Las buenas maneras en la mesa: tradiciones y anécdotas
Las buenas maneras en la mesa, ese viejo tema tan del gusto de los amantes del protocolo y, si me permiten, de los que les gusta tocar lo que no suena. Qué si el platito del pan va de ese lado, que si el orden de los cubiertos, que si hay que usar ese cubierto para comerse tal cosa, que hacia donde hay que inclinar el plato para rebañar las últimas cucharadas de sopa, qué se puede comer con los dedos y qué no... Y así hasta el infinito y más allá. Pero, por un momento, volvamos a lo básico: cuchillo y tenedor. El cuchillo a la derecha y el tenedor a la izquierda. ¿Sí? Bien. Los cogemos exactamente así. Pinchamos con el tenedor, cortamos con el cuchillo y nos llevamos el pedazo a la boca con la izquierda que es donde tenemos el tenedor. Ésta se considera la forma correcta de comer entre gente de buenas maneras y costumbres… y diestras. Si eres zurdo la fórmula es exactamente la misma, pero con las manos intercambiadas. Ahora bien. ¿Ha sido eso siempre así? ¿Es así en todas partes? Pues no. Por ejemplo los estadounidenses bien educados hacen algo que, a los ojos de un europeo, puede resultar curioso y hasta de mala educación. Nuestro amigo de Florida, Nueva York, Illinois o California cogerá los cubiertos exactamente como lo haríamos nosotros, pero una vez cortado el pedazo que va a ingerir, dejará el cuchillo delicadamente inclinado sobre el plato, se cambiará el tenedor de mano (de izquierda a derecha, por lo general) y con el tenedor en su diestra (¡USA, USA, USA!) se llevará la comida a la boca. Podríamos denominar a esta peculiar maniobra el cut-and-switch (cortar y cambiar) o el star-spangled fork flip (el salto del tenedor de las barras y estrellas). Ya habrá quien estará pensado que tal manera de perder el tiempo con tanto cambiar de mano los utensilios a la hora de comer sólo se les podía pasar por la cabeza ellos, pero no deja de ser curioso en una gente tan pragmática sobre todo con la comida. Pero, por encima de todo, no seamos tan esnobs, porque lo que resulta realmente divertido, es que ésta es una herencia que les dejamos los europeos. Lo peculiar, en todo caso, es que no se hayan librado de ella como hicieron con todo lo demás hace más de doscientos años. Desde su aparición, el tenedor se usó con la izquierda, pero a lo largo del siglo XVIII, en Francia, se convirtió en moda y símbolo de elegante pedigrí dejar el cuchillo junto al plato, cambiar el tenedor de mano y llevarse el alimento a las fauces con la mano contraria. Normalmente las buenas maneras tienden a privilegiar la delicadeza y probablemente fuera más delicado comer con la mano que mejor se dominaba que en la mayoría de los mortales es la derecha. Además, el hecho de bajar el cuchillo pudiera haber sido considerado una manera menos “violenta” de comer que cuchillo en ristre (estuviera en la mano que estuviera) y por tanto más educada. Claro que también puede reflejar el tan extendido culturalmente prejuicio sobre la mano izquierda (y de paso sobre los zurdos). Por ejemplo, los árabes usan exclusivamente para comer, y sin utensilios, la mano derecha. Quizás también cabe la posibilidad de que el cut-and-switch se convirtiera en popular tan sólo porque era incómodo pues, como sucede a menudo en el mundo de las buenas maneras, una gran ineficiencia infiere una gran elegancia. ¿Recuerdan la escena de Lo que el viento se llevó en la que Vivien Leigh se enfunda en un corsé? Pues eso. A partir de mediados del XIX, y otra vez en Francia, los voceros de las buenas costumbres renegaron del cut-and-switch y proclamaron las bondades de comer con la izquierda, por ser más fácil y más cómodo. Por lo visto el mensaje no llegó a Estados Unidos donde, lo que fue un día una manera europea, se convirtió en el american way of eating. Y supongo que en una sociedad que considera todo un logro poder comer y conducir al mismo tiempo y en la que la mayoría de la comida ya viene casi hasta digerida, todo este tipo de sutilezas les trae sin cuidado. Y seguramente hacen bien. Al final, si me aceptan una opinión, se trata de comer sin ofender a los que comen con nosotros y de manera que nos sintamos cómodos y relajados. Ésa debería ser la máxima de todo protocolo. A fin de cuentas, comer es una fiesta y se trata de pasarlo bien y no de ponerle corsés, ¿verdad señorita Scarlata? Más información sobre costumbres y tradiciones en la mesa:- Consejos para comer en la mesa asiática, por Carmen Alcaraz del Blanco. - El brindis no entiende de fronteras ni de tiempo, por Carmen Alcaraz del Blanco.