Corchos. Pleno centro de Barcelona, allí donde Rambla Catalunya toca Plaza Catalunya. Un poco más abajo, la Rambla. La ciudad condal recibe cada año más de 7 millones de turistas que a parte de admirar a Gaudí, también comen y beben.
Y con la avalancha, el centro de Barcelona se ha convertido en territorio comanche para la mayoría de barceloneses y, muchas veces, demasiadas, corremos despavoridos por miedo a pagar demasiado por una comida de baja calidad. Corchos está aquí para recibir con los brazos abiertos al público local.
“Nuestra máxima es mimar artesanalmente cada producto, respetando sus propiedades y su sabor original”, es uno de los dogmas de Corchos.
El nombre del local es un guiño al amor por los vinos y al concepto rústico y cercano del restaurante. En un exquisito trabajo en madera de pino restaurada por el equipo de interioristas, Corchos evoca con sencillez un ambiente rústico en pleno centro urbano de Barcelona.
La propuesta gastronómica potencia y promociona la despensa de proximidad a través de proveedores de confianza. Los productos son seleccionados con cuidado de cada zona de España:La fruta y la verdura viene de Viladecans, de unos payeses de confianza, la carne viene de Girona, el pulpo de Galicia, las anchoas del Cantábrico y el jamón de Teruel y de Salamanca y el pulpo de Galicia.
Nada más entrar en Corchos una parada de pescado y marisco fresco te saluda diciendo: “¡Todo lo que comerás aquí es fresco, fresco!”. Allí mismo, en la entrada, puedes ver cómo se preparan algunos de los platos de pescado de la carta, como la sepia, los calamares o las gambas a la planxa.
Las tapas son el fuerte de Corchos. “A todos nos gustan las tapas. Muchas veces cuando nos apetece salir, queremos eso: compartir pequeños platos y comer bien pero de manera informal”.
Las tapas del día van cambiando cada tres o cuatro días dependiendo de lo que ofrezca la temporada. Si es época de chipirón, habrá chipirón, y si las tellinas están en su mejor momento, habrá tellinas. En la carta de tapas fija, muy extensa, encontramos clásicos como el jamón, las croquetas, chips de alcachofa, las bravas o la ensaladilla. La ensaladilla se hace artesana y las patatas no son congeladas, se cortan cada día.
A estos clásicos se le suman otros platos como el tartar de salmón o la broqueta de gambas o los “huevos cabreados”. Un plato que rinde homenaje a los huevos, aquí fritos, y las patatas, cortadas en formato paja. Todo ello ligado con un salsa entre dulce y picante.
La calidad pues se come, pero a un precio muy ajustado. Corchos también ofrece menú de mediodía a 13 euros. Y el mundo dulce, no podía ser de otra manera, sale de las manos que trabajan en su cocina.
La cocina de Corchos abre non stop desde las 8 de la mañana hasta la una de la madrugada. Desayuno, comida, cena y merienda en un espacio que te invita a quedarte un rato más.
Se nota que el local es de reciente inauguración y que el ambiente ha sido cuidado hasta el último detalle. Paredes medio pintadas, azulejos, iluminación cálida pero para nada oscura, toques de originalidad de diseño, un gran ramo de flores naturales y las mesas de madera hacen de Corxus un lugar donde querrías hacer todas las comidas del día. Acogedor y moderno, en dos palabras.
La filosofía de Corchos és que no existe la palabra NO. Acostumbrados a veces al trato de manual y estricto de algunas cadenas de restauración, la proximidad y cercanía son su punto fuerte. Sensatez, honestidad, calidad y trabajo bien podrían definir la cocina gustosa de Corxus.