Si algo define el restaurante es el producto, todo fresco procedente de la lonja de Caleta de Vélez, de la zona del estrecho y de Galicia. Cávala es un concepto ideado por Antonio García, quien se ha ganado a una clientela fiel en La Deriva, su otro restaurante, y Colbato 15, su terraza de copas y cócteles. Desde hacía tiempo había una idea que le rondaba la cabeza, y era precisamente ofrecer un concepto más gastronómico, orientado en principio al producto de temporada del mar, pero con la idea de incorporar una selección de carnes en un breve espacio de tiempo. Para ello, se ha rodeado de un equipo joven, comprometido y muy cualificado, tanto en la cocina como en la sala. De hecho, su jefe de cocina, Juanjo Carmona, ha trabajado como jefe de cocina de un restaurante con estrella Michelin antes de sumarse a este proyecto.
Una visita a Cávala bien merece la degustación de su menú de ocho platos (postre incluido). Lo cambian prácticamente a diario y es una buena opción para probar un poco de todo y conocer la carta a grandes rasgos. La propuesta brilla por su frescura y por saber que todo lo que sale de la cocina se elabora en ella, desde una salsa hasta los postres.
En el menú degustación comenzarás probando un pan artesano de primera y aceite de oliva virgen extra. Después tendrás la oportunidad de hacer ese recorrido por la carta que cambia con los días. El nuestro empezó por un aperitivo de espuma de ventresca de lubina, crujiente de cebolla y papara de rubio dorado. El segundo pase fueron unos mejillones al vapor con vinagreta de su propia agua, aceite de cilantro, sopa de maíz dulce y mostaza. Los sabores del mar se palpaban en cada plato, sin artificios y con todos los matices y así llegamos al tercer pase, un erizo de mar con tartar de langostinos de Sanlúcar y flor de hinojo.
Un plato que sorprende por su sencillez y gran sabor es la ostra a la brasa en salsa bermesa, si no está en el menú el día que visites Cávala, debes pedirlo de la carta. Las navajas también tienen su lugar, y aquí las ponen a la brasa con bimis en una salsa verde que hacen con el agua de la propia navaja y aceite de perejil.
Otro plato que debes probar sí o sí es la tortilla con langostino alistado, caviar y jugo de ave. Igualmente sabrosas son las trompetas de la muerte y los rebozuelos con crema a la pimienta verde, huevas de trucha y trufa.
Un plato sencillo y lleno de sabor fue el penúltimo pase de nuestro menú: el choco en amarillo con emulsión de ají asado y crujiente de almendra. Y para el final un salmonete fresco a la brasa, con apionabo y una salsa elaborada con sus propios interiores.
El postre también fue un descubrimiento. Todo está hecho en la cocina de Cávala, así que la repostería de la carta no iba a ser de otra forma. Un pastelero propio es quien se encarga de elaborar la parte dulce y en el menú de ese día la sugerencia era la tartaleta de limón. Suave y muy delicada de sabor.
Sorprender en Málaga no es tarea sencilla, ya que hay mucha oferta gastronómica de calidad y cocineros con un gran trayectoria y mucho que ofrecer. Sin embargo, Cávala está llamado a ser uno de esos lugares de culto al producto que irá desarrollando mucho más su concepto en los próximos meses sin dejar que ese factor sorpresa se escape. Ya se ha convertido en visita obligada para quienes buscan nuevos sabores y estilos y para aquellos que aprecian el producto de máxima calidad. Sin duda, es un complemento perfecto a lo que ofrece La Deriva, más especializado en los sabores de siempre. Cávala es, sin duda, una grata experiencia para los amantes del buen comer.
Alameda Colón, 5, 29001 Málaga
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