Macaron, el dulce francés por excelencia y dónde comerlo en París
La gastronomía de Francia está considerada una de las mejores del mundo, algo que convierte París en una de las capitales gastronómicas más reputadas.
Hace apenas dos días estaba en París. Cautivadora, encantadora, poética y dulce. Es la ciudad romántica por excelencia. Nada más agradable que perderse en sus calles y callejones.
La ciudad de la luz, pero también la ciudad que se saborea, un lugar que hace del comer todo un placer. Si hay algo que envidio de París es sus pastelerías y el palpitar de la ciudad. No hay un lugar que no tenga una terraza a pie de calle. Desde esa atalaya privilegiada, mientras disfrutas de un intenso café expreso, contemplas a los parisinos pasar con su estilo desenfadado, aire autosuficiente y sonrisas irónicas. Te distraes pensando cómo serán sus vidas en la ciudad más visitada del mundo mientras lanzas un gran suspiro de turista un poquitín curioso.
En París he vivido momentos únicos que han llegado a formar parte de mis mejores recuerdos. Lo que más conozco son sus pastelerías y algunos restaurantes.
Si te gustan los dulces, el perfume de la seducción y la más sofisticada y fotogénica repostería francesa, sigue leyendo este artículo para descubrir un bocado crujiente, frutal, elegante e intensamente blando.
¿Existe un postre poético? Un buen macaron es como un poema.
Los Macarons, de origen italiano, eran unos sencillos pastelitos redondos de almendra. Hasta que alguien a principios del s. XX tuvo la brillante idea de rellenarlos.
Un suave e irresistible manjar de delicado sabor y chillones colores. De aspecto acabado, casi perfecto y visualmente muy atractivo. No existe otro dulce francés que se prepare en tal variedad de colores. O que, como en la moda, cree un nuevo sabor cada temporada.
Se toman con un café o con un té. Aunque también con licor, vino dulce o cava.
En París, por ejemplo, en los hoteles de lujo acostumbran a dar la bienvenida a los huéspedes con macarons y champagne.
Están formados por discos, crujientes por fuera y blandos por dentro, preparados con claras montadas a punto de nieve, azúcar y almendra molida, unidos o pegados de dos en dos con un suave relleno. Los sabores son infinitos: de limón, de “yuzu”, de pétalo de rosa, de manzana, de caramelo, de mango, de aceite de oliva, de vainilla, de cereza, de trufa…
También hay versiones saladas, por ejemplo los que probé este fin de semana en Fauchon: de salmón, de foie gras, de cangrejo real, de trufa… Un auténtico delirio, aunque un poco caro para hacer un brunch con los amigos.
Hacer bien un macaron no requiere necesariamente tener todos los conocimientos ni el talento de un gran repostero. Sin embargo, es un postre complicado y antes de decidirse a intentarlo, es conveniente saber que la conjunción de los diversos elementos y la presentación final dejan espacio suficiente a la imaginación.
El secreto –aparte de su elaboración– está en hacer un buen reposo antes de hornear, en caso contrario cuando vayáis a catarlos van a parecer un auténtico chicle de color chillón.
Mis “Boutiques” preferidas en París
Pierre Hermé: El rey de los Macarons en París, el numero uno. Sus pastelerías son como joyerías. A dos euros y medio la unidad de macaron. ¡Pero qué buenos son! Os recomiendo también su croissant de frambuesa y pétalos de rosa. Os aseguro que más de una vez he hecho más de diez minutos de cola para comprar alguna de sus creaciones dulces. Si váis, tenéis que probar el macaron de calabaza y maíz.
En París, entre compra y compra o después de descansar en los Jardines des Tuileries, podéis daros un buen paseo por la Rue du Faubourg Saint-Honoré. Aunque es una calle relativamente estrecha, hay tres o cuatro bombonerías donde podréis encontrar macarons de todas clases.
La boutique más conocida, con una estética bellísima y que cuenta con una quincena de tiendas distribuidas por París, es Ladurée, en Place Madeleine. Me encanta desayunar en su terraza y gozar de sus pasteles. Hoy en día regalar una de las cajas verde claro de Ladurée llena de macarons es lo último en regalos chic y románticos en París.
Otras de mis preferidas son Gérard Mulot, al lado de los Jardines de Luxemburgo, y Lenôtre, aquí tienen también una gran escuela de repostería. Otro imprescindible es la Pâtisserie des Reves, un auténtico aparador de sueños. Os recomiendo también sus éclairs de chocolate y café. Imprescindibles también Christophe Roussel o Hugo et Victor, que cambian sus colecciones según la época del año. Son sitios únicos en París.
Y ahora, si viajáis a París, disfrutad del lujo, comed macarons, brindad con Champagne, contadlo, compartidlo, contagiadlo... No os lo guardéis.
Bon appétit!