Café Racer: proximidad, frescura y calidad sobre ruedas
Para ellos no existen los quilómetros sino la felicidad que les aporta el asfalto. Su camión, modelo Ford Transit del año 1995, fue originariamente una churrería que este matrimonio afincado en Peñíscola ambientó en los años 50, dándole un aspecto roquero y desenfadado muy acorde al producto que ofrecen.
Ambos proceden de familias con tradición hostelera. Los padres de Magda regentaban un restaurante en la ciudad castellonense por lo que ésta desde bien pequeña se crió entre fogones. Por su parte, la familia de Jean Michel, de origen francés, son propietarios de varias pizzerías en Marsella. Lugar donde precisamente nació el primer food truck de este producto en 1962. De ahí que hoy en día haya más de 4.000 restaurantes de este tipo en Francia y alrededor de 400 en Marsella.
Con estos antecedentes, no es de extrañar que el primer negocio que el matrimonio compartió fuera una pizzería pero el deseo de exportar su saber hacer, acercarse a otro tipo de clientela, combinar trabajo y diversión y sobre todo la posibilidad de poder viajar, hicieron que cambiaran la gastronomía tradicional por el food truck. Una gastronomía callejera y con un toque canalla con la que se sienten muy agusto.
De hecho, el nombre de Café Racer proviene de un movimiento motero que surgió en las calles del Reino Unido en la década de los 50 y que consistía en personalizar las motos poniendo especial énfasis en la velocidad y agilidad, dejando la comodidad de sus monturas en un segundo plano.
En su horno de leña, que garantiza una cocción tradicional, preparan pizzas elaboradas con masa fresca, ingredientes naturales de calidad y cuidadosamente seleccionados. Normalmente, trabajan mucho en concentraciones moteras o eventos Custom aunque también acuden a otros que se nutren de paladares más exigentes. Por este motivo, también suelen incluir en sus ya famosas pizzas ingredientes top como el magret de pato.
Pero las verdaderas protagonistas de su cocina son la provenzal (bacon, queso de cabra, manzana, miel y cebolla) y la vegetal (champiñón, calabacín, pimiento rojo, berenjena y cebolla). Todas ellas con queso emmental como ingrediente estrella aunque su oferta gastronómica va más allá de las pizzas.
Crepes dulces y salados, burguers caseros y hotdogs amplían una carta sencilla, pero muy bien resuelta y trabajada, que se completa con las meatballs. Unas deliciosas albóndigas de vacuno, rebozadas con dos lonchas de calabacín, huevos y harina, y cocidas a fuego lento con un baño de tomate. Se sirven acompañadas de un pan de mollete con hoja de roble y calabacín rallado o con sémola de cuscús.
Son muy cuidadosos a la hora de planificar una salida. En lo profesional, también forman un gran tándem. Ella es la encargada de que su caravana luzca siempre perfecta y de dar vida a las ricas recetas. Él es más metódico y planifica los viajes. Sin duda, dos caracteres diferentes pero donde la tradición y la innovación se complementan de manera pluscuamperfecta.
Normalmente trabajan con proveedores de confianza y próximos a su lugar de origen pero, si el desplazamiento les obliga a recorrer una larga distancia, simplemente llenan su camión con leña y butano confiando la compra de los ingredientes principales a productores de la zona. Eso sí, siempre bajo una misma premisa, que sea un producto fresco y de calidad.
Magda y Jean Michel han cumplido con Café Racer uno de sus sueños pero aún tienen otro pendiente, recorrer junto a su hija Estados Unidos por la mítica ruta 66 a ritmo de rock and roll.