Tres sabrosos desayunos barceloneses de cuchillo y tenedor
Desayunar con fundamento es una excelente manera de empezar el día con felicidad, en plan campeón. Nos sentarnos en un local que mime el desayuno de los parroquianos y ya podemos gozar a cucharada limpia. Es una manera deliciosa de garantizarnos la energía que necesitamos, el placer que merecemos y además suele ser un momento disfrutado en compañía. Extra point y gol por la escuadra ¡Démosle gas a la mañana!
Granja Elena
Bajo la piel de cordero de lo que aparenta ser un bar-granja familiar encontramos una auténtica fiera culinaria, una de las más potentes de Barcelona. La familia Sierra ha forjado durante años una propuesta de alto octanaje que combina hechuras populares con una cocina de altos vuelos en que se mezcla la tradición con una mirada contemporánea y actual. Producto brutal, cocciones perfectas y la sutil presencia de la creatividad. Un cóctel abrumador.
Sobre la mesa un extraordinario tartar de salmón con erizos y huevas. Sinfonía marina de sabores yodados y texturas de amor. Salmón cortado a cuchillo y aderezado con una emulsión ligeramente ácida que refresca, pule y da esplendor. ¿Qué es el raw food? Debe ser esto, por San Escoffier.
De vez en cuando la providencia nos sonríe y ofrecen para desayunar sus maravillosos canelones de pies de cerdo con trufa (trompeta de la muerte cuando no es temporada) que son poesía de colágeno y sabor.
Otros platillos memorables de la carta de desayunos son las pochas con almejas: Pequeñas perlas vegetales que estallan tiernamente acompañadas del sabor bivalvo y el matiz encurtido de la piparra. Ejecución impecable de una receta canónica i tradicional. Sólo abre mañanas y mediodías.
Bodega d'en Rafel
Este local añejo situado en el corazón de una de las zonas más hipsters de la ciudad condal mantiene inalterado el espíritu de la bodega tradicional. Alicatado sin complejos, mesas de mármol bajo vigas de madera y una barra impúdicamente vestida mostrando las delicias al personal. La parroquia es ruidosa y alegre. El conjunto es un viaje hermoso al glorioso pasado que se resiste (¡gracias!) a desaparecer.
Nos zampamos un capipota mayúsculo, sideral. Probablemente el mejor que actualmente podemos encontrar en la ciudad condal. Cocción exacta del porcino manjar (tierno con el punto justo de elasticidad) que ha cedido su colágeno a una salsa maravillosa donde se aprecia ampliamente el pimentón ahumado. Conviene sucar descontroladamente con el pan, the sky is the limit! Cuando terminamos, los labios se nos pegan untados de gelatinoso placer. Descomunal.
Otros bocados fantásticos son las buenas croquetas de pulpo, las albóndigas con verdura (irregulares en la forma, académicas en el paladar) y sobre todo el bacalao rebozado aderezado con aceite de pimentón y acompañado de mongetes (alubias) de piel casi inexistente que estallan en el paladar.
Can Ros
Nos acercamos un domingo y el ambiente es inigualable. Lleno a reventar de clientela de todo tipo, mezcla plural. En la mesa vecina destaca una tertulia de parroquianos con canas de sabiduría se pasan el porrón mientras discuten cómo de penalti fue el penalti de ayer. Y van cayendo las albóndigas como los goles de Messi: uno detrás de otro.
Este local es famoso por su esferificación cárnica tradicional, hecha con salsa de tomate y algún ocasional guisante que se quiera apuntar a la party. Con sabor intenso, textura tierna y con la carne perfectamente reconocible en el paladar. También las sirven en bocadillo, para los amantes de comer con las manos incluso los platos de guisar.
Clavan las tortillas con perfección, así que aprovechamos temporada y nos deleitamos con una de alcachofas de las que crean adicción: gruesa, jugosa y sexy. Viste color vegetal de verde camuflaje, pero eso no la va a salvar de nuestras dentelladas. Algo tan bueno no se puede dejar escapar.
Otros platos para hincar el tenedor por la mañana son la ración de carne adobada -estilo pincho moruno, sobredosis de la genial mezcla de especias Ras el Hanout- y los chipirones en salsa de vino. Atención, cierran los sábados.
Desde luego, invitamos al querido lector a que escriba en los comentarios su propuesta para desayunar con el mayor de los fundamentos. Créame que lo vamos a agradecer: en tiempos de guerra, toda buena información es trinchera.