En este local se reivindica y revitaliza nuestro bocadillo sin complejos, ante el auge expansivo de pizzas y burgers y, huyendo de la vanguardia, nos ofrece una de las comidas más populares y tradicionales en España.
"Bocadillos de calidad con producto óptimo en un negocio que pretende la simplificación”, así lo explica Juanjo, que defiende el concepto madrileño del bocata de antes, con la misma filosofía en un espacio distinto; aquellos bocatas de verdad que servía su padre en su Tasquita castiza y que ahora se repiten con la mayor fidelidad posible salvando tiempos y distancias: de tortilla francesa con pimientos, de salchichas frescas, de lomo con beicon y pimientos, de pepito de ternera, de calamares...
Pero no nos equivoquemos, por encima de todo, aquí manda la calidad: los embutidos de Arturo Sánchez para hacer bocatas de jamón Gran Reserva, lomo, salchichón y chorizo ibéricos; las conservas de Frinsa para los de mejillones con patatas, ventresca y pimiento rojo, sardinillas y cebolla o atún con mayonesa y aceitunas.
Los bocadillos de toda la vida, hechos como siempre al momento, entre dos rebanadas de pan crujiente de Viena La Baguette recién horneado. Panes de masa madre con fermentaciones largas en frío en forma de barrita artesana (4,5 €), de bastón, para dividir entre cuatro (8-10 €), de mollete clásico o elaborado con mantequilla y azúcar de caña al que se le llama “Paquito chocolate”. Artesanos todos ellos que presumen de producto ya en su cuarta generación.
Un espacio que antaño ocuparon dos burdeles señeros en los años 50 y 60 del pasado siglo en el que se han conservado pinturas y paredes desde entonces desconchadas para conservar ese aire canalla, alberga a la vez graffitis, mesas corridas de madera natural con la firma de Gabriel Corchero Studio en el interiorismo y la creatividad de Curro Rubira, ambos amigos de Juanjo.
En El Porrón Canalla, la bebida se toma en porrones, no podía ser de otra manera. Cervezas y tinto de verano, y también de manzanilla, alejándose de marcas y rompiendo con el concepto de la caña para acercarse a la tradición del porrón. Al igual que el bocadillo, el porrón se comparte, se pasa de mano en mano y casi sin querer, la diversión está servida.
Hay que tener en cuenta que no se puede reservar con antelación, por lo que seguramente habrá que hacer cola. Eso pasa desde el primer día que El Porrón Canalla abrió sus puertas. Un negocio rentable desde el inicio, según nos cuenta el que 22 años antes de triunfar en el mundo de los fogones lo hiciera en el de las finanzas. A nosotros lo que nos importa es devorar esos superbocadillos, así que “In Panis Veritas” bien merece aguantar fila india.
Como ejemplo y para ir abriendo boca este mollete de mejillones. La receta no puede ser más sencilla.
Calle de la Ballesta, 2
28004 Madrid Madrid
España