Veinte años avalan la trayectoria de Restaurante Alvaluz, un establecimiento regentado por la familia Lara, donde cada uno de sus miembros está involucrado en el negocio familiar para alegría de sus clientes. Hospitalidad, tradición, buena cocina, trato profesional… Son sólo algunas de las cosas que nos hemos llevado de nuestra visita a este establecimiento que está en Málaga capital, alejado del bullicio del centro y con aparcamiento fácil, que son cosas que también cuenta, y mucho, a la hora de buscar un restaurante para cualquier ocasión.
Juan Antonio Lara, el cabeza de familia y propietario del restaurante, lleva dos décadas trabajando en la hostelería. Y eso se nota. Maneja la sala con maestría, donde también colaboran sus hijos, Luz y Álvaro. Juan Antonio es el encargado de traer y explicar cada uno de los platos que salen de la cocina, donde está su esposa, Teresa Alcaide. Ella es la cabeza pensante de la propuesta gastronómica que ofrece Alvaluz: cocina malagueña tradicional con un toque personal. Todo lo que llega al comensal ha sido antes tratado con cariño en los fogones, pensado y bien elaborado. Y es que, si presumen de algo en este restaurante, es de hacer cada elaboración con el tiempo suficiente que necesita, una filosofía que los comensales agradecemos con el alma y el paladar.
Como buen establecimiento tradicional, Alvaluz ofrece en su carta platos de cuchara. Trabajan según la temporada, respetando el producto y la estacionalidad para sacarle el máximo partido de sabor y calidad a sus elaboraciones, lo que les permite tener buenas sugerencias aparte de la carta. Además, juegan mucho con los contrastes de sabores y todos los platos tienen ese sabor casero que tanto gusta en un restaurante.
La carta de Alvaluz ha evolucionado mucho en sus 20 años de vida, pero como en todo restaurante que se precie tienen un plato que es la estrella y que siempre está. Por eso nosotros también quisimos probar sus “Huevos al pil pil”, hechos con patatas fritas, huevos, pasas de Corinto, jamón serrano y gambas al pil pil.
En nuestra visita hicimos un recorrido muy apetitoso por algunos de los platos con más adeptos. Empezamos con sus famosas “Pencas”, un hojaldre relleno de queso blanco, bacon, tronco de acelgas y miel de Frigiliana, una buenísima combinación para empezar el pase. Nuestro siguiente opción fueron los “Pimientos del piquillo Tere”, rellenos de arroz, atún en escabeche y pasas de Corinto. El plato contundente fue un “Solomillo Wellington”, una versión que hacen en Alvaluz con su jamón, paté y envoltura de hojaldre al que le han incorporado una salsa de almendra y otra de frambuesa.
Para el momento del postre, nos deleitamos con tarta de queso Cabrales y una de las especialidades de la casa, el “bombón de higo con nueces y chocolate”, unos higos que antes están macerados en anís elaborado en Ronda.
Además de todos estos platos, la carta de Alvaluz ofrece otros igual de interesantes, por ejemplo, sus croquetas, caseras y tan apetitosas como las de solomillo, las de jamón, las de espinacas y piñones, las de pringá o las de salmón. Variedad no falta. También tienen un solomillo con queso de Ronda y pimentón que merece la pena probar, o su malagueña porra antequerana. El clásico queso frito con salsa de frambuesa, lo ponen con un toque “malagueño”, ya que lo traen de Ronda.
Otros platos que nos parecieron originales fueron el rape envuelto en espinacas y langostinos con menestra de verdura natural y los “Langostinos a la moda”, un plato que incorpora salmón y una salsa de nata.
En cuanto a los postres, tienen uno que no defrauda y que es el más demandado, la tarta de café y tres chocolates, que se puede acompañar de uno de los licores caseros que hacen en el propio restaurante. Lo tienen de endrinas, de membrillo y de higo.
Y para los que se lo quieran llevar a casa, disponen de un servicio de catering con un precio muy razonable, así como descuentos para universitarios y para trabajadores de empresas colaboradoras del establecimiento. Desde luego que ideas no faltan en Restaurante Alvaluz para hacer llegar su propuesta gastronómica al mayor número de comensales posible. La calidad de la carta y el trato de la familia Lara bien merecen una visita, así como la colección de más de 600 botellas de aceite de oliva de todo el mundo que tienen en el restaurante.
Buen provecho.
Calle Stendhal, 7
29007 Málaga Málaga
España