Tras la apertura de Asiako, una parrilla vasco-japonesa, el grupo SrIto, especializado en cocina asiática, continúa su expansión con otros restaurantes que se alejan del modelo inicial. El último es Bombastic, un local en la plaza de Pedro Zerolo con una amplísima terraza en la misma plaza y un espacio muy informal destinado a un público joven que busca una cocina sencilla y sin complicaciones con precios contenidos. Las mesas, sin manteles, siguiendo la preocupante tendencia actual. En la planta sótano, un restaurante japonés con el nombre de Harakiri, completa la oferta de esta casa con algunos usuzukuri, sashimis y tartares que se sirven también en el comedor principal. La oferta de comida es amplia, buscando contentar al mayor número posible de clientes, aunque la propuesta principal gira en torno a las brasas. Brasas de las que salen los tres platos dedicados a la huerta: alcachofas con shichimi fresco y papada ibérica, endivias con crema de idiazábal, y setas con huevo a baja temperatura y ramen de foie.
En el capítulo de entradas, una mezcla hetereogénea que va desde una tortilla de sidrería con piperrada de bacalao y cebolla caramelizada, una versión de los huevos rotos, en este caso con tartar de atún picante Balfegó, o una empanadilla de rabo de toro con crema de anguila ahumada y chile chipotle, hasta una buena trilogía de croquetas tipo niguiri, cada una con su “sombrerito”, entre las que sobresale la de bacalao, realmente buena. Las otras, de chipirón y de jamón, resultan muy correctas. Se aprecia un esfuerzo por ofrecer producto de calidad, por eso el carpaccio que se ofrece en la carta es de picaña madurada de un buen proveedor como es Discarlux. Se acompaña con queso idiazábal ahumado, crema de parmesano y rúcula y el resultado es notable.
También las carnes y los pescados que componen los platos principales están hechos a la brasa. En el capítulo marino, pulpo con un mortero de patatas y glaseado coreano, y bacalao con pilpil de miso y trufa. El apartado carnívoro es más amplio. Incluye lomo bajo, pollo de corral, una hamburguesa de buey gallego madurado 60 días y unos tacos de costilla, que son los que probamos. Una pieza de calidad, en su punto, muy tierna, acompañada de unas tortillas para que el cliente se haga sus propios tacos al estilo mexicano. Tortillas mejorables, que no están a la altura de la carne. Como aderezos, salsa verde y pico de gallo, que le van perfectamente a la costilla, y salsa tártara que encaja menos en el conjunto. Y para los aficionados al arroz hay dos propuestas: uno de presa ibérica y setas, y otro de cigala. Como remate final, arroz con leche casero, tarta de queso fluida o un coulant de chocolate.
Pl. de Pedro Zerolo, 1
Madrid Madrid
España