Rafael Morcillo lleva toda una vida detrás de una barra. Literalmente no ha conocido otro oficio que el de camarero de barra. Especificamos lo de de barra, porque ha sido donde Rafael ha pasado los últimos 30 años de su vida, detrás de una barra.
No se considera camarero de sala y lo dice. Y esto se nota en cuanto le ves tirar la primera caña del día. No le tiembla el pulso, lo hace con delicadeza y decisión, siguiendo los pasos correctos: inclinación a 45º, enderezar hasta llenar las tres cuartas partes, parar y añadir la espuma sin superar un dedo de grosor y sin que se desborde. Bueno, esto último a veces suele pasarse por alto, porque a los murcianos les gusta ver correr un poco de espuma por la barra cuando les llega la cerveza.
La espuma sobre la barra es sinónimo de alegría, como comentan algunos camareros de los de toda la vida, y nosotros nos vamos a poner tiquismiquis con este detalle, porque una barra es eso, un lugar donde desconectar y disfrutar de una cocina rápida de una forma informal. Efectivamente, como dicen los que saben de esto, comer en una barra da alegría.
Rafael comenzó desde muy pequeño ayudando en un pequeño bar que gestionaba su madre de esos que hay dentro de las plazas de abastos que sirven, sobre todo desayunos y almuerzos. Se crió en ese entorno festivo donde la gente hacía sus compras para que lo cocinaran al momento en este pequeño bar. Esta fue su mejor escuela durante más de 12 años.
En este bar también comenzó su andadura su hermano pequeño, Miguel, que hoy día gestiona el Gran Rhin, otro de los restaurantes míticos de la zona de la Plaza de las Flores, junto a la iglesia de San Pedro, donde Rafael ha trabajado durante muchos años. Pero antes de esto, Rafael pasó del bar familiar a trabajar en la barra de Las Viandas, un conocido restaurante de cocina tradicional de Murcia. Estando trabajando en Las Viandas su carrera profesional se vio interrumpida durante nueve meses, no por un embarazo, sino por la llamada a filas para hacer el servicio militar.
Tras su paso por la mili retomó su trabajo como camarero de barra, pero esta vez ejerciendo como propietario, emprendiendo su primera aventura empresarial en Marisquería La Piedra, especializada en marisco de Cambados y de la zona. La primera experiencia como empresario no fue fructífera y paso a trabajar al Gran Rhin, que por aquella época era propiedad del Grupo Vera, un grupo familiar que regentaba varios restaurantes de la Plaza de las Flores de Murcia. Como decíamos antes, a día de hoy lo regenta su hermano Miguel.
Del Rhin pasó a la barra del mítico bar La Tapa de la Plaza de las Flores, también propiedad del Grupo Vera, donde estuvo varios años antes de volver a la barra del Rhin, donde ha estado los últimos dos años.
Hace tan solo dos meses, vuelve a emprender su aventura como empresario hostelero. Esta vez no se va muy lejos, se queda con un local de la zona donde se ubicaba un conocido asador con horno de piedra, el asador Casa Perela, que cerró sus puertas recientemente.
Rafa decide seguir con la línea de asador ya conocida por el público murciano, pero incorporando un elemento nuevo, del que es un gran conocedor: la barra de tapas. Crea un nuevo concepto en la zona donde se mezclan platos típicos de los asadores tradicionales elaborados al horno de piedra con el marisco fresco y las tapas típicas murcianas, creando una verdadera oferta mar y tierra de calidad. El horno de piedra está encendido todo el día, desde muy temprano, donde cocinan a fuego lento las carnes de los lechazos, los cochinillos, las cabezas de cabrito asadas, muy típicas en Murcia y las paletillas de cabrito a la murciana, obteniendo como resultado unas carnes sabrosas, tiernas y muy jugosas.
Al horno también se hace el pulpo asado a la murciana, que se deshace nada más entrar en boca. El pulpo es una de las tapas más típicas de las barras murcianas, no podía faltar aquí.
En la barra de Casa Rafa disfrutaremos de las típicas marineras (rosquilla de pan con ensaladilla rusa, sin guisantes, culminada con una anchoa en salmuera), el pulpo a la plancha o el calamar nacional a la plancha.
En Casa Rafa realizan la compra a diario en el cercano Mercado de Verónicas, donde adquieren los tomates frescos que sirven partidos con bonito y ventresca acabados con unas aceitunas partías y un hilo de aceite de oliva virgen extra. El producto local también está muy presente. El embutido y el pan lo traen de La Murta, un pueblo conocido por sus panaderías artesanas. Los quesos, el semicurado y el elaborado a la almendra, son de La Yerbera, una quesería artesanal de Pozo Estrecho, una pequeña pedanía de Murcia.
La oferta de carne la completan platos como las costillas de cabrito fritas con ajos tiernos, las chapinas o mollejas de cordero a la plancha, la carne de vaca Jersey de Dinamarca con 40 días de maduración, el entrecot de ternera hembra gallega o el chuletón de ternera hembra salmantina. La chistorra, la reciben directamente por agencia desde Navarra y los chorizos criollos los hacen al chimichurri.
Pero en este horno no solo entran carnes, también hacen bacalao confitado, rodaballo al ajo pescador o los pimientos de piquillo asados al horno.
Los fines de semana podemos encontrar en la barra marisco fresco como mejillones, que hacen al vapor, gamba blanca para hacer a la plancha o almejas, que hacen al ajillo, con ajo y perejil.
Pero como decimos que el horno nunca se apaga en este asador, los postres al horno no podían faltar. En su carta ofrecen una deliciosa tarta de queso al horno y el típico pan de Calatrava, una especie de puding murciano elaborado con pan duro o bizcochos remojados en leche, huevo y azúcar y especiado con canela y limón.
Dicho todo esto, solo nos apetece una cosa: apagar el ordenador, visitar Casa Rafa y darnos un homenaje en esa barra que seguro que nos alegrará un poco más la vida.
C. Ruipérez
Murcia Murcia
España