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Lolita Tapas es la expresión culinaria de esa dosis de locura que necesita la creatividad para volar alto. Un espacio de encuentro para familias, amigos y amantes del picoteo que sobrepasa los sabores de siempre.
Hace 18 años, Loli e Ismael hicieron las maletas para cerrar su casa del barrio de Gràcia de Barcelona y cambiar su Cataluña natal por una nueva vida en la ciudad de Sevilla. Los padres de Loli, unos de los muchos andaluces emigrantes a la Cataluña de los 70, habían regresado a Sevilla. Embriagada de morriña, tomó la decisión junto a Ismael de cambiar de vida. Aquí creció su hija Paula, encargada de gestionar las redes sociales del restaurante junto a su pareja Josema, ambos publicistas expertos en Social Media. También en Sevilla crecieron sus sueños.
Ismael ha trabajado casi siempre en hostelería, principalmente en la sala de restaurantes y caterings. Loli también tenía experiencia hostelera, pero en su caso, tras la barra de diferentes negocios. Sin embargo, a pesar de que sus vidas han estado vinculadas a la restauración, también han vivido un agitado vaivén de diferentes trabajos. Fue precisamente en uno de ellos cuando Loli, repartiendo publicidad junto a su marido en Gines, con sus mochilas cargadas de ilusión y panfletos, vieron el local con el cartel “se alquila”. Lo supieron, fue un flechazo. Sintieron ese bumbum del corazón que susurraba “ese local es tuyo”. Siguieron su corazonada y con ella instalaron el primer cimiento de Lolita Tapas.
Reconocen que el día que abrieron la puerta, el local no estaba como esperaban. Había mucho trabajo por delante, pero como ocurre cuando el proyecto te late dentro, arremangaron las mangas de su paciencia y, con ayuda de familia y amigos, fueron construyendo su sueño. Unos meses después, en septiembre de este 2021, abrían por fin las puertas de su negocio para conquistar los paladares de Gines.
Av. la Constitución, 4
Gines Sevilla
España
Con color y sabor
Techos tan altos como los de una nave industrial, luces cálidas, metros cuadrados como para tres restaurantes y un enorme neón fucsia de “Lolita tapas” que preside la sala desde la llegada. El local es grande, colorido, alegre y vibrante.
La buena onda se siente desde la puerta con un recibidor en color magenta. A la derecha de la entrada, un banco seguido recorre la pared hasta la terraza. Frente al banco se alternan mesas para distintos números de comensales y una gran barra con pared de ladrillo. De vez en cuando se asoma la cabeza de Loli, que va de aquí para allá tras la ventana que une cocina y sala.
Al final del local se intuye un espacio abierto. La luz irradia las últimas mesas invitándote a una enorme terraza con el techo parcialmente descubierto, mesas altas, mesas de comedor, plantas y hasta un chill out con cojines en el suelo “para tomar la copita de sobremesa”, como dice Loli.
¿Qué es eso de "sabores a lo loco"?
Cuando le pregunto su estilo de cocina, ella me contesta con “sabores a lo loco”. Le pido que desarrolle el concepto.
“‘Sabores a lo loco' es una mezcla de sabores internacionales y recetas que tengo en la cabeza. Combinaciones que encajan, presentaciones coloridas, mi curiosidad, mi punto de vista”.
Pensada para compartir y tapear, la carta ofrece clásicos de barra nacional, como la ensaladilla rusa, las patatas bravas con salsa casera o las ‘Bomba va’ de carne y patata.
También hay recetas internacionales pensadas para dipear, como el surtido griego con pan de pita, crudités, y salsas de hummus, tzatziki, tirokafteri de queso feta y melitzanosalata de berenjena asada, la rillette de salmón con tostas o el guacamole casero con nachos.
Entre sus platos más destacados, encontrarás la ensalada de burrata con brotes tiernos, tomate cherry y granada, los Dolmadaquia, unos rollitos de hoja de parra rellenos de arroz y salsa tzatziki, y el curry rojo tailandés de pollo con verduras y arroz basmati, “perfecto para los amantes del pique” como dice Loli.
Mientras cocina y saca platos, propone infinidad de opciones para documentar el artículo, como los medallones de solomillo con queso azul y peras, los chips de alcachofa frita con sal negra o la ternera con cerveza y mostaza.
En la barra hay dos tartas en un expositor de cristal, una de chocolate con nueces, “siempre hay que tener una de chocolate”, comenta Loli, y una Portokalopita, una tarta tradicional de la cocina griega hecha con pasta filo y naranja.
“Todas las semanas hago dos tartas nuevas, una de chocolate tipo Sacher o brownie, y otra que apetezca por la época, como la de calabaza que hice hace un par de semanas”.
Loli es apasionada, dinámica, curiosa y atenta. Vibra, es apasionada. La cocina de Lolita Tapas bebe de esa personalidad, que se refleja en el color y la diversidad de sus platos. Ismael es amable, gentil y trabajador, ofrece un servicio ordenado y una generosa dosis de serenidad, creando entre ellos la simbiosis perfecta que necesita un restaurante para conseguir el éxito.
Lolita Tapas es el punto de encuentro de los que huyen de los sabores de siempre para abrirse a un mundo más amplio. Más intenso. Más picante. Más a lo loco. Al mundo de Loli Franco e Ismael Zanabria.
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