Top ten de los alimentos más adictivos para nuestro organismo
Seguro que en más de una ocasión te has preguntado de qué se compone un determinado alimento cuando no puedes dejar de comerlo compulsivamente, y es que, créenos, hay una explicación científica para ello. En este sentido, son numerosos los estudios que avalan que el centro de recompensa y placer del cerebro también puede activarse con algunos alimentos, especialmente con aquellos que son muy sabrosos, bien sea por su alto contenido en sal, grasas saturadas o azúcar. De hecho, éstos actúan en el cerebro de igual manera que lo hacen algunas drogas muy adictivas al segregar dopamina, también conocida como la hormona de la felicidad. Por esta razón, podríamos estar alimentándonos toda la vida de ‘manjares’ como el chocolate, los snacks o los helados. Y, también por eso, nos es tan complicado ponernos a dieta, ya que el consumo de productos naturales y saludables no provocan la producción de químicos como la dopamina.
Las señales de recompensa de estos alimentos en nuestro cerebro pueden, al mismo tiempo, anular otras como la sensación de plenitud y satisfacción haciendo que sigamos comiendo en exceso aunque no tengamos hambre. Además, los individuos que muestran signos de adicción a determinados alimentos también pueden desarrollar una tolerancia a los mismos, comiéndolos cada vez en mayor cantidad pero con un grado de satisfacción mucho menor. De hecho, los ‘adictos’ seguirán ingiriéndolos incluso sabiendo de algunas de sus consecuencias negativas, como el aumento de peso.
Y lo peor de todo es que estos ‘alimentos adictivos’, cuyo abuso puede ser perjudicial para la salud, son consumidos casi a diario por la gran mayoría de la población. Compruébalo en lista que te presentamos a continuación:
- Patatas fritas: la gran mayoría tienen glutamato monosódico, o lo que es lo mismo, un potente adictivo que hace que sigamos comiendo hasta dejar la bolsa vacía. El glutamato se esconde tras el E-621, saborizante y conservante.
- Queso: sea cual sea su variedad (cabra, vaca, oveja, curados, frescos, etc.), lleva una sustancia llamada casomorfina, muy similar a las endorfinas y que genera a quien la consume sensación de bienestar. De ahí, las ganas irrefrenables de comerse un trozo tras otro. Esta sustancia también está presente en la leche materna.
- Pizza: Contiene una gran cantidad de azúcares refinados, grasas, harinas y potenciadores de sabor. Estas grasas saturadas son las que provocan esa dependencia de la que estamos hablamos. Además, si a esto le añadimos determinados ingredientes, siempre presentes, como el queso y el tomate, la sensación de calma en el cerebro es inmediata.
- Hamburguesas con queso: según algunos estudios científicos, como los realizados por la Universidad de Granada o la Universidad de Monash en Australia, son las responsables de activar la misma zona del cerebro que se estimula también mediante el alcohol o el sexo.
- Chocolate: en él encontramos una sustancia llamada encefalina que causa en el cerebro una reacción muy similar a la del opio y la morfina. De ahí que sea uno de los alimentos que más enganche genera.
- Helado: cualquiera de ellos presenta azúcares y grasas en gran cantidad, además de fructosa, agua y aditivos para potenciar su sabor y la adicción del que los consume.
- Bollería: incorpora en su composición elementos como la manteca, causante de ese sabor tan agradable y característico y que, además, evita su oxidación. También tiene una gran cantidad de azúcar.
- Pasteles: de nuevo, azúcar y carbohidratos, o lo que es lo mismo, elementos que actúan a nivel de los centros del placer y recompensa.
- Cereales: a pesar de estar muy de moda, su ingesta provoca la secreción de insulina. Si estamos acostumbrados a comerlos y dejamos de hacerlo, es fácil que nos sobrevenga el temido síndrome de abstinencia.
- Beicon: tiene nitrito de sodio, un conservante de la carne y fijador de colores de embutidos, adobados y ahumados que también provoca dependencia.
Ahora ya sabes el porqué de tus instintos más devoradores y por qué hay alimentos capaces de doblegar la voluntad del más disciplinado.