Las comodidades del lugar se hacen visibles sólo al llegar, un parking exclusivo para los clientes permite con toda comodidad estacionar nuestro coche con tranquilidad. Un lujo increíble y de agradecer y más aún, estando en una zona codiciada y de interés sobre todo en época turística. Desde el mismo parking, mientras bajamos las escaleras hacia la zona principal rodeados de vegetación autóctona, observamos lo que a continuación empezaremos a disfrutar: arena fina, hamacas de calidad y una zona de spa camuflada entre ocio y gastronomía de calidad. Auguramos un fantástico día de sol al lado de la brisa del mar.
El servicio nos recibe muy amablemente. A nuestra izquierda un mostrador con pescado fresco empieza a despertarnos el hambre y nos conducen hasta una terraza -creedme- digna de postal. Nos sentamos y antes de todo, pedimos dos cervezas bien frescas.
Empezamos compartiendo un par de entrantes. Una ensalada de tomate bien sabrosa y unos mejillones Thai, cremosos por su leche de coco y con un toque de sriracha; la salsa picante por excelencia del sureste de Asia. -De hecho, para los más curiosos, su nombre procede de la ciudad Tailandesa ubicada en la playa Sri Racha, donde se usaba como condimento.-
Sin lugar a dudas, este sutil picante ha conquistado el mundo entero por ser agradable al paladar y tener un toque dulce que funciona con todo.
Seguimos con pescado. Una lubina a la sal que el camarero prepara con mucha delicadeza delante nuestro. Es tierna y melosa, y se deshace en la boca desde el primer mordisco.
Al terminar el plato de lubina llega Xim y nos empieza a contar cómo surgió todo: “A los años cincuenta nació el proyecto de la mano del reconocido arquitecto Francisco Casas Llompart con espíritu de ofrecer a quienes quisieran, un lugar dónde relajarse al lado del mar. En la actualidad, mantenemos la esencia del lugar adaptándonos, evidentemente, a las necesidades del momento, pero siendo fieles siempre a los orígenes.” Nos enseña con orgullo cómo han querido mantener por ejemplo las baldosas originales de los años cincuenta en la terraza. Y nos sigue contando. “Nos gusta basarnos en una cocina mediterránea con una carta que está siempre en constante evolución. Tanto que ahora también abriremos una sección de Poke bowls para quien quiera comer con los pies en la arena.” dice Xim.
Pedimos unas fresas con mascarpone de postre, y damos una vuelta por todo el beach club.
Antes de irnos Xim nos ofrece quedarnos en las hamacas hasta que se ponga el sol. Esta vez no podemos, pero el deseo de volver pronto ya está creciendo en nuestro interior.
De vuelta nos imaginamos disfrutando del atardecer hermoso frente al mar, con unas copas, un masaje o lo que surja.
Fotos: Alba Giné
Passeig Illetes, 52A
07181 Palma Balears
España