Musclarium

Musclarium: la felicidad se come en el Delta
Musclarium
Musclarium
20 Julio, 2018
Òscar Gómez
Imagínate comiendo ostras y mejillones en pleno Delta del Ebro. Bivalvos criados en las mismas bateas que te rodean, en una terraza sostenida sobre columnas firmemente asentadas en el fondo somero de la Badia dels Alfacs (Sant Carles de la Ràpita y en pleno Parque Natural del Delta de l'Ebre).

Tres metros y medio de profundidad de unas aguas tan ricas en nutrientes que se visten en tono verdoso debido a la abundancia de algas y fitoplancton. Una sopa salada y esencial que alimenta con generosidad a las ostras y a los mejillones que degustas justo encima de su hábitat. Milla náutica cero, más cerca no se puede estar. Y además, se va poniendo el sol. Tiñendo naranjas sobre el paisaje de una costa que regala la silueta pétrea e impresionante de los Puertos de Tortosa-Basseit. La banda sonora la pone el ronroneo del Mediterráneo golpeando las maderas, y el crujir suave de estas repartiendo la tensión estructural. Un atardecer en el Musclarium es muy parecido a una sesión de felicidad a base de bocados de yodo y paz.

En mi opinión al Musclarium hay que ir a devorar productos en su estado primigenio y natural. Lo más desnudos (culinariamente) posible. 

Los mejillones simplemente abiertos con un baño de vapor, para que su carne permanezca suave, jugosa y ligeramente trémula al paladar.

Las ostras ni eso, abiertas y en crudo -ni limón les pongo, esa acidez empaña los matices del mar-. Ejemplares de la variedad Crassostrea Gigas u ostra Miyagi, con forma alargada y gran concavidad en la que se desarrolla una carne suculenta y ligeramente crocante.

Cosechadas en las arenas de la bahía, también encontramos las tellinas del Delta (Donax trunculus). De carne magra y de sabor intenso. Son un vicio.

Otro gran producto de reputación demostrada es el langostino de la Ràpita, con temporada entre mayo y agosto, sus ojos son negros y su armadura brillante sin manchas negras. Tiene una carne firme y robusta que trabaja en el gimnasio de la desembocadura donde vive durante el día enterrado en la arena y nada por las noches para alimentarse con tranquilidad.

También puedes degustar algunos platos de cocina con enjundia, como el pulpo encebollado, un plato clásico de la marinería. Cocina directa y sabores intensos para seguir devorando el mar.

La llegada

El transporte hasta Musclarium está organizado a través de un servicio de barcas lanzadera que te recogen en el muelle del puerto y en apenas siete u ocho minutos te depositan en plena felicidad. Luis es uno de los patrones que transporta a los clientes, fue una delicia ese trayecto con conversación trufada de información náutica y simpatía por igual. El viaje forma parte de toda la experiencia, está claro que Albert -propietario, alma mater y sospecho que algunas cosas más- lo sabe y cuida que en esos minutos el ambiente sea acogedor, alegre y cordial.

Los espacios

Musclarium se reparte en tres espacios, un gran comedor central situado junto a la barra y la cocina. Mesas de madera, sillas de loneta y comensales sonrientes donde quiera que uno se ponga a mirar. En los extremos, un espacio de descanso con sofás blancos y ventana acristalada en el suelo para observar el mar. Y en la otra punta, una zona con barra y música -sin estridencias- para poder regalarse un copazo y menear algo la cadera si te apetece bailar. 

Y al final...

Escogemos terminar estirados en modo 'absolute relax' y despidiendo el día con el mar en saturación total: el aroma salado impregna el aire, el sol tiñe de naranja la retina que observa el mar y el yodo aún pasea por nuestra memoria palatal.

Badia dels Alfacs
43540 Sant Carles de la Ràpita Tarragona
España

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