AQ Restaurant de Tarragona
Una clientela afianzada, a pesar de los tiempos de crisis. Esta es una de las ventajas que destaca Ana Ruiz y Quintín Quinsac, al frente de AQ Restaurant de Tarragona, a la hora de responder cómo les ha ido todo a raíz de la llegada del coronavirus. “Gracias a ella, que apuesta por nosotros, estamos aquí. Fue una gran sorpresa que, durante el primer confinamiento, nos apoyaran y nos siguieran tanto en redes sociales”, completa Ruiz. Y es que, en su momento, decidieron no parar máquinas y poner en marcha, en su domicilio, una serie de vídeo recetas, proyecto que tuvo tan buena acogida que acabaron creando un canal de YouTube para reunir todas las que iban haciendo.
Con los vídeos llevaron a flote su lema de siempre: disfrutar de la sencillez de las cosas rehuyendo artificios. “Mostrábamos recetas caseras y sabrosas. De esa manera, nos entreteníamos nosotros y a la gente que nos veía. En todo momento, velamos por hacer un confinamiento total. La reapertura, tras la primera desescalada, la hicimos bastante tarde y no abrimos todos los días. La gente respondió bien. Los fines de semana estábamos llenos”, recuerda. Por otro lado y cómo siempre dice, su clientela es mayoritariamente local y turistas, si suelen venir, son muy pocos. “Con lo que este verano, si teníamos que notar un declive de visitantes, no nos hemos dado cuenta”, expresa la cocinera.
Preguntados por el futuro, Ruiz expresa que se lo toma todo de forma positiva, son responsables y previsores. “De momento nos va bien, no hacemos planes a largo plazo, porque el trabajo es muy incierto. Además, hicimos algunos ERE y estamos atentos a cualquier cambio o restricciones”, resume. Con una trayectoria de más de 15 años en Tarragona y tres décadas en el sector están ya muy curtidos y se ciñen a vivir el día a día. Cómo suelen decir: “Cocinar para ser feliz y cocinar para hacer feliz, ni más, ni menos, que nos es poco…”. Y es que conciben una forma de cocinar directa y sin florituras, con la que poder dar una alegría al cliente.
La carta
La carta de AQ Restaurant de Tarragona es flexible y se divide en platos individuales, donde encontramos exquisiteces como la ostra Guillardeau peruana, o frita con limón y cebolla encurtida, y el falso ravioli de gamba de Tarragona al ajillo, entre otros; crudos o fríos, como la ensalada de rovellones, calabaza asada y mojama, la lubina ahumada con baba ganoush y tartare de atún con jugo de pimientos, entre otros; fritos, como la patata brava en lingote con romesco y alioli o el cachopito meloso con gouda trufado; asados o a la brasa, como la butifarra del Perol con mostaza y setas en vinagreta y careta de cerdo en tres cocciones, entre otros; los cocinados en wok, como los chipirones con ñoquis de calabaza y gazpachuelo de jamón ibérico; y una categoría llamada ‘otros’, con gambita blanca de Tarragona al ajillo o berberechos y robellones en salsa verde de hierbas, entre otros.
En el apartado de los postres, están también alternativas tan suculentas como maracuyá, yogurt y melón u otra opción como melocotón a la brasa con helado de mole picante y lima. Le siguen vinos dulces, con referencias como Señorio de Broces Moscatel (Málaga) o Ranci Capçanes (Montsant), entre otros.
Las sugerencias
Ana Ruiz nos prepara una lista de sugerencias que hay que probar en su restaurante, y empieza por un plato contundente: lleva higos, anguila y foie. “Se trata de un plato de temporada. Este tipo de elaboraciones surgen en mi cabeza, como todo. Pienso en que hay que potenciar aquellos alimentos que están en su esplendor. Se me apareció el higo por la mente y, acto seguido pienso con qué puede maridar”, indica. Pensó en algo dulce y algo salado y surgió esta creación. Este plato, además de su presentación singular, tiene un gran éxito entre los comensales, acota Ruiz.
Por otro lado, están los moluscos en escabeche al estilo ‘thai’. En este caso, es un escabeche tradicional y se le ha añadido jengibre y leche de coco, caldo, zanahoria, cebolla y vinagre de arroz. El objetivo es ofrecer la harmonía perfecta a través de los cinco sabores: dulce, agrio, picante, amargo y salado.
En el restaurante aprecian el producto local y no podía faltar un plato como el calamar a la brasa con cebolla caramelizada y panceta. Es un plato de los que, tanto Quintín como Ana, clasifican como “clásicos”. Otra de las peculiaridades de dicho plato es su acompañamiento, pues lleva tinta de calamar. El emplatado en este caso es colorido, el calamar queda en el centro, bañado perfectamente en su tinta.
De postre, nos sorprenden con un pastel de queso con helado de corteza de limón y nueces caramelizadas. Toda una obra de arte, tanto para la vista como para el paladar.
Fotos: Xavi Jurio.