Ca'n Caló, un ejemplo de agricultura ecológica en Mallorca
El nombre probablemente proviene de acortar el nombre Miqueló (Queló > Caló), y tiene 5 hectáreas. No obstante, actualmente Torrens gestiona alrededor de 1.000 hectáreas, la mayoría en Ruberts. Confiesa que desde bien joven le ha gustado hacer trabajo en el campo, una profesión que ha heredado de su padre y de su madre, que también eran payeses. Explica que esta profesión es difícil en todas partes, pero en Mallorca todavía lo es más por los altos costes de producción: "cómo que somos una isla no nos compensan el sobrecoste, por eso quedan tan pocos labradores mallorquines", apunta.
Más allá de la calidad
Ca'n Caló es sinónimo de agricultura tradicional adaptada al mundo actual, mayormente de secano, con ganadería extensiva y con mucha diversidad de cultivos asociados al ganado (de razas autóctonas) y las rotaciones de cultivos; “para mí —explica Gabriel Torrens— todo esto es la base y el fundamento de la agricultura ecológica y tener la certificación resulta fácil con este tipo de agricultura payesa”. Sin embargo, es consciente de que hoy en día no basta con producir bien para salir adelante, ya que el mercado no paga más por un producto de mayor calidad, como las almendras, por lo que tiene claro que, además de producir, el agricultor debe tener la comercialización de sus productos. El difícil reto de saber producir y, también, de saber vender.
Las variedades autóctonas son los principales cultivos de la finca. De hecho, Biel Torrens es una de las personas que ha recuperado impulsado el blat xeixa, una variedad de trigo que estuvo a punto de desaparecer y que siembra juntamente con otros trigos antiguos en Ruberts. También cultiva garbanzos, árboles fruteros de muchos tipos, como higueras, albaricoqueros, ciruelos... Y durante el verano tiene 2 hectáreas de huerto que destina principalmente a vender a los tres mercados ecológicos que Torrens recoge semanalmente: los domingos a Santa Maria del Camí; los sábados a Palma y los jueves al campus de la Universitat de les Illes Balears. Cabe mencionar que en su huerto encontramos dos clases de pimenteros que estuvieron a punto de dejar de existir y que hoy están plenamente recuperados, como el pimiento Tap de Cortí, que es dulce, y el de cirereta, que es picante; son imprescindibles para hacer una sobrasada auténtica.
Fresco, autóctono y de kilómetro cero
Ca'n Caló es también sinónimo de animales, como las abejas, el averío, las cabras, las ovejas, los cerdos negros (¡de los que sale una buena sobrasada!), además de vacas menorquinas y avestruces. El trabajo de Gabriel Torrens ha hecho posible tener un campo bello, sin abandonar, admirado por visitantes y residentes, que ha permitido recuperar bancales de piedra en seco, como en las fincas de Sóller y Bunyola, donde recoge la aceituna. También hace viña en Porreres, donde tiene almendros y algarroberos en la Colònia de Sant Pere, y naranjos en Santa Maria y en Porreres. De todo esto salen las confituras, los fideos y la harina de xeixa, el aceite de almendra, las frutas, verduras y hortalizas frescas (lechugas, melones, cebollas, etc.), el azafrán, el pimiento bord y la salsa de tomate casera, todo con el sello y los controles que estipula el Consell Balear de la Producció Agrària Ecològica (CBPAE).
La calidad de su producto hace que, además de adquirirlo directamente en los tres mercados semanales que Torrens visita, también se pueda encontrar en tiendas selectas; además de restaurantes y hoteles que busquen dar a su cliente algo más que un alimento; como por ejemplo ayudar a potenciar el campo mallorquín, saborear alimentos sin pesticidas, apostar por el producto fresco, autóctono y de kilómetro cero. Por eso, también es importante remarcar la importancia de los distribuidores implicados en la filosofía de Ca'n Caló, como Cerdà – Obrador, que ha hecho posible que sus productos lleguen a los mejores restaurantes de la isla.
Ca'n Caló también se ha convertido en un espacio para conocer de primera tinta como se organiza una finca payesa a través de visitas que incluyen una degustación de sus productos. Han pasado por ahí turistas y curiosos que han aprendido como es el cultivo tradicional del almendrero y han participado en un taller para hacer turrón artesano; hasta alumnos de centros de primaria y secundaria, que conocen de cerca la importancia del mundo rural y la agricultura como oficio desde un punto de vista educativo.