar muy adecuados para personas que realizan trabajos físicos o con problemas de nutrición.
También destacan por su gran aporte en fibra, por lo que resultan muy eficaces para regular el tránsito intestinal y, por lo tanto, usarlo como laxante leve para combatir el estreñimiento. Asimismo, también resulta favorable para contrarrestar otros tipos de trastornos gastrointestinales. Tienen altos niveles de oxalatos. Comer cantidades excesivas seguramente tendrá un efecto laxativo, así que hay que disfrutarlos con moderación.
Aunque la creencia popular diga lo contrario, el contenido en grasas de los higos no es excesivo (65 kcal por cada 100 g), de la misma forma que tampoco lo es su aporte en proteínas. Sin embargo, aporta agua, vitaminas y minerales de forma considerable, por lo que puede incorporarse a toda dieta equilibrada; aunque las personas diabéticas o con problemas de obesidad deberán consumirlo con moderación a causa de su contenido en azúcar.
Es importante destacar también las propiedades antirreumáticas del higo, que resultan beneficiosas para personas con este tipo de achaques, así como a aquellos que practican deporte y desgastan especialmente sus articulaciones.
También se conocen las propiedades favorables de los higos para el sistema respiratorio por su poder expectorante, de modo que podremos usarlos para combatir afecciones como catarros, bronquitis, mucosidad excesiva...
Los higos también destacan por aportar antioxidantes naturales que ayudarán a prevenir el envejecimiento celular y a combatir los radicales libres, que son los causantes de múltiples enfermedades graves como el cáncer o diversas patologías degenerativas.
Ahora que están frescos debemos aprovecharnos de ellos!!