Tapas y raciones para compartir, ¿la fórmula del éxito?
Me sabe mal, pero no digo nada que no sepa todo el mundo. Que dentro de este túnel todavía reina la oscuridad. Que el paro no para de crecer y el consumo de caer. Que el comercio y el sector del ocio sufren. Que nuestra restauracio´n, referente mundial, se resiente demasiado: que no hay derecho. Que continuamos teniendo una indu´stria gastronómica muy competitiva, capaz de fabricar ferraris a buen precio, pero ya no clientes para comprarlos, y que –no pudiendo exportar, porque la cocina no viaja– o vienen muchos turistas o se irán más cocineros. Aqui´ ha cambiado el marco mental hasta de los ????????? ???? ????????? que tienen la suerte de no tener que sufrir por el presupuesto: lo que hace cuatro años era barato ahora parece caro. Hace falta reidear la oferta sin perder calidad para evitar una huída excesiva de cerebros culinarios. Las tapas son un formato de ocio gastronómico que permite aligerar estructuras, formas y servicio, pensó el joven Llui´s Vilaplana, cuando, despue´s de estudiar y adquirir experiencia en establecimientos de prestigio en Cataluña y Francia, abrió el Llumi´ con Mireia Fonolleda (de ahí el nombre, si´) en Terrassa (Rambla de E`gara, 241): crema de garbanzos con langostinos, alcachofa frita con cecina y miel, calçots con vino tinto y brie, codornices en dos cocciones y su zumo con chocolate... Cocina sabrosa para compartir, propuestas elaboradas pero no extrañas, ambiente acogedor, precios competitivos y buen rollo.