Carbònic

Carbònic es uno de esos restaurantes con carácter, con una personalidad propia. Hay pocos otros restaurantes en la capital de la Costa Daurada con un local tan amplio y con un interiorismo de aires contemporáneos tan cuidado. Pero si se sientan en alguna de sus mesas (las tienen de diferentes tamaños, formas y materiales) verán que el diseño acompaña una cocina excelente, basada en la brasa: carnes, pescados y verduras cocidas el fuego de las brasas, y otros muchos platos fríos y calientes.

Algunos de estos platos tendrán que compartirlos si no van muy hambrientos, como el rodaballo a la brasa y el chuletón de lomo alto de vaca, que pesan un kilo y están recomendados para dos personas; o el T-Bone Steak (el corte típico inglés con el hueso de la carne en forma de T), que también podrán compartir con su acompañante. Otras propuestas de la variada carta son el pulpo a la brasa, el secreto ibérico y las croquetas caseras de jamón ibérico, entre muchos otros. Una de las peculiaridades es que la guarnición de los platos se sirve aparte (pimientos del piquillo a la brasa con ajos; escalivada, lechuga y cebolleta con vinagre de Jerez y AOVE...).

Del huerto destacan las zanahorias a la brasa con jengibre, el hummus y especias tandoori; el puerro asado a la llama con vinagreta de avellanas y unas alcachofas confitadas en AOVE a la brasa. "Tenemos una oferta muy variada tanto para quien le guste mucho la carne como para quien le guste más el pescado; es una cocina sencilla, con poca manipulación del producto, porque la brasa lo hace todo", explica Estrella Hernández, la jefa de cocina. La pueden ver cómo trabaja porque la sala donde se encuentra la parrilla y el horno de brasa tiene paredes de cristal y queda a la vista de los comensales. "Todo lo que servimos es natural y hecho aquí: todo lo que incluye la carta es casero", destaca.

Por esta importancia de la brasa, Carbònic "es como un asador contemporáneo; está en la línea de los Steakhouse que puedes encontrarte en cualquier capital europea", explica Jordi Perera, uno de los socios de este restaurante que quiere "ofrecer una buena relación calidad-precio". Carbònic abrió sus puertas el 7 de julio de este año 2022, en el mismo espacio que durante muchos años ocupó Le Sommelier, un equipamiento especializado en vinos que cerró sus puertas hace dos años. Cuando Jordi Perera y otros socios decidieron devolver la vida a este local dieron algunas vueltas a la hora de pensar un nombre para el nuevo restaurante pero finalmente se decantaron por el de Carbònic por el doble significado que tiene esta palabra: "porque recuerda el carbón, y nosotros cocinamos con parrilla vasca y horno de carbón, y también porque el carbónico es el gas que desprende el vino al fermentarlo; tanto la comida como la bebida tiene relación con el carbónico", explica Perera.

El restaurante es amplio (tiene unos 720 metros cuadrados) con capacidad para 150 comensales. La barra da la bienvenida a una parte diferenciada: un espacio lounge, para tomar cócteles o cerveza y tomar un aperitivo con toda la comodidad. En la parte del restaurante podrán elegir entre mesas redondas o cuadradas de diferentes tamaños, y distribuidas de forma amplia, que les deja aire y que en ningún caso tendrán la sensación de comer con los comensales de la mesa de al lado.

Carbònic no se encuentra en primera línea de mar, pero sí en la segunda. Aunque no es un restaurante pensado solo para el turista o para aquellos que tienen una segunda residencia en Salou: "Queremos ser un restaurante de todo el año", apunta Perera, por eso está abierto todos los días del año (excepto un pequeño paréntesis que prevén realizar en enero y los miércoles de invierno), en un horario extenso, entre las doce del mediodía y la una de la madrugada. Y en estos meses en los que el sol comienza a desvanecerse el tipo de clientela es mayoritariamente de proximidad. Carbònic ha llegado para convertirse en uno de los referentes de la gastronomía de la Costa Daurada.

Fotos: Xavi Jurio